La pornografía violenta, la adicción sin respuesta en las familias ni en las aulas

Para el psicólogo José Luis García, los vídeos que ofrecen placer sexual gratis son más adictivos que el alcohol o el tabaco

La consejera Candelaria Delgado inauguró las jornadas sobre Nuevas tecnologías y Menores

La consejera Candelaria Delgado inauguró las jornadas sobre Nuevas tecnologías y Menores / E.D.

El doctor en Psicología y sexólogo José Luis García, que trabaja para el Gobierno de Navarra desde hace décadas, asegura que la pornografía con contenido violento consumida por menores de edad es un problema muy serio de la sociedad, que, por ahora, no tiene ninguna respuesta ni barrera en las familias ni en los centros educativos.

García participó este jueves en las jornadas Menores y Nuevas Tecnologías. Adicciones, pornosocialización, salud mental y conducta infractora, promovidas por la Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Canarias.

Recuerda que todos los niños necesitan conocimientos básicos sobre su cuerpo, desarrollo, identidad o las relaciones sexuales con otras personas, en la medida en que el sexo es «una dimensión humana muy importante».

Pero aclara que, en ninguna generación, se han dado respuestas a esas cuestiones que los adolescentes se hacen en algún momento, ni en el seno de las familias ni en las escuelas ni institutos. Aspectos de gran interés para los chicos y chicas, como el placer, las conductas sexuales o las emociones no se atienden de una forma pedagógica y eficaz.

Y los menores de edad «buscan las respuestas fuera», con el añadido de que ahora la pornografía resulta más accesible que nunca, en opinión de este doctor en Psicología, quien matiza que, en realidad, «es el porno el que va a buscarlos a ellos, a sus consumidores, como ocurre con las firmas de alcohol o tabaco, o bien con las drogas o el azúcar, por ejemplo; en todos estos casos el objetivo de los productores es tener clientes y fidelizarlos».

Estos contenidos se presentan en los videojuegos, en las redes sociales o en las canciones, por ejemplo; lo que, a juicio de García, significa que se ha normalizado. Y en el 90 por ciento de los casos, en esas imágenes existe violencia sexual. «Es decir, que los menores aprenden excitándose, masturbándose, por lo que piensan que la violencia es erótica», por lo que intentarán replicarla desde que tengan la mínima oportunidad, cuenta.

En base a los datos que maneja, se estima que entre un 92 y un 95% de los adolescentes consumen pornografía. Y, de ellos, la cuarta parte llegan a consumir entre 1.000 y 5.000 horas antes de alcanzar los 20 años. Según un estudio encargado por el Senado de Francia, un 88 por ciento de estos contenidos ofrecen violencia real.

Refiere este investigador que el poder adictivo de la pornografía es «extraordinario, más que el de otras drogas, pues se ofrece bajo el producto de deseo sexual; es muy fácil excitar a la gente, pues se trata de una tendencia natural» desde los orígenes como vía de la reproducción de la especie. Si se enlaza este factor con el contenido audiovisual, que es muy poderoso y, además, gratis y da placer, pues «tenemos la tormenta perfecta».

Y, ante esas circunstancias, existe un entorno de ausencia de educación sexual, científica, profesional desde la escuela hasta la universidad, al igual que ocurre en las familias.

Admite que en algunas clases se habla de anatomía o de la forma de prevenir embarazos, «pero de los temas que más interesan a los menores nadie habla».

Efectos de la adicción a la pornografía

Si se espera que cada vez haya más adicción a la pornografía, los efectos serán un incremento de las agresiones sexuales, el consumo de prostitución, así como la unión de alcohol, drogas y pornografía. Además, en la inmensa mayoría de los vídeos no se usan preservativos. Y algunas enfermedades de transmisión sexual se disparan. En España se estima que las infecciones de clamidia han crecido un 200% en los últimos años, pues, según García, «en el porno se transmite la idea de que hacerlo a pelo, sin condón, es más guay, mejor».

Pero el doctor en Psicología advierte de que lo más preocupante y terrible es que los adolescentes asumen que la violencia forma parte de las relaciones sexuales. Y se corre el riesgo de que los jóvenes «se pierdan una experiencia maravillosa, como es tener relaciones sexuales de mutuo acuerdo, con afecto, con respeto, con comunicación».

En palabras de García, La sociedad debería preocuparse mucho de que haya niñas que, antes de dar un beso, ya hayan sufrido penetraciones anales o episodios de asfixia, pues esos mensajes se transmiten en los contenidos pornográficos violentos.

Este especialista, que se dedica a promover las relaciones sexuales como fuente de salud y bienestar, lamenta que el futuro sexual de parte de la juventud esté ligado al trauma y el dolor.

Pero la visión de sexo explícito se registra ya mucho antes de la adolescencia. Resalta que conoce casos en los que los padres están muy preocupados, pues indican que su hijo, de seis u ocho años, ha llegado del colegio y les ha contado que un compañero les ha enseñado vídeos pornográficos. Y es que, desde cuando hacen la Primera Comunión, el primer regalo es un teléfono móvil, según este experto.

La situación se agrava si los progenitores miran para otro lado. Cita una investigación de la Universidad de Baleares en la que el 15% de los padres admiten que sus hijos consumen pornografía. Pero el 80% «vive en otro mundo». Y hay niñas de 8, 9, 10 u 11 años que ya tienen cuentas, por ejemplo, de Instagram, en las que reciben fotos de penes, desnudos o invitaciones para que se sumen a otra red social, Onlyfans. Para José Luis García, «esto no va a salir gratis», pues habrá que afrontar problemas de adicciones, consumo de prostitución, agresiones sexuales en grupo, problemas de pareja o pérdida de erecciones y deseo en los jóvenes. Esas personas tienen su gran atracción en las pantallas, donde siempre pueden acceder a «novedades».

«No se trata de prohibir el uso de las nuevas tecnologías, sino de aprender a usarlas de forma adecuada y constructiva», afirmó la consejera de Bienestar Social, Candelaria Delgado, en la inauguración de las jornadas.

Manifestó que «no son pocos los estudios e informes que nos alertan sobre el visionado de pornografía por parte de la población adolescente, que, con demasiada frecuencia, se toma las conductas» que ven en vídeos pornográficos como la actitud a seguir en las relaciones afectivo-sexuales, lo que incluye situaciones de humillación, abuso, violencia sexual, degradación y cosificación de las mujeres menores y jóvenes», afirmó Delgado. Señaló que el objetivo de las jornadas es reflexionar en los contenidos necesarios para abordar el uso de las nuevas tecnologías por parte de la población más joven, para prevenir la conducta delictiva y mejorar la intervención con los menores infractores en Canarias. Según datos del 2022 de la Fiscalía General del Estado, en los últimos cinco años han crecido en un 116% los delitos sexuales por parte de menores; «un dato totalmente alarmante que nos obliga a profundizar en las vías que aseguren la protección de los menores frente al acceso a pornografía en internet y el grave impacto que causa en su bienestar y desarrollo emocional, afectivo y sexual», dijo Delgado.

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