¡Candela y ruido!

Ambiente Resonance

El artista lanza un fantástico disco que es homenaje a la electrónica clásica

Resonance, en una imagen promocional

Resonance, en una imagen promocional / rocío eslava

por job ledesma

Este redactor se deja engañar por falsas ideas preconcebidas. Por ejemplo, la eterna cara de niño y la suavidad del trato de Javi Resonance siempre me hace verlo como un eterno joven valor. Solo hay que escuchar cinco segundos de su nuevo disco, Valediction, para darse cuenta del error del cliché. Hace mucho tiempo que Resonance es una de las grandes certezas de la electrónica nacional. De entrada, Resonance habla de cambio de etapas: «Es una metáfora musical en clave romanticista, de ahí el título Valediction que viene de la literatura inglesa antigua, que comprende tanto una alegoría sobre al cierre de ciclos en la vida y comienzo de nuevos, como la sensación que experimentamos cuando algo llega a su fin pero sin lamentos».

El trabajo suena físico y orgánico, con algunos trucos de grabación la mar de curiosos: «He usado varios magnetófonos de bobina abierta pero, a diferencia de otras veces, son más protagonistas en la grabación y producción. Esto hoy en día puede sonar muy cool porque hay productores de renombre que están dando a conocer estas antiguas técnicas, pero en realidad son procesos a veces muy arduos y con los que no siempre se consiguen los resultados deseados». Ahí viene parte de esa «calidez y degradación» del sonido. Hay más ideas destacadas: «También he enfatizado otros instrumentos orgánicos como las guitarras, el glockenspiel y los arpegios de sintetizador tocados en tiempo real sin metrónomo».

Además, un detalle. Resonance, que se ha dado a conocer también por temas más de baile y que ejerce como DJ, junta dos mundos en este disco: «Este proyecto me permite, además de acercarme a mis referentes musicales sin pretender imitarlos, ser yo mismo, poniendo en práctica técnicas de producción dance en esta música ambient-cinemática de Valediction y viceversa, introduciendo elementos de electrónica de autor en temas bailables como en mi anterior trabajo Phase».

Resulta coincidente que el disco lo edite Keroxen y en cuanto suena Valediction, den ganas de escucharlo en el Tanque Espacio Cultural que alberga al festival homónimo. Justo la presentación de lo nuevo de Resonance, aunque acaba de editarse, no será hasta el festival del Tanque, bien entrado el próximo otoño. «Recibo a menudo ofertas para actuar como DJ o tocar en directo y de corazón las agradezco, pero de cara a este disco he decidido centrarme en la promoción y guardarme para la presentación oficial. No sólo lo hago por mí, sino por la gente que me sigue y que ha comprado el vinilo porque desean verme en directo tocando los nuevos temas, con mis sintetizadores, etc en un entorno mágico y no deseo confundirles».

‘Hazte diyei’

Todos me miran mal

La profesión de DJ es esa mezcla de admiración y rechazo

Es complicado escribir sobre la tarea del DJ sin caer en la desencanto y la complacencia. ¿Por qué será? ¿Por qué son tan habituales las quejas de DJ o las quejas de los DJ sobre las quejas de otros DJ?

Le hemos dedicado un par de columnas a la tarea del DJ y a su impacto mental: soledad, exposición pública, trabajo cuando otros disfrutan, autoexigencia… A priori nada nos diferencia del resto del personal de la sala en la que trabajaremos cada noche. Recuerdo terminar sesiones y ver a camareras (ay, ese machismo que sigue y sigue) llorando mientras recogían la barra, sobrepasadas por la presión de un público que, almibarado en alcohol, no sabe comportarse. Es difícil la noche, es difícil bregar con todo lo complicado que supone trabajar para una masa que viene a lo que viene.

Parte de la culpa de la nube negra que portamos los DJ está en el rechazo externo sobre este trabajo. Cuando empezó popularizarse la figura del pinchadiscos, entre los 80 y 90 del pasado siglo, fueron los músicos los primeros en poner chinchetas en el camino: «Solo es darle al play, no haces música, no eres un artista, no eres creativo, lo importante de verdad es tener una banda». Un debate absurdo porque una cosa es ser DJ y otra es ser músico: se alimentan y los saberes se cruzan, pero son trabajos diferentes. Inciso: el de DJ es mucho más divertido, y se lo digo yo que estuve en los dos lados de la trinchera.

Ahora tenemos la incomprensión del público en general precisamente con esos mismos argumentos: «Solo es darle al play, te bajas una lista de canciones de moda y las pones sin más, cualquier puede hacerlo». Una vez me vio mi padre pinchar y me dijo que por qué tocaba tantos botones. Le di la respuesta sencilla; de todo lo que me ves hacer, lo que tiene impacto en el sonido final puede que sea un 15 o un 20%.

Lo que me gusta de las redes es que muchos DJ están explicando al mundo cómo es nuestro trabajo. Que la tarea requiere de su particular dedicación y esfuerzo, que no es tan sencillo como parece. Seguro que antes nos faltó eso, menos altanería y más decir: «Mira, así es cómo lo hago, parece fácil, seguramente es fácil, pero hay que hacerlo». Espero que con ese incremento de información consigamos algo tan simple como que se nos considere como lo que somos: un trabajador. Eso sí, dentro de una de las profesiones más bonitas del mundo. Por eso somos tantos, porque esto es demasiado atractivo de hacer.