Opinión | El recorte

Canarias, a toda vela

Velas colocadas en el bosque.

Velas colocadas en el bosque. / Shutterstock

Los ingenieros canarios nos aconsejan comprar velas. El sistema eléctrico está al borde del colapso y no descartan que a medio plazo haya un fallo general y nos quedemos sin suministro. Las velas dan luz, pero una cosa es combatir la oscuridad y otra sostener la vida. Sin energía eléctrica morirán los móviles, se pudrirá la comida en la nevera, dejarán de funcionar los ascensores y nuestra vida cotidiana que, en general, está basada en la energía, se irá a freír puñetas. ¿Alguien podría explicarnos cómo hemos llegado a esto en pleno siglo XXI?

El discurso apocalíptico del cambio climático y la creación de una industria de la culpa en la actividad humana ha servido para hacer pasta. Seguimos contaminando igual, pero ahora existe una próspera actividad de subvenciones y gasto público basado en el nuevo nicho de negocio de Salvar a Wally. Los Estados, alborozados, se han lanzado a crear nuevos impuestos verdes para asaltar de nuevas formas el bolsillo de empresas y ciudadanos. Con la coartada de un bien superior nos hacen más pobres para salvar del deshielo a los pobrecitos osos polares y, de paso, engordar sus presupuestos.

Hace ya décadas que en Canarias podríamos estar contaminando menos si en las centrales de ciclo combinado de las dos grandes islas se utilizara el gas natural para producir energía eléctrica. El gas es mucho menos contaminante que los tóxicos fueles que aún se siguen quemando. Pero los mismos que nos han engañado con los coches eléctricos, que se cargan con energía producida por combustibles fósiles, han creado el escenario onírico de un mundo limpio absolutamente irreal.

La maraña burocrática creada por las administraciones públicas hace imposible que ningún proyecto llegue a buen puerto. Las normas y reglamentos aprobados para regular el sistema eléctrico en Canarias han sido una calamidad y la implantación de parques eólicos o fotovoltaicos es una tarea titánica. Gran Canaria ya tiene en marcha un sistema de almacenamiento de energía: la central de Chira. Tenerife no ha dado ni un solo paso en ese camino. ¿De qué vale producir energía con viento o con sol si no tienes donde almacenarla para cuando no haya ni una cosa ni la otra?

Perdimos la oportunidad de convertir el puerto de Granadilla en un emplazamiento estratégico de suministro de gas para la navegación: se lo cargaron ante el silencio cómplice de nuestros silenciosos políticos. Muchos de los actuales equipos de producción de energía han acabado ya su vida útil y en cualquier momento pueden petar. Cuando llegue un cero energético nos indignaremos. Habrá titulares, tertulias, cabreos y crujir de dientes. Y más discursos sobre la necesidad de las renovables. Un mundo limpio y tal y tal. Lo de siempre. Pero usted y yo tendremos la romántica posibilidad de reflexionar sobre la inmensidad de nuestra estupidez a la media luz temblorosa de las velas.

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