Movimiento nazi antitabaco
No fue hasta la década de los 60 del siglo pasado cuando se comenzó a estudiar la relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón. Sin embargo, fueron los nazis los que llegaron primero a esta conclusión y empezaron a prohibirlo mucho antes, aunque por diferentes motivos.
Los nazis tenían pruebas de que el tabaco podía producir cáncer, pero la verdadera razón por la que decidieron abolirlo fue para evitar que la raza aria perdiera su pureza. Consideraban que el hábito afectaba a la fertilidad femenina ya que podía provocar abortos y que dañaba el vigor de los hombres.
La limpieza racial que se llevó a cabo en la Alemania nazi no solo trató de acabar con el tabaquismo, también se comenzó a eliminar a toda persona con defectos mentales o físicos. Dentro de esta limpieza se contemplaba a los gitanos, las personas con problemas de salud mental o los propios judíos.
A partir de 1939 científicos alemanes como Schairer o Schöniger consiguieron demostrar la relación del consumo de tabaco con el cáncer de pulmón y el daño cardiovascular y, además, dieron por primera vez importancia a la figura del fumador pasivo. Una vez contaron con toda la evidencia científica que consideraron necesaria iniciaron una campaña contra el tabaco gracias a la que se prohibió su consumo en espacios públicos, trenes y coches particulares y se condenaba también que se publicitara. Además, la prohibición se extendió a militares de servicio, mujeres embarazadas y a los menores de 18 años.
Entre las campañas antitabaco que podemos encontrar, destacan dos, la que decía «Las mujeres alemanas no fuman» y la que afirmaba «Nuestro Führer no fuma». Además, llegó a debatirse si los fumadores debían contar con los mismos servicios sanitarios que el resto de sus compatriotas. Como ocurre hoy, el tabaco se gravó con duros impuestos para disuadir a los consumidores.
Al parecer, el propio Hitler pensó en añadir una advertencia en las cajas de tabaco, algo que no se volvió a considerar hasta medio siglo después. La venta de tabaco en el mercado negro estaba en alza, lo cual truncaba los planes de Hitler de terminar con el hábito. El número de fumadores no comenzó a disminuir hasta finales de la década de los 30, algo que puede relacionarse más con la pobreza derivada de la guerra que con los esfuerzos del Führer.
Cuando éste fue derrotado, la industria tabacalera se afianzó, señalando que Hitler no fumaba, convenciendo así a muchos de que fumar era una buena excusa para posicionarse como antinazi. Por si fuera poco, parte del dinero del Plan Marshall se destinó a enviar tabaco gratis a Alemania con el fin de ayudar a las compañías tabaqueras.
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