Opinión

Diana Negre

Candidatos indeseados

Robert Kennedy Jr.

Robert Kennedy Jr.

Faltan todavía quince meses para las elecciones presidenciales norteamericanas y el país lleva ya más de un año formando frentes, pero nadie está contento con los dos principales candidatos de cada uno de los dos grandes partidos.

Todo parece en estos momentos una repetición de las elecciones de 2020… pero mucho peor: la gente quiere caras frescas, pero las opciones parecen limitarse a los dos mismos candidatos de hace cuatro años: el anciano presidente actual Joe Biden y el flamígero expresidente Trump, tan cargado de problemas legales como afligido de una personalidad incontrolable.

No es que falten otros candidatos en ninguno de los dos partidos, si bien los demócratas están más limitados por la deferencia tradicional a su actual presidente. Entre los republicanos están DeSantis, Ramaswami, Haley, Scott y varios otros, como parte de una lista demasiado larga mientras que la legendaria familia política Kennedy tiene un aspirante presidencial demócrata.

Ninguno acaba de arrancar. De Santis, gobernador de Florida, parecía la gran esperanza republicana por su personalidad atractiva y el éxito de su gestión que ha provocado un notable aumento de población en el estado, al que llegan nuevos residentes atraídos por su política fiscal y su régimen escolar. Pero su impulso inicial se ha ido esfumando.

La gran sorpresa en el campo republicano es precisamente el hundimiento de DeSantis, un hombre que mantiene su popularidad en Florida pero, a pesar de la aprobación general, tiene dificultades para consolidar sus posiciones. Ha pasado ya por un proceso de limpieza de sus colaboradores, es decir, que despide a unos y busca a otros para formar equipo, pero va cada vez más a la zaga del expresidente Trump, quien tiene el apoyo de más de la mitad de los encuestados republicanos.

Al otro extremo del país se halla el gobernador de California, Gavin Newson, quien sería la esperanza demócrata y tal vez entrará en la campaña si los problemas del presidente Biden se agravan de tal forma que el partido necesite un salvador.

Está por ver si el resto del país aceptaría un candidato de California, un estado conocido por sus excesos y excentricidades, o más bien preferiría al ya declarado candidato Robert Kennedy, más hacia el centro del espectro político. Incluso Michelle Obama, la mujer del expresidente, tiene posibilidades en una candidatura presidencial republicana.

La situación es distinta en los dos bandos: los demócratas están casi obligados a dar preferencia al actual presidente si es que quiere repetir, pero la senilidad evidente de Joe Biden, a la que ahora se añaden los trapos sucios de su hijo e incluso sospechas de que el propio presidente se embolsara beneficios por corrupción, abre la puerta a otros posibles candidatos.

Otro globo que se ha desinflado en el campo republicano es Tim Scott, de Carolina del Sur y único senador negro en el Partido Republicano. Sus posiciones moderadas y su personalidad parecían atrayentes desde un principio, pero las encuestas indican que no consigue atraer suficientes votos. En realidad, la población negra está prácticamente comprometida con el Partido Demócrata, pero la atracción de Scott era precisamente la posibilidad de apelar a un cierto número de votantes negros al Partido Republicano, lo que le valdría también un gran apoyo de la población blanca.

Lo cierto es que la realidad de los últimos años ha cambiado el signo de ambos partidos en la sociedad norteamericana: los republicanos, tradicionalmente el partido de patricios, es hoy en día el partido populista que atrae a las clases trabajadoras, mientras que los demócratas se han ido convirtiendo en un partido elitista con gran apoyo entre los ricos e intelectuales de ambas costas.

El campo republicano sigue dominado por el presidente Trump, quien no parece amilanarse ante la avalancha de pleitos y denuncias en contra suyo: en la reciente Feria del Estado de Iowa, a la que acudieron todos los candidatos republicanos, desbancó a todos sus rivales en cuanto llegó.

A pesar de que, según varias encuestas, Trump es el único candidato al que Biden podría ganar, lo que hace difícil comprender el esfuerzo de la Casa Blanca por alejarlo de las urnas con una larga serie de pleitos… aunque los problemas legales parecen afectar por un igual ahora a ambos candidatos.

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