El canterano del CD Tenerife al que llamaban el 'Busquets' del filial

Así juega Pablo Hernández, el jugador del filial que firmó con el primer equipo y que debutó de manera oficial ante el SD Éibar

Pablo junto a Teto, en el Girona-Tenerife, al que fue como aficionado.

Pablo junto a Teto, en el Girona-Tenerife, al que fue como aficionado. / M. Daswani

Manoj Daswani

Manoj Daswani

34 comparecencias a las órdenes de Mazinho, 30 titularidades y casi 2.500 minutos jugados era el bagaje de Pablo Hernández Luis en el filial cuando se produjo la primera llamada de Luis Miguel Ramis. Fue convocado y no jugó, pero ya aquella presencia inicial con los mayores fue un claro indicio de lo que estaba por venir: ficha profesional y minutos antes la SD Éibar y el Burgos FC.

Forjado su talento primero en la Escuela Municipal de Candelaria y luego en el Juventud Real Laguna, sus técnicos de entonces ya hablaban maravillas de Pablo, a quien luego –ya cuando era blanquiazul– llegaron a llamar el Busquets del filial. Era una comparativa entre bromas, pero también con mucho de verdad por su incuestionable capacidad «para abarcar mucho campo y comportarse como un adulto» sobre la cancha.

Tiene 22 años pero la cabeza bien amueblada. Y además ha superado momentos difíciles como el de su aterrizaje en el Tenerife, con escaso protagonismo en su primer año en el filial. Sus entrenadores blanquiazules remarcan su trayectoria alcista y que fue partícipe de uno de los mejores juveniles que ha tenido el club en su historia reciente (campeón en División de Honor por delante de la UD Las Palmas con Cristo Marrero a los mandos).

Y entre bromas cuentan que era «un poco protestón» cuando se quedaba fuera de las alineaciones o tenía que ejercer como central, «porque su vocación fue siempre la de pivote», justamente la demarcación que ahora se ha quedado huérfana en el primer equipo tras la desgracia de otro canterano (Javi Alonso) y la lesión del capitán (Aitor Sanz), que le ha abierto las puertas de par en par. Justamente fue el madrileño quien le advirtió de que sus sensaciones no eran buenas y le hizo caer en la cuenta a Pablo de que su oportunidad podía estar próxima en el tiempo.

Hijo de Juanjo, conductor de ambulancias y entusiasta seguidor de la Ginebrita; y de Yolanda, su madre, que nunca entra a ver sus partidos para ahuyentar las malas vibraciones. Con más de un lustro en la cadena de filiales, ha sabido granjearse Hernández la simpatía y el respeto de compañeros y rivales. De hecho, aquellos a los que tuvo como adversarios remarcan su madurez y su don para estar ahí donde debe. Su lema lo componen tres palabras: «Humildad, trabajo y sacrificio».