Opinión | EL RECORTE

Lo mismo de siempre

La líder de Sumar, Yolanda Díaz.

La líder de Sumar, Yolanda Díaz. / Sergio Pérez

También me cabrea que el director ejecutivo de una gran empresa cobre casi doscientas veces más que sus trabajadores y mil veces más que yo. Y me indigna que un consejero de uno de los grandes bancos gane más en un año que todos nosotros en toda una vida laboral.

Pero también me irrita que la señora Yolanda Díaz viva por la cara en un céntrico pisito madrileño de cuatrocientos metros cuadrados propiedad del erario público, seis veces más grande que la media de las viviendas de la gente mortal. Y que su salario público esté en la estratosfera si se le compara con el que cobra un país de mileuristas. Y que vaya a todos sitios transportada cómodamente en un vehículo oficial con un chófer dedicado a su servicio.

Ya decía el tostón de Nietzche que la sociedad se divide entre nobles y resentidos y que la historia es el relato del flujo entre quienes se van moviendo desde un sector hacia el otro.

La vicepresidenta Díaz, que quiere pescar en esas aguas, mascarón de la proa de la nave igualitaria, busca sustituir a los ricos del mercado por los dueños del Estado. Y sigue con la perreta de subir los impuestos a los ejecutivos ricos.

Tras el fracaso del modelo comunista, cuando se levantó el telón de acero y cayó el muro del teatro soviético –y el de Berlín– el público descubrió horrorizado que la revolución proletaria habría creado un infierno de censura, miseria y opresión. Pasados los años, aquel viejo y fracasado discurso de igualdad se ha reinventado. Ahora vuelve a estar de moda el igualitarismo. Los liberales y socialdemócratas europeos crearon una sociedad democrática de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones.

El modelo de mayor éxito social y económico de la historia ha creado el Estado del Bienestar que disfrutan millones de europeos. El nuevo comunismo, sin embargo, no plantea la igualdad como la equivalencia de oportunidades. Para ellos todos los corredores tienen que llegar a la meta exactamente al mismo tiempo y todos recibirán la misma medalla, excepto el camarada corredor que sea miembro del partido, que tendrá la de oro antes de llegar a la meta.

Los enemigos del comercio, del mercado y de la libertad detestan a los que sobresalen de la media, a los que baten récords y destacan por encima de los demás, porque en la religión comunista el individualismo es un enemigo del pueblo.

El peligro de que Yolanda Díaz y Sumar estén hablando otra vez de gravar aún más las rentas de los ejecutivos y el ahorro es que siempre que hay tiros en el salón le acaban dando al pianista. Cuando nuestro actual desgobierno progre decidió cascarle un impuesto a los bancos sacó pecho ante los medios diciendo: vamos a por los ricos. Después del primer año apenas han recaudado mil millones mientras que la banca española ha batido su récord de beneficios.

Subieron las comisiones y encarecieron los créditos. O sea, que el impuesto lo pagaron esos mismos ciudadanos que están obligados, por ese mismo Gobierno, a tener cuenta bancaria y utilizar tarjetas de crédito porque ya casi no dejan utilizar el efectivo. No duele que nos traten como tontos. Duele más que lo seamos.

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