Opinión | En el camino de la Historia

Juan Jesús Ayala

La problemática de las lenguas cooficiales

Francina Armengol, presidenta del Congrés, amb els seus vicepresidents Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE) i José Antonio Bermúdez de Castro (PP).

Francina Armengol, presidenta del Congrés, amb els seus vicepresidents Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE) i José Antonio Bermúdez de Castro (PP). / CONGRESO

Las lenguas cooficiales y la problemática que se ha desarrollado en su entorno por medio de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, y posteriormente enfatizada por Sánchez tiene su enjundia o no; según se mire.

Se ha dicho desde siempre que la lengua y la etnia era lo fundamental y necesario para que un territorio se reconociera como nación hasta que estudios recientes sobre el nacionalismo nos dicen que la lengua y la etnia como vehiculo de identidad no son determinantes para que un territorio se defina como nación. Y podemos hacer alusión a Gellner, Sebrely, Anderson, Koidure. Por ejemplo, cuando Francia se establece como nación solo el 12 por ciento de sus habitantes habla francés o Suiza, donde prevalece la etnicidad en tres idiomas diferentes, alemán, francés e italiano.

Noam Chomsky, lingüista universal, relata como ejemplo que tanto el inglés como el francés se formaron cogiendo palabras dispersas de todas las otras lenguas lo que pone en evidencia que la inevitable introducción de vocablos extranjeros muestra que el idioma lejos de ser la manifestación de la esencia nacional, es más bien todo lo contrario. Sebrely llega a decir en su libro Asedio a la Modernidad que si no podemos definir la nación refiriéndonos a la raza, al paisaje, a las costumbres o al lenguaje solo se podrá definirla como una «Entidad Histórica»; o sea, como un hecho que aparece en determinadas circunstancias históricas y puede, del mismo modo en circunstancias históricas distintas, desaparecer. Tenemos como referencia no solo los ejemplos anteriormente señalados sino la antigua Unión Soviética, Checoslovaquia o Yugoslavia. Países que por razones históricas y políticas pasaron de una situación a otra y viceversa.

Lo cual para evitarnos quebraderos de cabeza y posicionamientos a favor para obtener la prebenda del voto o no de Junts que se supone definitivo para acceder a la presidencia del gobierno, sí es bueno tener presente estas consideraciones que hemos manifestado que no tienen un recorrido tan amplio y definitivo como se le quiere dar.

En la actualidad hay Estatutos de Autonomía que han declarado la oficialidad de sus respectivos idiomas, tales como el Castellano, Cataluña, Euskadi, Navarra, Galicia, Baleares, y la Comunidad Valenciana.

Todo esto viene a cuento porque se ha propuesto y se ha exigido en negociaciones que se están propiciando que en los debates que se mantengan en el Parlamento español se adecuen traductores para que los que no entiendan a los que se pronuncian en sus lenguas oficiales lo puedan hacer.

Da la sensación que aquellos que no tienen sus dialectos o formas de hablar incorporados a los traductores en cuestión dado que no es necesario porque todos los que componen el Parlamento español seguro que entienden el castellano, pero el resto tienen que afinar el oído y la gesticulación del orador , pueden se consideren o los consideren como territorios de segunda categoría al carecer de la enjundia comunicativa de una lengua que no manejan por desconocimiento y que tendrán que poner una atención desmesurada ante el mensaje del traductor, el gesto del orador junto son su prosopopeya de los que manejan en la misma institución dos idiomas, el oficial y el cooficial sin esforzarse. eso si para entender el resto.

En Canarias solo nos puede quedar el consuelo de incorporar el silbo gomero considerado como Patrimonio Cultural de la Humanidad declarado por la UNESCO en 2009, el cual es un sistema de comunicación que reproduce la lengua hablada mediante silbidos de forma articulada, que no se ha quedado atrás en el desarrollo cultural del pueblo canario y menos del gomero y significa el referente de una forma de entenderse tan altanera y definida como las lengua coofíciales.

Así que no solo nos queda París , como en la película Casablanca, frase que pronunció Humphrey Bogart, sino que al menos, a nosotros nos queda el silbo gomero.

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