Opinión | Gentes y asuntos

El Punto en la Plaza

El Nazareno del Perdón a su paso por los barrios de Fañabé y Armeñime

El Nazareno del Perdón a su paso por los barrios de Fañabé y Armeñime / El Día

Cuando tengas este ejemplar en tus manos y te preguntes por la razón del título de esta columna, cualquier palmero te explicará que es una procesión, solemne y concurrida, que marca el ecuador de la Semana Santa; que, además, pone en las calles las obras más notables de Fernando Estévez del Sacramento (1788-1854), que, en su tiempo, colocó el neoclásico con firma canaria en la historia del arte español.

Administraba entonces la Parroquia del Salvador, matriz de todas las creadas en la Isla de La Palma, el beneficiado Manuel Díaz Hernández (1774-1863), que, por su encendida defensa de la primera Constitución de 1812, «la Pepa liberal», fue sometido a un proceso de infidencia y desterrado a la Villa de La Orotava. Allí desarrolló actividades pastorales y artísticas –fue un apasionado defensor de la estética que arrumbó los excesos del barroco– y se ganó un amplio círculo de amistades entre las que se encontraba un artista de «sublime inspiración» y buena mano que, por su mediación, realizó imágenes y pasos procesionales para los cultos de pasión en la capital palmera. La extraordinaria calidad de las imágenes del Señor del Perdón y el apóstol primero –el paso de Las lágrimas de San Pedro, custodiado en la iglesia principal– y del Nazareno de Santo Domingo y la Mater Dolorosa, conocida por la Magna, se debe a las instrucciones y consejos del Señor Díaz y a la voluntad del escultor de contentar a un cliente culto.

A grandes rasgos, y con la rotundidad con la que hacía sus afirmaciones, esta es la opinión de Alberto-José Fernández García (1922-1984), autodidacta sabio y generoso, investigador de las antigüedades y, en especial, del rico patrimonio religioso, que divulgó en la prensa y emblemáticos libros como el dedicado al Real Santuario de Las Nieves; diseñador y decorador de espacios religiosos y retablos libros y un patriota a la antigua que dio cuanto pudo y más por la tierra de su nacimiento.

Declarados los antecedentes, el Punto en la Plaza marcaba la temperatura de la Semana Santa; era la procesión del estreno y del traje obligado y, desde primeras horas de la tarde, la legión infantil, con y sin compaña, esperaba la salida del templo dominico de «San Juanito el alcahuete», escultura de candelero de Manuel Hernández el Morenito (1802-1871), discípulo aventajado del maestro Luján Pérez. En 1815 viajó desde Gran Canaria para cumplir algunos encargos de su maestro y, entre otras labores, esculpió este apóstol joven y expresivo en la reconocible estética de su escuela. Portado hoy por los cofrades que sirven este día, el discípulo favorito toma las calles de La Luz y San Sebastián hasta el Puente y la Calle Real; allí se encuentra con el bellísimo Nazareno e invierte el recorrido y, ahora a la carrera, vuelve sobre sus pasos y busca a la Madre Dolorosa y le cuenta los pesares de su hijo camino del Calvario; finalmente en la Plaza de España –que, según el marqués de Lozoya, se encuentra entre las más bellas de España– se produce el Punto en la Plaza, desde antaño con interpretaciones de música sacra y homilía ante una multitud que cada año se muestra conmovida. Las tres imágenes hacen su estación de penitencia en el primer templo insular y luego la procesión hace un amplio recorrido antes de llegar a su templo.

La Semana Santa en la capital y la isla refleja en plenitud el carácter palmero y, lejos de languidecer como tantas tradiciones por la dictadura de las modas, crece en participación y en presentación de los cultos y procesiones. Aumentan los miembros de las cofradías, mejoran sus símbolos y atuendos y se suman al propósito general nuevas agrupaciones, como el Coro Señor Díaz, por veinte voces masculinas que mantiene vivos los motetes que el polifacético sacerdote hizo para las grandes solemnidades.

La devoción, el fervor por la memoria y la concurrencia están garantizados y se muestran en actos de tanto arraigo como el Punto en la Plaza.