Opinión
‘Madre Patria’: los hechos probados
Madre Patria es un libro que ya va por la decimotercera edición de Espasa, del que es autor el profesor argentino Marcelo Gullo Omodeo, otro más de los que están revisando el papel de los españoles de la entonces Monarquía Hispánica en América, de Alaska a Tierra de Fuego. Y se está revisando porque, a diferencia de la prehistoria, no se precisa acudir a la arqueología o el carbono 14, para desentrañar aquella verdadera gesta, objetivamente hablando, pudiéndose acreditar casi todos sus extremos. Termina con el separatismo catalán. El prólogo del libro es de Alfonso Guerra. Este libro debe entre otros a María Elvira Roca Barea, que ha escrito el libro fundamental sobre la Leyenda Negra, en el que demuestra cómo fue entretejida por Gran Bretaña, Francia y Holanda, potencias emergentes que disputaban a España hacerse con su imperio. Y lo más notable, versión secundada por los propios españoles.
Todos los movimientos dogmáticos, agresivos en imposiciones terminan por encontrar su respuesta, reacciones de mayor fuerza: la de la verdad. Los woke, los que derriban estatuas, tachan efemérides, el presidente de México, AMLO, tan histriónico, como necio, buscan una pretendida justicia retroactiva a costa de las evidencias históricas. Tomaron por asidero a Bartolomé de las Casas que denunció, agravándolos, excesos españoles.
Ese revisionismo servido por el odio más punzante no puede resistir la consistencia de los hechos objetivos probados. Se acusa de genocidio a España cuando hoy millones de bolivianos, paraguayos y de otros lugares no hablan español. La expansión del español fue necesidad histórica de las nuevas repúblicas independientes para crear sus estados con una lengua, ejército, Administración. Fue la Reina Isabel la que fomentó el mestizaje, en cambio Ingleses y holandeses lo impidieron activamente, practicando un indesmayable y sangriento racismo. Los autores de la Leyenda Negra tampoco dejaron ningún legado cultural, mientras el imperio español (que el autor diferencia del imperialismo de esas potencias europeas) trufó su territorio de ciudades, catedrales, universidades (decenios antes que Harvard), escuelas, conventos y hospitales abiertos a los indios y mestizos, más estudios y diccionarios de lenguas nativas. Son patrimonio de la humanidad y están ahí, inimpugnables. Todo a la vista, registrado. Y nada en EE.UU.
Los territorios americanos nunca tuvieron la condición de colonias sino virreinatos con la misma administración española; una potencia saqueadora y genocida se queda en los puertos de la costa para trasladar la riqueza sustraída, no cree ciudades en cordilleras, lejos de la costa, y no construye nada para los nativos. Como se ha hecho siempre. La Escuela de Salamanca creó en base a los indígenas el derecho internacional (ius-gentium) y la filosofía del derecho, que con ellos surgieron.
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