Una pareja que se disuelve

La Copa quiebra una pareja que parecía indisoluble. El partido del miércoles en el Verónica Boquete (0-1 contra el Compostela) puso fin a una racha de 12 partidos oficiales consecutivos con el mismo dueto de mediocentros: Sergio González-Álex Corredera. Nadie habría apostado un centavo por esta combinación cuando arrancó la pretemporada y Asier Garitano se acercó al cartagenero, al que anunció en privado su nueva demarcación: la de pivote, aquella donde habría brillado en el Cádiz (ascendió a Primera) y para la que fue fichado por Juan Carlos Cordero.

La altísima competencia y la necesidad de un proceso de readaptación a las funciones propias de la sala de máquinas parecían factores adversos para Sergio, que a su vez se vio beneficiado de repente por un aluvión de situaciones sobrevenidas que sí le favorecieron: la excesiva tardanza en cerrarse la lesión de Yann Bodiger y las desgracias en forma de lesiones, que se cobraron hasta a dos pivotes, primero Javi Alonso (en el último amistoso de El Albir) y Aitor Sanz, que quedó fuera de combate en la jornada inaugural.

A González le tocó asumir la titularidad mucho antes de lo previsto. Y llegó para quedarse. Su altísimo grado de fiabilidad y su capacidad para entenderse con Corredera en la línea medular les hicieron a los dos incuestionables nada menos que por 12 jornadas seguidas, las mismas que coincidieron con el liderato del equipo, las dos victorias consecutivas a domicilio (Andorra y Huesca) y otras tantas experiencias felices. También las hubo más amargas, pero Garitano no le retiró la confianza a ninguno de los dos, que a fuerza de titularidades se ganaron un hueco entre los futbolistas más utilizados por el míster: más de 1.000 minutos el gerundense, solo unos pocos menos su ya inseparable acompañante.

Pero la Copa dio carrete a Aitor, ya recuperado; y al canterano Pablo. Y las necesidades aprietan. Para Valladolid se plantea un dilema interesante: disolver de nuevo la solvente pareja en el medio y de volver a Sergio a la defensa, donde pintan bastos y escasean los efectivos. Garitano se lo piensa. La respuesta, en menos de 48 horas.

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