Opinión

Periplo gomero

Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera.

Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera. / El Día

En la prensa del mes de marzo, página del Desarrollo Económico de las Islas aparecida en EL DÍA-La Opinión de Tenerife, pude leer una crónica acerca de los 50 años de la empresa Fred Olsen cuando puso en marcha el 8 de julio de 1974 la travesía Sur de Tenerife y la isla de La Gomera, entre Los Cristianos y San Sebastián, con el buque Benchijigua I. Ese viaje lo estrené junto con mi familia, donde mi padre, marino mercante en su juventud, conocía al capitán del barco y al práctico gomero. Meses antes había apostado por estrenar el trayecto entre islas (Tenerife-La Gomera) con una barca inglesa de Fred Olsen, el viejo yate Carabela, que me recomendó en mis profesionales viajes interinsulares el recordado amigo Tomás Cerdeña, el primer delegado de la compañía Ferry Gomera.

La primera vez que viajé a La Gomera fue en 1962 cuando terminé mis prácticas militares y me habían invitado unos compañeros ingenieros de montes que venían a resolver algunos asuntos de los montes gomeros municipales administrados por el Distrito Forestal provincial (San Sebastián, Hermigua, Agulo, Vallehermoso, Valle Gran Rey y Alajeró). Entonces iba en barcos de la Trasmediterránea y conocí el silbo gomero y algunas jóvenes gomeras de la familia de doña Pancha, titular de la planta eléctrica local. Entonces conocí por vez primera la Casa de Colón, de cuando la salida de don Cristóbal para las Américas en septiembre de 1492, así como la de don Antonio Ruiz de Padrón, sacerdote constitucionalista, al igual que la iglesia capitalina donde oraban los conquistadores y la Casa del Agua con la que se bautizó América. Entonces pude saludar al amigo Antonio Darias Novaro, con el que había compartido el selectivo en la universidad de La Laguna, curso 1958-59, y fue quien me presentó a dos amigos políticos: Lito Plasencia y Erasmo de Armas, que nos concedieron un reconocimiento del Ayuntamiento de San Sebastián de La Gomera en Ecología, año de 1977, tanto a José Miguel González, ingeniero jefe del Icona, como a este relator por la tramitación del expediente del Parque Nacional de Garajonay iniciado desde 1974. Años más tarde, en 1978, edité el primer libro que escribí en mi vida por una sugerencia del amigo Antonio Castro, por cuanto había organizado un concurso en Extensión Agraria y me recomienda su edición con el apoyo de alguna empresa que trabajase en La Gomera. Gracias a mi recordado hermano Francisco, abogado, conseguí el apoyo financiero de la firma Bonny, que cultivaba tomates en la costa gomera. Así publiqué un opúsculo que titulé: Ipalan, Mulagua, Agana y Orone: Periplo gomero.