Opinión

Las principales revistas médicas piden poner fin urgente a los arsenales nucleares

Las revistas médicas advierten de que incluso un conflicto nuclear de carácter limitado podría acabar con la vida de más de ciento veinte millones de seres humanos

Borrachera nuclear

Borrachera nuclear

En una acción sin precedentes, las principales revistas médicas del mundo han publicado un editorial común en el que se pide poner fin cuanto antes a los arsenales nucleares.

Se trata de un hecho insólito, que alerta de la gravedad y la urgencia del problema, por cuanto esas revistas –entre ellas The Lancet, el British Medical Journal o JAMA, su equivalente estadounidense– compiten normalmente entre sí .

El editorial, cuando se conmemora el 78 aniversario del lanzamiento por Estados Unidos de sendas bombas atómicas sobre las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki, insta a los líderes mundiales a acabar con ese tipo de armas, capaces de acabar con la humanidad.

En él se señala con preocupación que las manillas simbólicas del llamado Reloj del Apocalipsis, creado por el grupo de expertos del Boletín de Científicos Atómicas, está ya a sólo segundos de la medianoche, momento al que, de llegarse, sería el fin del mundo tal y como lo conocemos.

El peligro de conflagración nuclear nunca ha estado tan cerca como en este momento por culpa sobre todo de la tensión entre EEUU y Rusia en torno a la guerra de Ucrania.

El Gobierno de Vladimir Putin ha amenazado con utilizar el arma nuclear en el caso de que prosperase la contraofensiva ucraniana y se viese amenazada incluso la península de Crimea, que considera, desde su ocupación, parte del territorio nacional ruso.

Y cada vez hay más voces que sobre todo en Estados Unidos parecen querer normalizar una posible guerra nuclear de carácter limitado ya sea en Ucrania, ya en el conflicto con China en torno a la isla de Taiwán.

Según las revistas médicas, el actual control de armas nucleares y los esfuerzos a favor de su no proliferación son claramente inadecuados para proteger a la población mundial de ese tipo de amenazas.

La modernización de los arsenales nucleares aumenta los riesgos y así, por ejemplo, los llamados «misiles hipersónicos» recortan peligrosamente el tiempo necesario para distinguir un ataque nuclear de una falsa alarma, lo cual aumenta el peligro de escalada.

Las revistas médicas advierten de que incluso un conflicto nuclear de carácter limitado podría acabar con la vida de más de ciento veinte millones de seres humanos y causar de paso alteraciones en el clima que provocarían a su vez enormes hambrunas.

Pero una guerra atómica entre EEUU y Rusia causaría la muerte inmediata de más de 200 millones de personas y provocaría además un invierno nuclear (1), del que serían víctimas, según se calcula, de cinco a seis mil millones, es decir, que estaría amenazada la propia supervivencia de la humanidad.

De ahí que los autores del editorial pidan a los países nucleares que den pasos acelerados que conduzcan a la raíz misma del problema, que es la existencia de ese tipo de armas.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), los nueve países que tienen armas nucleares en sus arsenales sumaban un total de 9.576 a comienzos de este año. Y Rusia y Estados Unidos controlan el 90 por ciento del total.

Ninguno de esos países apoya, sin embargo, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, aprobado en julio de 2017, como conclusión de una conferencia internacional que fue boicoteada por las potencias atómicas así como todos los miembros de la OTAN, salvo Holanda, que, sin embargo, votó en contra.

(1) Según los científicos, una conflagración nuclear levantaría una enorme nube de ceniza y de polvo que estaría en suspensión durante mucho tiempo en la atmósfera y que dificultaría o impediría el paso de la luz solar con consecuencias desastrosas para la vida en el planeta.

Suscríbete para seguir leyendo