CD Tenerife

Aitor Sanz ya es leyenda: 357 partidos con el CD Tenerife

El capitán blanquiazul se ha convertido en una leyenda viviente y en activo del equipo canario

Aitor Sanz, en el Heliodoro.

Aitor Sanz, en el Heliodoro. / CD Tenerife

Manoj Daswani

Manoj Daswani

¿En qué momento se traspasa la línea que separa a las leyendas del resto de mortales? ¿Cuándo se gana un futbolista un sitio de honor en la galería de los héroes? ¿En qué partido entra un deportista en el umbral de la historia? Posiblemente, no haya cambiado nada este domingo cuando el contador de Aitor Sanz Martín (Madrid, 1984) pasó del 356 al 357. Igualó a Felipe Miñambres, ilustre entre los ilustres, pero realmente fue mucho antes cuando el emblemático capitán blanquiazul se granjeó la admiración unánime y el cariño de todos.

Fue cuando ejerció de pegamento en los momentos de unidad, cuando llegó y tardó apenas unos días en mimetizarse en el paisaje blanco y azul, cuando capeó en primera persona las situaciones de crisis, cuando ejerció como portavoz inmejorable, cuando ofreció mensaje para el desconsuelo (Getafe y Girona, qué decepción en el abecé del representativo se escribe con ge) y cuando el tinerfeñismo percibió que Aitor le honraba con cada uno de sus comportamientos, palabras y decisiones.

Icono, emblema y ejemplo, Sanz aseguran que son «palabras mayores» que se le asigne sitio preferente en la historia del Tenerife. Su tarjeta de méritos no tiene linaje europeo ni ha llegado a inscribir partidos en Primera, pero su compromiso y los servicios prestados bien valen una distinción especial. Aitor llegó proveniente del Oviedo por el empeño de Quique Medina y se ganó con todo merecimiento el afecto infinito que le profesa la afición del Heliodoro, su condición de referente para las nuevas generaciones y el apelativo de chicharrero –para siempre– aunque haya nacido en San Agustín de Guadalix. En su historia blanquiazul, un buen puñado de derbis victoriosos, un ascenso analgésico a Segunda y un papel crucial en la temporada que acabó con uno de los momentos que Aitor se llevará del Tenerife para siempre: aquella secuencia del Heliodoro cantando su himno, orgulloso, aunque luego el final (infeliz) no fuera el que la Isla deseaba y Aitor merecía.

«Cuando te gusta lo que haces, la ilusión es difícil perderla. Así que esa es una de las claves», responde cuando se le pregunta por el secreto de la longevidad. Según cuenta, cada día que pasa disfruta más de la experiencia de ser del Tenerife y lucir sus colores. «Desde luego. A raíz de la lesión grave que tuve estoy valorando todo mucho más. Se va acercando el final y uno se da cuenta, así que intento disfrutar cada entrenamiento, cada partido y hasta cada tarea que a uno le toca cumplir», aduce sin dar pistas respecto a su futuro más inmediato.

«Si estamos contando con minutos y con protagonismo, supongo que será porque nos lo hemos ganado Ningún entrenador es tonto y siempre quiere lo mejor para sus equipos; entiendo que para cada partido se alinea a los once mejores o más adecuados para cada ocasión. Y, sí, claro que es una cuestión de que nos lo hemos ganado, igual que ha habido momentos puntuales en los que hemos participado menos. Yo personalmente estoy muy contento de mi balance y de haber disfrutado de minutos todo este tiempo. Y así espero seguir, teniendo la confianza desde el banquillo», responde. No en vano, antes de renovar por última vez –para firmar su duodécimo año blanquiazul– quiso testar en la voz del entrenador (Asier Garitano) que le quería por su fútbol y no solo por sus otras virtudes. Que no son pocas.

En Albacete acaba de igualar a Felipe Miñambres en el podio de los históricos y el próximo viernes se quedará para sí solo el escalafón de bronce.

«Los tiempos han cambiado un poco. Ahora el trabajo que se hace en cuanto a prevención de lesiones, gimnasio y demás ha conseguido que la carrera de los futbolistas se alargue más. Y si mentalmente estás con ese entusiasmo del que hablábamos, se consigue llegar adonde antes a lo mejor no se llegaba. Desde la experiencia manejas mejor los esfuerzos, te ubicas mejor en el campo y luego es cuestión de que el cuerpo te dé». Quién sabe si en el futuro entrenador o incluso presidente del representativo, está preparado para todo. Ha hecho un máster en tinerfeñismo que ayer alcanzó un rango más. A la altura de Felipe. Pero con muchos episodios aún por escribirse.