Memoria historica | Homenaje a las víctimas del nazismo

Velas para las víctimas del Holocausto

El Parlamento de Canarias acoge un sentido homenaje por los seis millones de judíos asesinados por el régimen nazi como rechazo a los crímenes contra la humanidad

Lleno en la Sala Europa del Parlamento de Canaria.

Lleno en la Sala Europa del Parlamento de Canaria. / María Pisaca

«Si comprender es imposible, conocer es necesario». La frase del escritor italiano sefardí Primo Levi, que sufrió el martirio de los campos de exterminio nazis, fue la última pronunciada en el Parlamento de Canarias durante el acto para conmemorar el Día la Memoria del Holocausto. Resume el espíritu de recordar a los millones de víctimas, no solo judíos sino también gitanos, homosexuales o personas con discapacidad   

Recuerdo, emoción, música y reflexión. Componentes fundamentales del acto celebrado ayer en el Parlamento de Canarias para conmemorar por segundo año consecutivo el Día de la Memoria del Holocausto y la prevención de los crímenes contra la humanidad. No había nada que celebrar y así lo dejó claro el maestro de ceremonias, Ángel Pérez Quintero, colaborador en la Isla del Centro Sefarad-Israel del Ministerio de Asuntos Exteriores. Su petición de que por respeto no se aplaudiera se cumplió a rajatabla durante la ceremonia. Y no por falta de ganas ante algún discurso sentido como el de la superviviente del campo de Auschwitz-Bierkenau Eva Leitman-Bohrer, judía, húngara y madrileña. O tras la disertación, brillante y lúcida, de Julio Pérez, consejero de Justicia y Seguridad de Gobierno de Canarias.

El minuto de silencio resultó otro momento de máxima intensidad al igual que la interpretación de las músicas para sobrevivir de las películas –nunca pueden superar la realidad en la que se basaron– La lista de Schlinder y La vida es bella interpretadas por el violinista de la Orquesta Sinfónica de Tenerife Fernando Hidalgo Núñez. Antes hizo un guiño con el genio de Johan Sebastián Bach.

Gustavo Matos, presidente de la Cámara regional, presentó a Pérez que abrió el acto con un discurso en el que llamó a ser «beligerantes y activistas». Recordó el 27 de enero –la fecha oficial aunque se conmemora todo el mes– que recuerda a liberación de Auschwitz por las tropas soviéticas. Hizo referencia a los millones de judíos masacrados en los campos, llamó a no olvidar a historia y rechazó el revisionismo. Incluyó en el homenaje a romaníes (gitanos), homosexuales, personas con discapacidad, masones, Testigos de Jehová o a los republicanos españoles, de ellos 41 canarios, 28 asesinados, que pasaron por Mauthausen.

El testimonio de Eva Lietman-Bohrer fue tan sencillo como demoledor. Contó su vida, simple y llanamente, la de una niña nacida en la Hungría de 1944 entre bombardeos aliados y la caza de judíos por los fascistas locales y los nazis. «Fui un bebé milagro» sentenció.

Lietman resaltó la figura de su madre, Katy. y, sobre todo, de su abuela Rozsi, una mujer «empoderada y emprendedora» que tuvo la fortuna de huir a Tánger en 1939, antes de la guerra. De ahí a Madrid, en ambos casos montando restaurantes, y reclamar a la familia que quedó Hungría y llegó a España en 1954. En el intervalo no faltó el sufrimiento como el de la muerte de su padre biológico en la Marcha de la muerte. Eva Benatar apellido de su esposo) incluyó en su relato la figura de Ángel Sanz Briz (1910-1980), el Ángel de Budapest. El diplomático español que multiplicó 200 pasaportes que le concedieron para sefardíes de origen español para acabar salvando a más de 5.000 judíos.

El general Emilio Abad, miembro de la Tertulia del 25 de Julio, también tuvo palabras para Sanz. Incidió en el horror desatado por Adolf Eichmann –ajusticiado en Israel en los años sesenta del pasado siglo– que en siete semanas deportó a los campos de exterminio a cientos de miles de judíos en los vagones de los trenes. Concluyó: «Quien salva la vida de un hombre, salva al mundo entero».

Jaime Moreno Bau, director general del Centro Sefarad-Israel, nombró uno a uno los campos de la infamia. Subrayó: «No es lícito olvidar, no es lícito callar porque si nosotros callamos, ¿quién hablará?». Su discurso se resume en dos palabras: recordar y concienciar, sobre todo a los más jóvenes.

Julio Pérez hizo alusión a la Guerra de Ucrania y a los asaltos al Capitolio y a los poderes del estado en Brasil. Hizo girar el relato sobre una pregunta: «¿Cuándo dejará de ser necesario que celebremos actos como este?». Enfiló el camino de la reflexión moral sobre la maldad del ser humano.

Gustavo Matos tomó el testigo con un discurso sobre el mal «que se encuentra en cada uno de nosotros». Recordó la historia del concejal socialista de La Laguna, Chano Perera, muerto en Mauthausen. Finalizó con una frase del escritor, filósofo y político Edmund Burke: «Para que el mal triunfe solo hace falta que los buenos no hagan nada».

Una tarde de respeto, homenaje, música, silencios y reflexión para recordar uno de los peores episodios de la historia de la humanidad. No había nada que celebrar.

[object Object]

La tradicional ceremonia de las velas dotó de toda su solemnidad al acto. Se encendieron seis. La primera, en memoria de los seis millones de judíos asesinados, por Eva Leitman-Bohrer. La segunda, por el millón y medio de niños judíos asesinados por los nazis, Iris Allende, maestra de Educación Infantil. En memoria de los otros colectivos que padecieron la barbarie nazi prendió la vela Gustavo Matos. La cuarta recordó a los Justos entre las Naciones como Sanz Briz. Marisa Tejedor, ex rectora de la ULL. fue la encargada de encenderla. La quinta, responsablidad de Jaime Moreno, estuvo dirigida a los supervivientes que rehicieron sus vidas en Israel y en la diáspora. La última quedó para la responsabilidad de luchar contra el negacionismo, rechazar el odio, combatir la indiferencia y elevar los principios de la convivencia y de la vida misma. Julio Pérez prendió la llama. | J.D.M.

Suscríbete para seguir leyendo