Entrevista | José Guadalupe Gandarilla Salgado Filósofo

José Guadalupe Gandarilla: «Hay que construir de otro modo la noción de lo universal»

José Guadalupe Gandarilla Salgado, uno de los más importantes filósofos mexicanos vivos, intervino recientemente en el ciclo ‘No-Todo’ del TEA de Tenerife

José Guadalupe Gandarilla Salgado. | | TEA

José Guadalupe Gandarilla Salgado. | | TEA / mariano de santa ana

En su conferencia Tres versiones filosóficas del No-Todo desde América y el Caribe afirmó que es posible asediar la idea de totalidad desde la filosofía. ¿Puede abundar en esta cuestión?

La noción de totalidad remite, desde luego, a proposiciones filosóficas de larga data, así que, sin remitir a toda su historia, podemos partir de la recuperación de ese concepto y de su apropiación metodológica que hace un siglo propuso Georg Lukács en su obra Historia y conciencia de clase (1923), y que no era solo un pretendido homenaje a Hegel, sino un diagnóstico de la época, y que en pleno avance de la fragmentación de la producción, identifica el avance de la cosificación, que impacta no solo al objeto sino al mismo sujeto, de ahí que aspire a una reconstrucción, con otro sentido, de la totalidad u orden social. La obra de Lukács fue influyente, al punto que está en los orígenes remotos del denominado «marxismo occidental», o de la «teoría crítica», cuyo enfoque de los problemas los remite a la totalidad, de ahí que se hablará luego de un predominio de una falsa totalidad, de una necesaria re-totalización, o hasta de la necesidad de ubicarse por fuera o en los márgenes de la totalidad, para ejercitar una crítica desde la «exterioridad».

¿Es el concepto de «no-todo», que da título al ciclo y a su conferencia, el punto de partida para el proyecto de una contramodernidad emancipadora?

También el concepto de «no-todo» encuentra implicaciones en diversos terrenos, como pueden ser el psicoanálisis, las modernas teorías de conjuntos o los temas de la interdisciplina y los sistemas complejos, pero aquí propongo pensarlo con relación al tema de la modernidad, su crisis y la búsqueda de las alternativas, siendo así el tema nos conduce a la cuestión de qué tanto verdaderamente la modernidad se acoge a sus promesas emancipatorias o a la creación de condiciones para una vida buena para la gente, y lo que ahí encontramos, en una lectura de largo plazo, y en la coyuntura más reciente, no es solo una enorme deuda histórica, sino la instrumentación de ese proyecto (en beneficio de un complejo civilizatorio, y de unos cuantos dentro de tal entramado societal) con un enorme costo de calamidades para el resto sufriente humano que recibe el impacto (colonizador) de esos procesos, hay que apostar entonces por una visión utópica o proyectual que apunte a un «más allá de» la modernidad, el capitalismo, el colonialismo, el racismo, la dominación de género, y el colapso climático, si a ello se le denomina modernidad autocrítica, contra-modernidad, o transmodernidad, son propuestas que hay que tomar muy en serio, y profundizarlas.

En su intervención habló también sobre el aporte del pensamiento latinoamericano y caribeño a este proyecto. Nombró a autores como, entre otros, Enrique Dussel, Eduardo Grüner y Édouard Glissant. ¿En qué consiste tal aporte?

Justo en esto que estaba señalando en la búsqueda de discursos y prácticas que señalando la falsedad de una totalidad u orden vigente que se presenta como emancipadora y realización de los más altos valores humanos, hace de dichos principios realidades incompletas o hasta promesas huecas cuando lo que está encubriendo son políticas de dominación, explotación y apropiación del excedente social, que descansan en estructuras de la clasificación racializada de las gentes, y es desde esas colectividades humanas, las expuestas al sufrimiento y victimización, desde las que hemos de reconstituir un mundo con otro sentido, a esa lucha es a la que suman sus planteamientos dichos aportes.

«El concepto ‘no-todo’ tiene implicaciones en el psicoanálisis, la teoría de los conjuntos o en la interdisciplina»

¿Qué efectividad ha tenido esta iniciativa en la construcción de un nuevo universalismo que no sea totalizante?

En estos planteamientos no se elude o combate el universalismo abstracto desde un particularismo excluyente o que promueva un atavismo esencialista, por el contrario, al denunciar al universalismo totalizante como un falso universalismo, como un universalismo no entero, incompleto, buscan construir de otro modo la noción de lo universal, y el ciclo histórico de movimientos que impulsan la lucha por derechos o el cambio y relevo de instituciones, dan cuenta de esa efectividad.

¿Qué transformación puede desencadenar esta crítica a los universales abstractos?

La de una política que, desde la exterioridad sometida o excluida, obliga a esa totalidad a transformaciones parciales o amplias, estas filosofías trans-ontológicas no renuncian a la posibilidad de alcanzar categorías universalizantes, siempre y cuando estas se construyan o instituyan de modo democrático, a sabiendas de que tales «pretensiones de totalidad» son también históricas, esto es, que durarán hasta que otras formulaciones les disputen el consenso alcanzado o les rebatan su hegemonía.

¿Es compatible este pensamiento desde el Sur con la noción de «cosmopolitismo radical» de la filósofa Susan Buck-Morss, que le precedió en este ciclo?

Yo diría que no solo es compatible, sino que ya en otros foros lo hemos conversado y discutido con ella misma. Cuando fue a la Ciudad de México, y en un evento en la UNAM arribábamos a la conclusión de que era necesario reunir, interconectar, proposiciones legítimas y plurales que apuntan hacia el universalismo concreto, y se construyen desde renovados cosmopolitismos cuyo lugar de enunciación esta por fuera, por debajo, o en los márgenes del discurso filosófico convencional, establecido.