BARRIO A BARRIO | Procesiones a costal

Braulio Rodríguez, más de veinte años con la Semana Santa sobre su costal

Comenzó por una promesa a La Macarena y carga también al Cristo, La Soledad y el Resucitado

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Nacido hace sesenta en el barrio lagunero de La Cuesta, Braulio Rodríguez González se presenta como «católico, pero no de misa diaria y dominical; creo en Dios y en la Virgen pero no me meto en la polémica de los curas».

En 1999 se sumó al grupo de amigos y vecinos que se organizaron para cargar a costal al Cristo del Encuentro que cada Martes Santo parte desde el barrio de La Candelaria; fue solo el inicio de lo que estaba por venir. Durante ese año, sus padres enfermaron y le prometió a la Esperanza Macarena, que se venera en la iglesia de La Concepción de Santa Cruz, que le diera fuerzas y salud y no faltaría a la cita cada Jueves Santo, como así ha ocurrido desde el 2000, lo que lo convierte en uno de los costaleros más veteranos de ese paso por edad y antigüedad, si bien precisa que el contracapataz de La Macarena, aunque es más joven, cumplió 30 años debajo del trono hasta que ahora participa desde fuera colaborando a marcar el paso a la cuadrilla.

Separado y padre de tres hijos, Braulio arranca la Semana Santa con el martes, en la procesión del Encuentro de La Cuesta, y no se da tregua hasta el Domingo de Resurrección, tal día como hoy, cuando participa por la mañana portando a costal el trono que parte desde la parroquia lagunera de Santo Domingo.

En total Braulio es costalero de cuatro paso, un hito que pocos compañeros pueden contar: el Martes Santos, con el Cristo del Encuentro de La Cuesta; el Jueves Santo, con la Macarena, de La Concepción; el Sábado Santo, con la Virgen de la Soledad, que parte de Santo Domingo, y también desde esta iglesia que gestiona el sacerdote Juan Pedro Rivero sale la mañana de este domingo, con el Resucitado.

De los cuatro tronos, Braulio asegura que el más pesado y grande es el Resucitado, de Santo Domingo, que precisa la participación de una cuadrilla de cuarenta costaleros. «El paso se trajo de Córdoba y es de lo más grandes; antes se portaba en carro hasta que se decidió sacar a costal».

Este lagunero de La Cuesta se decanta por cargar los tronos y no sacarlos en carros de ruedas. «Hay que hacerlo como marca la tradición que se incorporó de Sevilla», explica desde su fervor y la entrega de quien no tiene un puesto fijo debajo del trono, igual está de patero que de guía.

Junto a la dificultad que entraña el peso del Resucitado de Santo Domingo, Braulio señala la entrada y salida de La Macarena por la puerta de la torre de La Concepción de Santa Cruz como el momento de mayor tensión y también emoción porque se tiene que sacar el paso de forma milimétrica. Con satisfacción, celebra que «este año todo volvió a salir bien», desde una promesa que revive año tras año y que precisa de la participación de más compañeros. Y lanza una reflexión: mientras entre los fieles y el público en general que se da cita en las procesiones cada vez más se demandan las procesiones a costal, la realidad es que las cuadrillas menguan. «La gente joven no está por la labor de cargar y muchos somos ya viejos y nos tendremos que retirar», advierte. 

Profesional que desarrolló su labor en el mundo de la construcción y la hotelería, Braulio está ahora desempleado, pero no de su promesa, que cumple con los cuatro pasos. Para aguantar el ritmo de su particular Semana Santa a costal, admite que realiza un poco de deporte y también de pesas, y hasta agradece algunos ‘cáncamos’ que hace y que le permiten no solo un resuello económico y mantenerse en forma al pie del trono.