Opinión | La cantina ilegal

Ya soy un poco carroza

Mascaritas en el Intercambiador de Santa Cruz de Tenerife durante el Carnaval.

Mascaritas en el Intercambiador de Santa Cruz de Tenerife durante el Carnaval. / El Día

Que faltita tenía mi cantina de un buen zafarrancho de limpieza después de unos días plagados de concursos en los que, mi negocio, ha sido un tsunami de lentejuelas y conversas; un año de éstos, en fines de semana como el que pasó, seguro que batiré el record guiness de garbanzas consumidas por metro cuadrado.

Resulta curioso comprobar como la mayoría de mis clientes piensan que, mañana, cuando nuestra fiesta ya tenga reina, habrá terminado el carnaval de los concursos y se olvidan siempre de las carrozas y coches engalanados, cuyo certamen figura desde hace años incrustado en la cabalgata anunciadora pasando casi desapercibido; una pena teniendo en cuenta el dineral que desembolsan y el esfuerzo que supone sacar actualmente un coche, o una carroza, a nuestro carnaval. Días tranquilos como el de hoy, me transportan al comienzo de la década de los setenta cuando, desde el balcón de casa de mi madre, las veía bajar por la TF-5 en dirección a Santa Cruz, cada cual más bella, cada cual más majestuosa. ¡Cuánto han cambiado las cosas! Antiguamente el único requisito para sacar una carroza era contar con un chasis dado de baja y el trabajo de un artesano o diseñador, con unos cuantos entusiastas; hoy en día hace falta mucho más: el coche ha de estar dado de alta, imprescindible su correspondiente seguro, ITV pasada y autorización especial para circular dentro del cuadrilátero, debiendo ser remolcadas fuera del mismo.

Sin duda hemos ganado en seguridad, y así se evitan problemas, pero los que vivimos las Fiestas de Invierno echamos de menos aquellas obras de arte que suponían un reclamo en nuestras cabalgatas. Yo las echo mucho de menos, quizás porque la fiesta ha evolucionado a mejor o quizás porque yo ya soy un poco carroza.