La imagen se repite de nuevo: enorme caravana de seguridad camino del tribunal. Protestas en la puerta de los juzgados contra el expresidente. Y en el interior día de la sala, él callado y con mirada fija y desafiante. Detrás de él lo observaba atentamente la fiscal general de Nueva York. El juez era el único que parecía relajado e incluso bromista cuando era enfocado por la cámara. Trump ha hablado en los pasillos, no ha esperado a hacerlo en un mitin horas después. Ha dicho que es “todo una farsa”. Y que el delito lo está sufriendo él. Siendo perseguido, asegura, por la Justicia de Nueva York porque va por delante tanto en las primarias del Partido Republicano como en un supuesto duelo contra Biden. Esto último es un hecho. Ni este proceso civil por fraude contable que podría acabar con su empresa inhabilitada en su estado natal ni los otro cuatro