Opinión

Juan Jesús González Afonso

La Laguna, el agua con que has de regar no la dejes correr

Monte del agua.

Monte del agua. / holaislascanarias.com

Uno de los imponderables que ponen en cuestión la reutilización de las aguas depuradas para la agricultura, que hay que decir que en California o Singapur los tratamientos de éstas están llegando al nivel de devolverlas de nuevo al grifo, tiene que ver con el hecho de que es habitual que en Canarias las depuradoras se sitúen cerca de la cota cero, en todo caso las aguas negras descienden por gravedad, dado que los principales núcleos habitados se encuentras en zonas próximas a la costa y eso, evidentemente, implica en la mayoría de los casos tener que elevar las aguas para su uso agrícola con lo que eso representa en términos de factura energética.

Hay un caso, sin embargo, en el que nos encontramos una ciudad relativamente importante por encima de la cota 400-600 metros compuesta por unos 80.000 habitantes que es la del casco de La Laguna y su entorno que, echando números, genera al día la friolera de no menos de 15.000 metros cúbicos de aguas negras que en algún momento tuvieron un cierto tratamiento en Valle Colino, depuradora hoy abandonada puesto que se consideró que podría ser más eficaz enviar todas las aguas residuales vía canalización por el barranco de Santos rumbo a la depuradora de Buenos Aires en Santa Cruz.

Y ciertamente aquella decisión pudo tener sentido cuando el planteamiento de desviar aguas depuradas para su reutilización en la costa de Las Galletas se ofreció como alternativa, básicamente por la relativa abundancia de agua en esta zona de las medianías hace 30 años, y se construyeron las infraestructuras necesarias con canalizaciones, depósitos reguladores de El Tablero, desalinizadoras en Cho y demás.

Pero esa situación ha cambiado y hoy día nos encontramos que desde Buenos Aires, y en paralelo a la conducción que baja aguas negras hacia Santa Cruz desde La Laguna para ser depuradas, asciende hasta la cota 400 aproximadamente una conducción de hierro fundido que sube aguas ya depuradas mediante bombeo para paliar la grave situación de escasez que sufren las zonas laguneras de regadío en la costa norte, entorno La Laguna-Tegueste principalmente. ¿Nos podemos plantear, por tanto, el seguir enviando miles de metros cúbicos por gravedad a Santa Cruz para desde allí volverla a bombear con energías fósiles mayormente hacia arriba de nuevo? Pues todo indica que ese planteamiento tiene poco que ver con una visión sostenible de un asunto estratégico como éste.

Los acuíferos están mermando, eso es una obviedad, la época de la abundancia podemos considerarla historia no sólo por la merma en la producción convencional, galerías principalmente y salinización de pozos, sino por el aumento desmesurado del consumo urbano-turístico que hace medio siglo no representaba ni el 20% del total y hoy ya se sitúa en entornos cercanos al 60% frente al consumo agrícola que de representar el 80% ha bajado prácticamente a la mitad de ese porcentaje (44%). Y en esa situación la realidad es que deberíamos ir a un planteamiento no sólo de no bajar de cota las aguas que se generan en las medianías mediante galerías sino, además, en el caso de zonas urbanas como La Laguna, que por otro lado dispone de unas de las mejores tierras de cultivos probablemente de Canarias, procurar la depuración y la reutilización de las aguas depuradas de tal forma que se puedan utilizar incluso por gravedad o con el menor bombeo posible por razones obvias.

Y estos planteamientos, como tantas veces hemos indicado, tienen que ver con ir a por el cuidado del paisaje y la reducción de la dependencia alimentaria tanto para el consumo humano mediante el fomento de cultivos de frutales, millo y otros a riego completo o puntual según necesidades, sino además para la producción de forrajes que actualmente importamos a precios cada día más inasumibles para nuestras explotaciones ganaderas. Eso sin olvidar la diferencia que representa el mantenimiento de tierras balutas en relación a tierras cultivadas en lo que tiene que ver con la generación de empleo.

En definitiva, que no hablamos en este caso de las aguas de escorrentía que han estado de actualidad estos días por fallos en las infraestructuras existentes básicamente por deficiencias de mantenimiento, nos referimos a un planteamiento sensato en lo que tiene que ver con las políticas de consumo, tratamiento y aprovechamiento de un recurso cada día más estratégico (y escaso) en todo el mundo como es el agua y que cuanto más alejado lo mantengamos del binomio agua/energía, cuando es evitable como en este caso, mucho mejor para nuestra economía, para nuestro medio ambiente y para la competitividad de nuestro sector primario que de bastantes hipotecas se ha tenido que hacer cargo estas últimas décadas como para seguirlo cargando con otras nuevas y acaso más inasumibles a medio plazo.

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