Opinión | Retiro lo escrito

Esta peña

El paquete de medidas respaldadas por CC, el PP y el PSOE recoge 34 obras que se tramitarán urgentemente y han sido avaladas y aconsejadas por el Consejo Insular de Aguas

Dos activistas entran en medio de la sesión plenaria del Cabildo de Tenerife

E. D.

A mí me impresiona mucho esta peña. Si las autoridades públicas –el Gobierno, el Cabildo, los ayuntamientos– asumen que el estrés hídrico que actualmente atraviesan casi todas las islas puede convertirse en un auténtica crisis de abastecimiento en el largo verano que nos espera y proponen un conjunto ponderado de medidas técnicas no se lo toman como un éxito, sino casi como un insulto, y siempre hay lerdos y avispados para jalearlos. Esto es 2024. Que se presenten dos señoras en el pleno del Cabildo tinerfeño convencidas de que representan al pueblo en su algarada apocalíptica y encuentren simpatías y aplausos es grotesco y cansino.

El paquete de medidas respaldadas por CC, el PP y el PSOE recoge 34 obras que se tramitarán urgentemente y han sido avaladas y aconsejadas por el Consejo Insular de Aguas. El CIATF es un organismo autónomo que dirige, ordena, planifica y gestiona las aguas isleñas, participado en un 50% por sectores privados (concesionarios y titulares de aprovechamientos, consumidores, empresarios y sindicatos) y otro 50% por representantes de las administraciones públicas.

Dos activistas entran en medio de la sesión plenaria del Cabildo de Tenerife

E. D.

El gobierno insular –en este caso con el apoyo explícito de la oposición socialista– no se ha sacado estas obras de las narices, ni las mismas están desconectadas –sino todo lo contrario– con las necesidades reales de los municipios tinerfeños en materias de infraestructuras hidráulicas. La creación de la Mesa Insular de la Sequía responde, al menos en parte, a una de las demandas que los agricultures han expuesto en sus recientes protestas en las calles canarias.

Lo más asombroso, como suele ser habitual, proviene de los comentarios a los comentarios. El Cabildo no ha planteado ninguna restricción del consumo. Que yo sepa solo lo han hecho dos municipios tinerfeños: Fasnia y Arico. Eso de que no me puedo duchar al salir de la playa pero los turistas ricachones y depredadores gastan nuestra agua a diario es una simetría negativa que carece de cualquier base real.

Casi todos los hoteles de cinco estrellas y gran lujo disponen de pequeñas desaladoras portátiles que funcionan por ósmosis inversa, del mismo tipo de las que podrían instalarse en Tenerife antes de fin de año mientras se construyen y están operativas las Estaciones Desaladoras de Agua Marina (EDAM) en proyecto. Existen modelos muy reducidos y compactos que pueden producir hasta 5.000 litros de agua al día.

El agua que se derrocha en el turismo se derrocha en realidad en todos los sectores económicos. No existe en Tenerife –como no ocurre tampoco en La Palma ni La Gomera– ninguna cultura de ahorro del agua. Ninguna. Tal vez eso explique que en general las pérdidas en la redes de distribución lleguen en algunos casos hasta el 30% –la media está por encima del 20%–y que eso no sea objeto de escándalo público y un alemán tripudo flotando en una piscina sí.

Imagino que hay gente que disfruta de imaginar el sueño vengativo de hoteles sin agua para regar sus jardines, para llenar las piscinas o para preparar los desayunos. Seguro que esta variopinta colección de imbéciles estarían dispuestos a dejar que te ducharas en su casa si eso podría ocurrir mañana mismo. Una maravilla: los grandes hoteles vacíos y nosotros recorriendo desde el amanecer los arcenes de las autopistas para recoger el balo y lagartijas e improvisar potajes. Yo creo que esta democracia –la democracia representativa– necesita de la crítica, de forjar nuevas alternativas, de saber fiscalizar y controlar más y mejor a los que gobiernan legítimamente con el voto de los ciudadanos. Pero desde la responsabilidad, no desde la arbitrariedad apocalíptica; desde una mayoría de edad racional y argumental, no desde fantasías ideológicas ajena a la complejidad de nuestra sociedad, a los análisis técnicos y la información disponibles, a la urgencia de acuerdos políticos y administrativos para enfrentarse a un problema estructural.

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