Opinión | retiro lo escrito

Manifestación y movimiento (y 2)

El exdiputado de Podemos y líder de Drago Canarias, Alberto Rodríguez.

El exdiputado de Podemos y líder de Drago Canarias, Alberto Rodríguez. / Europa Press

Estamos en el día 21. Un domingo radiante. La manifestación ha sido un éxito multitudinario. ¿Qué es un éxito multitudinario? Bueno, pongamos que todas las manifas son capaces de reunir a 20.000 personas. ¿Y ahora qué? Para muchos de los convocantes –y adherentes– está muy claro: el Gobierno autonómico debe asumir el análisis de los ecologistas y avanzar de inmediato en sus propuestas. Los problemas que se presentan son dos: el Ejecutivo no está obligado política, jurídica ni moralmente a suscribir tales análisis. Es un Gobierno legal y legítimo sustentado en una mayoría de un parlamento votado por los ciudadanos hace menos de un año. Lo mismo reza (segundo problema) con avanzar en las propuestas. Porque, además, ¿cuáles son esas propuestas, que abordan asuntos de densa complejidad social, económica, ecológica y cultural con un lenguaje telegráfico? ¿Cómo tomarse, por ejemplo, la orden perentoria de que no se permita «la compra de viviendas por extranjeros»? ¿Se refieren también a personas físicas o jurídicas de la Unión Europea? El Gobierno de Canarias nada puede hacer al respecto bajo la actual legalidad comunitaria. Es chocante la locución «el Gobierno debe escuchar a los manifestantes». Nunca se aclara exactamente para qué.

Los nuevos movimientos sociales, como el que acaso esté germinando en Canarias en los últimos años, no suponen una amenaza al orden social y a las estructuras político-institucionales, incluso pueden suponer un catalizador que abra, desengrase y complemente el debilitado sistema de la democracia representativa. Pero todo movimiento atraviesa una etapa de radicalidad inicial y a veces resulta incapaz de superarla. Los convocantes del día 20 no han priorizado ni el diálogo ni el acuerdo con los poderes públicos. La negociación, el pacto y la eficacia como criterios de éxito son sustituidos por el radicalismo, el inmovilismo y la innegociabilidad. Los principios están por encima de la eficacia y la racionalidad comunicativa renuncia a ser instrumental. El daño de los ecosistemas terrestres o marinos se entiende mejor con una emoción que con un tratado de Derecho o Biología. Y si uno se fija en el discurso público de los convocantes y sus coros y danzas se puede percibir claramente que ya no están anclados en una ideología totalizante, sino que se despliega por relatos monotemáticos, fragmentados, pluralistas y confeccionados ad hoc, respondiendo perfectamente a la descripción de los nuevos movimientos sociales que hizo desde principios de siglo el profesor Pablo Oñate. Lo que no quiere decir que Podemos, Drago, exawañacos y todo el equipo médico habitual no trate de influir e intente meter mercancía ideológica y marca partidista de contrabando. Apenas ayer los dos concejales de UP en el ayuntamiento de La Laguna anunciaban que llevarían al próximo pleno municipal un conjunto de propuestas «acordadas con los convocantes de las manifestaciones del 20-O». El colmo del oportunismo politiquero: presentar mociones supuestamente en comandita con los convocantes de una organización que aún no se ha celebrado. Eso sí que es rapidez. O cinismo.

No creo que este tipo de parasitismo partidista tenga demasiado futuro. Esta vieja izquierda –ha envejecido más rápido y peor que antecedentes como el PCE o la UPC– no conseguirá salvar el pescuezo administrando el trabajo de movimientos sociales que no los necesitan. La incógnita es qué ocurrirá, precisamente, con la manifestación del día 20, y más relevantemente todavía, con los promotores de la misma. Si conseguirán fundar y fortalecer un verdadero movimiento social con carácter transversal, presencia en todas las islas y un programa de reformas profundas, pero posibles y pragmáticas a medio y largo plazo. Si asumirán la responsabilidad de hacer política sin transformarse en un partido, y aprendiendo a negociar y a consensuar con los partidos y los responsables democráticos. Si lograrán así modificar prioridades y gobernanzas ampliando el debate público en Canarias, la participación en los asuntos de todos, la calidad de la democracia.

Suscríbete para seguir leyendo