Medalla de Oro a Valeria Castro, la voz volcánica que sana

La cantautora palmera consagra su nombre desde la isla al mundo con ‘la raíz’ amarrada a la garganta

La cantautora Valeria Castro durante su concierto en el Auditorio Alfredo Kraus el pasado 25 de abril.

La cantautora Valeria Castro durante su concierto en el Auditorio Alfredo Kraus el pasado 25 de abril. / NACHO GONZÁLEZ ORAMAS

El nombre de la palmera Valeria Castro erupcionó en el terreno musical como el volcán que arrasó el corazón de su isla natal, pero lejos de sepultar el horizonte, su voz abrió caminos de sol y esperanza a través de la lava.

Fue en 2021, el año en que las coladas hicieron cenizas el hogar de su abuela Micaela, cuando Valeria Castro midió su voz con las fuerzas de la naturaleza y encumbró Chiquita (Warner Music), su primer EP, fraguado como un álbum de recuerdos que salvó de las llamas y que marcó el rumbo de su música. Luego, horadando esa memoria que anida en la isla bonita, nace su primer álbum, Con cariño y con cuidado (Warner Music, 2023), donde emerge La Raíz como el canto íntimo y universal que consagra su voz desde La Palma al mundo.

Este 2024, el Gobierno de Canarias distingue a la cantautora isleña con una de sus 13 Medallas de Oro, que la artista recibe tras un largo periplo de candidaturas y reconocimientos internacionales, que incluye una nominación a los Premios Grammy Latino por La Raíz; otra a Mejor Canción Original en los Premios Goya por El amor de Andrea, de la película homónima, interpretada junto a Vetusta Morla; el galardón a Mejor Canción del Año por el tema ya citado en los Premios Canarios de la Música y un fulgurante doblete en los Premios de la Música Independiente Española (MIN), en las categorías de Mejor Álbum de Raíz y Mejor Artista Emergente.

Nacida en Los Llanos de Aridane en 1999, hija de una médica y un profesor de matemáticas, y hermana de una gemela idéntica, Paulina, las Castro destacaron como las mejores alumnas de su promoción en 2017 y heredaron la vocación científica de su sangre: Valeria estudia el grado de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Madrid, mientras que Paulina se inclinó por el doble grado de Física y Matemáticas.

Pero en el fondo, siempre estuvo la música, como el latido del magma bajo la tierra. Como anécdota, la primera ventana que le abriría las puertas a través de Instagram fue un sonado cover de Corazón partío, de Alejandro Sanz, que puso al mismísmo autor a sus pies. Hoy es Valeria la voz volcánica que sana.

Ecuador de la gira

La cantautora cruza esta primavera el ecuador de la gira de presentación de su primer trabajo de larga duración a ambos lados del Atlántico, con el cartel de «entradas agotadas» colgado en numerosas salas y teatros de todo el mundo, transportando en su garganta los lazos y raíces que amarran su corazón a la isla bonita. «Mi mayor logro es venir de donde vengo», repite como un mantra. Un nudo atorado en la herida de Cumbre Vieja que era crisálida antes del vuelo.

No escogió la hija del Valle cualquier abrigo para sus canciones: también los sonidos y redobles que mecen la cuna del Archipiélago devuelven su repertorio a esta orilla a través de las melodías del timple, el tambor palmero, las chácaras, los bailes y más tambores que pasea de escenario en escenario, «cuidando la raíz», como repite en bucle su canción de cabecera.

Así, la semilla del folclore tradicional isleño germina en otras latitudes del planeta engrandecido por su crescendo vocal, sus ritmos tribales y catarsis percusiva, con esa rabia de la periferia rural que reivindica su centro, y que exhorta como contrapunto de la ternura y la fragilidad hecha canciones, con la defensa del cariño y los cuidados como única salvación posible contra la incertidumbre.

La voz de Valeria encierra todas estas voces, donde lo poético baila en la misma cuerda que lo político. Y firma su sólida puesta en escena musical otro referente canario del extremo este del Archipiélago, el músico y productor lanzaroteño Ale Acosta, alma fundacional de Fuel Fandango que este mes, además, ahueca las alas de su trayecto en solitario. También atesoran, por cierto, una colaboración inflamable titulada La ceniza, un himno a dos bandas que une su patria de volcanes a través de la música.

Aunque sus coordenadas insulares conforman su norte, Valeria Castro también ha fijado otros puntos cardinales en su mapa sonoro tendiendo puentes con artistas y formaciones emergentes como los Viva Suecia (Hablar de nada) o el trío gallego Tanxugueiras (Hoxe, mañá e sempre), finalistas del Benidorm Fest 2022, toda vez que se mira en el espejo de voces contemporáneas como María José Llergó, Natalia Lafourcade, Silvana Estrada o Silvia Pérez Cruz, «mujeres que cantan desde dentro», indica.

«Cuidando la raíz»

Y aunque Valeria Castro es un universo que interconecta todos estos filamentos alrededor de La Palma, su pequeña canción Dentro, que abre sus conciertos a capella, concentra el sustrato de su mundo: «Que haya algo atemporal / Que haya tanto que cantar / Que haya alguien que no mienta/ Que haya algo que siempre sienta / Que haya un resquicio en la mente / Que se mantenga presente / Que haya una canción maldita / Que haya algo que no se explica / Y que no explique nadie nunca / Que lo que canto no tiene más que lo que llevo dentro / Que es todo lo que siento».

El tinerfeño Pedro Guerra cantaba en Raíz, recogida en su disco homónimo, en 1999: «Sin esa raíz, ¿qué será?». A punto de lanzar una canción conjunta, Valeria Castro, un cuarto de siglo después, nos devuelve a su acorde: «No pienso hacer nada más / más que quedarme aquí/ cuidando la raíz».

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