Orden internacional

La guerra de Gaza enfrenta al sur global contra la "doble moral" de Occidente

Sudáfrica enarbola la bandera anticolonialista con el caso contra Israel en La Haya por genocidio | Rusia y China tratan de aprovechar la ira por la matanza

La guerra de Gaza provoca una revolución diplomática del sur global.

La guerra de Gaza provoca una revolución diplomática del sur global. / Koen Van Weel

Mario Saavedra

La presentación este jueves en Madrid de la conferencia de la relatora de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, comenzó con un agradecimiento a cada una de las embajadas presentes en el acto: China, Palestina, Venezuela, Siria... Cuando se nombró a la embajadora de Sudáfrica, la sala prorrumpió en aplausos y vítores. Sankie Mthembi-Mahanyele tuvo que ponerse en pie para agradecer la ovación al centenar largo de diputados, senadores, periodistas, jefes de misión extranjeros y activistas propalestinos presentes en la sala de prensa del Parlamento Europeo en la capital, que albergaba el acto, según han informado a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica.

El país africano se ha convertido en el icono de la defensa de los derechos humanos para parte de la población mundial, especialmente en el llamado sur global, los países no-occidentales. Corren como la pólvora por redes sociales extractos de los alegatos de los abogados de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, defendiendo su caso contra Israel por presuntas violaciones de la convención para la prevención del Genocidio. Proliferan los "memes" en los que Sudáfrica aparece retratada como la heroína que, tras acabar con el apartheid que discriminaba a la población negra, sería ahora el país que más ha hecho por defender a los civiles palestinos de las bombas de Israel en Gaza, ante la percibida indiferencia de Occidente y parte de los países árabes.

"Muchos de los países del llamado sur global se han hartado de los dobles raseros de Occidente en las cuestiones de derechos humanos y de legislación internacional", opina para este diario Saul J. Takahashi, profesor de Derechos Humanos y Estudios de Paz de la Universidad de Osaka Jogakuin (Japón). Para el experto, la guerra de Israel en Gaza amenaza con convertirse en "la tumba del orden liderado por Occidente". Si Rusia estaba violando ese "mundo basado en reglas" al invadir el territorio soberano de Ucrania, ¿por qué se permite que Israel mantenga una ocupación ilegal del territorio palestino, a pesar de las decenas de resoluciones de Naciones Unidas en contra? "La doble moral ha quedado patente de forma clamorosa en Ucrania y Palestina", apostilla el pensador japonés. "De lo que no se dan cuenta los países occidentales es que seguir como si esto fuera otro día en la oficina es un grave error".

El impacto es especialmente elevado en el Magreb y Oriente Próximo. El 97% de los 8.000 encuestados en 16 países por el Centro Árabe de Investigación y Estudios Políticos han confensado sentir "estrés psicológico de diverso grado" a causa de la ofensiva de Israel en Gaza.

Doble "doble moral"

Una diplomática española contaba recientemente a este diario cómo ese nuevo relato se percibe cada vez con más claridad en las altas instituciones internacionales. Apuntaba a un matiz importante: muchos de los países del sur global que claman contra la doble moral la aplican ellos mismos. China reprime los derechos de la etnia uigur en Xinjiang con detenciones masivas arbitrarias y somete al resto de la población del país a una fuerte limitación de las libertades personales. Rusia encarcela a los disidentes e intenta expandir por la fuerza fuera las fronteras del país, en una clara violación de las reglas internacionales. En el caso de Sudáfrica, la doble moral es más diplomática. En 2015 ignoró la petición de arresto del presidente sudanés Omar Hassan al-Bashir, acusado por la Corte Penal Internacional de genocidio. Más recientemente, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, se pronunció en contra del arresto de su homólogo ruso Vladímir Putin si acudía por la cumbre de los BRICS en Johannesburgo.

Anthony Dworkin es investigador senior del centro de estudios ECFR. Asegura que, en sus conversaciones con diplomáticos y altos funcionarios de la ONU o de países en vías de desarrollo en Ginebra o en Nueva York, la sensación siempre es la misma: el sur global se siente desconectado de Occidente, indignado ante la doble vara de medir en cuestiones de legislación internacional o derechos humanos. No es una sensación totalmente nueva, apunta en conversación con este diario desde Londres. Es una suerte de afrenta histórica que se intensificó recientemente con la pandemia y el acaparamiento de vacunas por parte de los países avanzados, y creció aún más con la insistencia de los países aliados para que el mundo condenara la invasión rusa de Ucrania. De América Latina a Asia, pasando por África, algunas cancillerías recordaban entonces que en el mundo había muchas otras guerras que no recibían la misma repulsa de Occidente.

"Ahora la atmósfera se ha enrarecido aún más. Alegan que si hay que preocuparse por la justicia y detener los crímenes de guerra y el impacto en la población civil ucraniana, ¿cómo es posible que Occidente haga la vista gorda ante cosas similares que está haciendo Israel, simplemente porque es un aliado político?", subraya Dworkin. "La tendencia es clara, hacia un sentimiento más negativo y a un aumento de la brecha con esos países derivado de la guerra de Gaza".

Ganancias de Rusia y China

En este río revuelto están pescando los dos países que más chocan con Occidente. El primero es China, que impulsa una diplomacia pacifista frente a una Administración estadounidense que envía armas, tanto a Israel como a Ucrania. Pekín es bien visto en buena parte de los países menos avanzados porque ofrece al mismo tiempo apoyo a las causas anticoloniales, con críticas explícitas a la ocupación de Israel de los territorios palestinos, y promesas de negocios, inversiones y crecimiento económico conjunto.

El caso de Rusia es algo más complicado. Moscú vende que en Ucrania se está enfrentando con la OTAN, en su mayor parte formado por países occidentales. Su agenda es más belicista, por ejemplo en los países del Sahel, como Malí, Níger o República Centroafricana, donde ofrece a sus mercenarios para acabar con las insurgencias que los Ejércitos occidentales y los cascos azules de Naciones Unidas, alega, no han conseguido solucionar. Tras el inicio de la guerra de Israel contra Hamás en Gaza, el régimen de Putin ha promocionado en sus medios las contradicciones occidentales, especialmente las estadounidenses: guerra contra la ocupación de Ucrania, tolerancia ante la ocupación israelí de los Territorios palestinos.

Estos discursos no se limitan a los gobiernos de países en vías de desarrollo. "Estamos perdiendo nuestra estatura moral en el resto del mundo, incluido Oriente Próximo", ha dicho el Alto Representante de Política Exterior y de seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell. En la misma línea se ha expresado el presidente español, Pedro Sánchez. "Ucrania y Gaza son conflictos muy diferentes, pero tienen algo en común: en ambos está en juego la vida y los derechos humanos de muchas personas, y en ambos se ponen en entredicho los valores de la comunidad internacional", dijo en un discurso ante los 130 embajadores españoles en el extranjero reunidos en Madrid. "Tenemos que reconocer el Estado palestino de una vez por todas. Mientras, la población palestina no puede pagar por los actos de Hamás. Está en juego la credibilidad de Europa, de Occidente, y también el sistema multilateral y de Naciones Unidas".