Opinión | Sangre de drago

Juan Pedro Rivero González

Estamos desparramados

Exposición 'Desparramarse (lienzo sobre lienzo)', de Alejandro Palenzuela

Exposición 'Desparramarse (lienzo sobre lienzo)', de Alejandro Palenzuela / Carsten W. Lauritsen

Esparcir, extender por muchas partes lo que estaba junto. Eso es desparramar. Y no solo las cosas pueden estar desparramadas, sino que puede ser característica de una sociedad. Y yo siento que últimamente estamos un tanto desparramados. Entre las noticias jurídicas sobre las mascarillas adquiridas en plena Pandemia de la covid-19 por la administración, la aprobación de la ley de amnistía, y que nos quieren cerrar los bares y restaurantes un poco más temprano, la gente manifiesta su desparrame social. Si físicamente no lo estamos, la psicología social podría incorporar esta nueva terminología definitoria de la situación: estamos desparramados.

La dimensión unitaria de la persona, lo que no significa que seamos estáticos y monolíticos, sino dinámicos, procesuales, es una dimensión de sentido. Lo contrario es esquizofrénico. Hace falta sabernos dueños de nuestro propio destino, al menos en lo que podemos ser dueños de algo tan incierto y vulnerable. Saber dónde estoy y dónde están aquellos con los que inevitablemente participo en un cuerpo social, es fundamental. Sentir que lo que veo es real, está ahí, y que lo que me afecta no me lo invento o me lo imagino.

Yo solo soporto tener desparramada mi mesa de estudio. Más allá de ese espacio íntimo, sufro cualquier situación social desparramada. Y esta sensación que arrastro no estoy seguro que sea solo mía. Algunos puede que la compartan cuando descubren que la verdad y la mentira se han desparramado por el suelo mediático y político y ha dejado de estar cada cosa en su lugar. Como nunca hay medidas de protección de la igualdad y la inclusión en este tiempo y, como nunca, se repiten reiteradamente formas machistas protagonizadas por las generaciones más jóvenes, precisamente aquellas hacia las que se han dirigido las medidas más caras y más potentes. Algo falla cuando tenemos los medios de conectividad técnica más impresionantes de la historia y se crean ministerios de la soledad en países del entorno, y se percibe el problema del aislamiento dramático de la soledad no deseada. Algo ha dejado de estar en su lugar y comenzamos a percibir el desparrame social y cultural.

Lo que hasta hace unas décadas era considerado derecho a la vida se ha desinflado y han aparecido derechos contradictorios que ofrecen el aborto como derecho constitucional. Algo ha sucedido en medio de tal manera que lo que antes estaba unido ahora aparece esparcido. Las partes que estaban juntas ahora aparecen diseminadas. Me gustaría saber qué carta ha sido quitada para que se haya desbaratado el débil castillo de naipes, pequeño y vulnerable como todo lo humano, en el que habitábamos hasta no hace tanto. Igual siempre ha sido así y nosotros lo vivimos ahora y de esta manera.

Ayer escuché con otros amigos aquello que dice «El que no esta conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama». Puede que esa sea la causa remota de este experimentado desparrame que nos rodea. Y, si no lo es, cercano a él está. Habrá que preparar la escoba y la pala para recoger los trozo sueltos que queden al final.