Opinión

Izquierda: la industrialización de derechos

Izquierda: la industrialización de derechos

Izquierda: la industrialización de derechos / Kevin Eng

El remix de eco-pacifismo-feminismo fue una panoplia interesante, y como superoferta, nada desdeñable. Se abrió a un nuevo mercado que ya empezaba a pujar. Se producía este tránsito cuando la izquierda comunista era dirigida por obreros manuales: un minero, trabajador textil, otro agricultor. Los viejos burócratas habían tenido más prestigio. Los burgueses comunistas, más vivos y olfativos, se fueron al PSOE. Los orígenes de clase de quienes abrazaron reivindicaciones no obreras eran netamente pequeño burgueses, como en el Mayo francés (incubadora de la posmodernidad). La izquierda buscaba, derrumbado el Telón de acero y el obrerismo comunista, que cada cliente tuviera su traje a medida, ya que la clase obrera quedaba emboscada en los sindicatos (almacén de intendencia), combatiendo por mínimas subidas salariales, con las que jamás se han hecho ni una revolución ni reformas.

El paradigma del trabajador quedó definitivamente destronado del horizonte de la izquierda y hubo que buscar su reemplazo en sectores que impugnaran el sistema. Como el explotador, plusvalía, capitalismo, estatismo habían desparecido buscaron conexiones con el pasado en el neoliberalismo, «el mercado», la globalización, ganando muchísimo en conceptos y abstracción. Lo concreto y material desapareció aunque el camino quedaba empedrado de machismo y micromachismos, heteropatriarcado, cambio climático. El conjunto parecía un regreso a la teología política (Carl Schmitt). Alguien comprobó que la desaparición de los derechos de los trabajadores y explotados era total. Y lo más punzante aún, que sin derechos a reivindicar no había manera de que hubiera víctimas.

Pareciera que el Derecho Natural divino y humano, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, la Declaración del Hombre y del Ciudadano de 1789, la Bill of Rights inglesa de 1689 habrían servido de nada o poco: pero tampoco verdaderos tratados religiosos, éticos y normativos, como la Torá, la Biblia y el Corán.

Las víctimas sin trabajadores explotados quedaban muy diluidas, no se había hurgado en todos los que tenían sus derechos no reconocidos. Y se regresó a otro tipo de nominalismo medieval, no por algo radicalmente nuevo y distinto, ya que siendo el mundo muy parecido su visión quedó alterada, lo que ansiosos e inconformes aprovecharían para darle un encuadre administrativo profundo. Fraccionado la familia en tipos y en la sexualidad en categorías, que todas menos una o dos ya estaban, se ampliaban los derechos, pero no lo suficiente; enfermedades o dietas generaban también derechos, al margen de su cobertura; los animales obtuvieron sus derechos y algunas cosas (y hasta lenguas). Como dijo Simone Weil (tampoco la conocen: pensadora del trabajo obrero) los deberes deberían ser los que configuraran los derechos. La correlación civilizatoria y jurídica: derechos/obligaciones. Menos para los niños.

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