"Dejar de existir" ante las dificultades como migrantes para conseguir documentación

Así, Yassine, de 28 años y procedente de Agadir (Marruecos), ha contado que llegó a Canarias hace cinco años y que, tras formarse, ha logrado abrir su propia barbería, tras contar con ayuda de la Fundación Don Bosco

EFE

Un grupo de cinco migrantes, que han ofrecido su testimonio este lunes en el Parlamento de Canarias, han explicado cómo es "dejar de existir" a ojos administrativos ante las dificultades para conseguir la documentación y regularizar su situación en España y, concretamente, en Canarias.

Durante las Jornadas "Conecta Canarias-Europa" sobre migración y asilo, cinco migrantes de Marruecos, Guinea Conacry, Cuba, Colombia y Senegal han contado cómo lograron integrarse en la sociedad, ser empleados y generar empleo junto a algunas de las personas de organizaciones del tercer sector que les han acompañado en el proceso.

Así, Yassine, de 28 años y procedente de Agadir (Marruecos), ha contado que llegó a Canarias hace cinco años y que, tras formarse, ha logrado abrir su propia barbería, tras contar con ayuda de la Fundación Don Bosco.

"Llegué en 2018 en una patera tras cuatro días en el mar. Los primeros meses estuve en la calle hasta que acogieron en la Fundación Don Bosco, donde me ayudaron a formarme en peluquería. Luego empecé a trabajar hasta que conseguí abrir la mía", relata Yassine, que alude a "razones económicas" sus motivos para subirse en un patera.

Yassine ha dicho que en Marruecos, "no valía con estudiar", y ha agradecido la ayuda de José Luis, de la Fundación Don Bosco, quien ha comentado que "la mayoría de chicos salen adelante", especialmente si logran pasar el menor tiempo posible en la calle.

"La calle al final repercute negativamente, mientras que la formación les llena el tiempo y se cubren sus necesidades", ha apuntado.

Jean, de 23 años y natural de Guinea Conacry, ha relatado que llegó a Canarias hace ocho años, en una travesía en patera de cuatro días.

"Pasé por Guinea, Mali, Argelia y Marruecos y estuve varios meses buscándome la vida para conseguir dinero y llegar a Europa, que era mi destino. Cuando llegué aquí tras ser rescatados por Salvamento, nos pusieron en un recinto, un CIE, que parecía una cárcel", comenta Jean, que pasó dos años en un centro de menores mientras estudiaba administración.

Al estar sin documentación, cuenta, pasó por diferentes casas y hogares hasta que le ayudó una ONG que le facilitó que asistiese a un ciclo medio, luego a uno superior y, finalmente, a la carrera universitaria que está ahora estudiando, educación social.

"Mi proceso migratorio no fue un camino fácil, hubo altibajos, pero hubo gente por el camino que me echó una mano", comenta Jean, que ahora trabaja como educador y asegura que lo más difícil es tener lejos a la familia, no conocer a nadie y esperarte otra realidad.

La persona que ayudó a Jean en todo su proceso, Ana, ha explicado que "dentro de la vulnerabilidad que supone ser migrante, no tener documentación es lo que más te hace vulnerable".

"La mayoría de los chicos con formación y apoyo cumplen sus objetivos y llegan a ser ciudadanos integrados. En el caso de Jean, vimos que tuvo la suerte de haber hecho un grado medio, y pudo continuar los estudios pese a no estar documentado", apunta la educadora social, que insiste en que el tema de la documentación es siempre "el drama mayor", y ha deslizado que habría que "abrir la mano" y dar más garantías.

Asimismo, Omar, de origen cubano y odontólogo de profesión, ha contado cómo el régimen de su país le desterró nueve años "como si fuese un delincuente por decidir irse a otro país y hacer su vida".

"Dejé de existir. Y ahora recuperar mi profesión es un sueño, pero es difícil", ha dicho este migrante que ha lamentado las dificultades a la hora de homologar los estudios.

Es algo en lo que ha coincidido Elisabeth, de Colombia, quien ha recordado que "también se puede llegar en avión", y que ha contado que, como enfermera, se preguntó muchas veces qué hacía en su casa durante la pandemia en vez estar echando una mano, algo que no era posible al no haber podido homologar sus estudios.

Elisabeth también ha introducido el enfoque de género y ha dicho haber sido víctima de violencia machista, en parte por haber estado también "atada al sistema".

Por último, Hadiya, de Senegal, ha apuntado que llegó a Canarias en 2006 con su hijo de 13 años en un cayuco en el que era la única mujer.

Hadiya ha criticado que la separasen de su hijo en el Centro de Internamiento de Extranjeros al que la trasladaron al llegar, y se ha mostrado satisfecha de que, después de 17 años, está totalmente "integrada" en la sociedad, con un empleo y su situación completamente regularizada.