Concepción: «Entré un poco asustado y me voy orgulloso»

El presidente del Tenerife hace balance de su trayectoria a pocos días de su despedida

Miguel Concepción

Miguel Concepción / Carsten W. Lauritsen

El Día

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Miguel Concepción dejará de ser presidente del Tenerife el miércoles que viene, en la junta de accionistas en la que se procederá a renovar un consejo de administración en el que ya no estará el empresario palmero. A tan pocos días de su despedida, ofreció una entrevista publicada por los canales de comunicación del club. En una charla con los periodistas Mayte Castro y Juan Carlos Castañeda, el máximo dirigente de la entidad desde febrero de 2006, repasa su trayectoria y mira al futuro.

Echando la vista atrás, reconoce que nunca se planteó ser presidente del Tenerife. Y menos, a lo largo de tanto tiempo. «Nunca se me pasó por la cabeza», dijo. «Traté de ayudar, porque lo que primaba era el club. Intenté colaborar con Víctor Pérez Ascanio (anterior presidente), en la gestión. Él me preguntaba si yo quería ser su sustituto y le respondía que solo quería ayudar para que la institución no se cayera. Si entré, fue por sentido de la responsabilidad, porque veía que no había nadie», continuó. «Llegué un poco asustado y me voy orgulloso por el trabajo realizado para levantar el club».

¿Cómo empezó todo?Concepción se animó a dar el paso de ponerse al frente del Tenerife en una situación de crisis. «En la famosa comida de La Ermita, nos reunimos unos 40 empresarios», recordó trasladándose al mes de enero de 2006. «El precursor fue Paulino Rivero. Y yo estaba allí. Salieron compromisos por parte de todos. Dijeron que iban a apoyar, pero, realmente, solo nos sentamos en la mesa del Ayuntamiento de El Sauzal ocho empresarios unos días después. Estábamos dispuestos a comprometernos y a firmar para tratar de salvar momentáneamente la situación, pero nadie quería ser presidente. Paulino salía de un despacho a cada rato y nos venía a ver, y nos pedía que nos pusiéramos de acuerdo. Después más de dos horas, me sentí obligado a dar el paso por responsabilidad moral, ya que mi grupo era al máximo accionista», relató.

Concepción apuntó que la primera actuación debía centrarse en controlar la deuda. «Había que culminar una primera negociación con CajaCanarias, porque se arrastraba una deuda de más de 15 millones de euros. El Tenerife llevaba un tiempo siendo insolvente. La deuda superaba los 50 millones. Estábamos en quiebra».

A partir de ahí, Concepción tiró de su experiencia como empresario para superar los mayores obstáculos. «Empezamos a avanzar. Pasamos unos años difíciles, pero aplicamos una administración austera y mucho orden, y después de 15 años pudimos dar por saneado al Tenerife. Ahora es un club económicamente sólido. Tiene unas buenas bases. De hecho, el valor de la plantilla es superior al de la deuda», resumió el dirigente.

«Soy empresario desde que tengo uso de razón», continuó Concepción. «Es algo que aprendí de mi padre. Y la magia del Tenerife ha estado en emplear una política empresarial. El sentimiento es una cosa y los números son otra. Aquí se han llevado las cuentas con mucho rigor. Se ha manejado el gasto. Y eso nos ha dado como resultado que tenemos una institución saneada. Eso es algo que sí sé hacer. Quizás, el ámbito deportivo no es mi fuerte. No tengo más conocimientos que un aficionado normal, y más bien de corte bajo».

Desde esa perspectiva de aficionado, pudo vivir desde primera línea acontecimientos cruciales en la vida deportiva del Tenerife, como el ascenso a Primera de 2009 o las dos finales para subir a esa misma categoría en 2017 y 2022. ¿Con qué se queda de esas experiencias?«Soy de La Palma y todavía recuerdo cómo me impresionó la llegada del equipo a Los Rodeos (tras ganar en Montilivi en 2009)», comenzó antes de pasar a las dos promociones, ambas con el mismo desenlace adverso. «En Getafe había mucha ilusión. Madrid se llenó de camisetas del Tenerife. Pero nos conformamos con el resultado favorable de la ida y el rival nos pasó por encima. Ellos sí estaban convencidos. Todos sabemos el entrenador que es Bordalás, su línea de trabajo, y nos ganó la partida. Pasaron los años y nos volvió a llegar la oportunidad. Además, en nuestro estadio, con nuestra gente, en el año del centenario, con el campo a reventar, con el himno cantado por toda la masa de aficionados... Son momentos que te quedan grabados. Yno le dimos una alegría a la afición. Tampoco estábamos mentalizados. No basta con trabajar en el campo físicamente. A veces también hay que hacerlo mentalmente. Ahí fallamos. Pero dejamos una llama encendida y prueba de ello es que superamos la cifra de abonados en unos tres mil», declaró.

En el terreno de las sensaciones, Concepción reveló que inicia cada temporada con la esperanza de lograr el ascenso. «Eso nunca se ha apagado», advirtió antes de intentar explicar lo que representa el Tenerife. «Cuando piensas en ello, te quedas chiquitito», comentó con la certeza de que «hay muchas personas que tienen su mayor ilusión puesta en poder ver al Tenerife, y debemos ser respetuosos con ese sentimiento». El todavía presidente del club siguió reflexionando sobre la impronta del tinerfeñismo. «Hay que ver lo que es la vida depositada en un escudo», señaló. «Yo tardo dos horas en descargar la tensión que me provoca cada partido, pero sé que hay personas que tienen que esperar toda una semana, hasta que llega el siguiente encuentro, para poder sentirse bien», concluyó.