Opinión | La cantina ilegal

Se busca fisioterapeuta

Murga Bambones durante su actuación en la tercera fase.

Murga Bambones durante su actuación en la tercera fase. / Andrés Gutiérrez

Llegó el día más esperado para los murgueros; el día para el que trabajan tan duro como mi viejita cuando, desde que abro mi Cantina, no se despega de la cocina sacando calderos de garbanzas al ritmo de Fernando Alonso. Desde que cierre mi negocio y baje un poco el frío en Groenlandia, la llevaré unos días para que descanse, lejos del jolgorio carnavalero.

Hoy será una noche muy fuerte en mi cantina; la de la final suele ponerse a reventar desde muy temprano y acabamos opinando del fallo del jurado hasta los claros del día; gente que viene del recinto, no solo cansados por la duración eterna del concurso, sino de bailar con los pasacalles y las despedidas. Por cierto ¿quién habrá dicho a los políticos que por exagerar el baile en los pasacalles van a ganar las elecciones? ¿Alguien les ha explicado que es más sincero estarse callado que titubear con la letra de una despedida mirándola de reojo en el móvil? Hay alguno a quien más le valdría quedarse sentado tocando las palmas porque al verles la cara no sabemos si están en la final de murgas o en el entierro de la sardina. Por otra parte está quién exagera tanto los movimientos que se expone a una rotura del ligamento cruzado y también hay otros, es de justicia decirlo, que bailan con naturalidad y es más difícil que se estén quietos que escuchar a Los Panchos cantando reguetón.

Yo pondría un cartel en sus sillas que diga: Baile y cante usted con naturalidad, no se esfuerce en vano con cara de desgana, esas actitudes no dan votos; lo pondría en todas las sillas excepto en la del entusiasta concejal de fiestas, Javi Caraballero, al que le pondría uno que diga: Se busca fisioterapeuta.