Opinión | Retiro lo escrito

Un jeta

Ramón Trujillo, candidato de USP en Santa Cruz.

Ramón Trujillo, candidato de USP en Santa Cruz.

Los jetas son indispensables. ¿Cómo podríamos entender fracasos, las decepciones, los errores, las catástrofes sin los jetas, los jerolas, los caraduras, los cínicos recalcitrantes, los que siempre trabajan para no conseguir nada positivo y responsabilizar de todo lo negativo a otros? Toda tragedia tiene su desvergonzado –como mínimo uno– como todo puerco tiene su San Martín. Ayer tuve noticias de un jeta histórico de la izquierda canaria, Ramón Trujillo, uno de los más descarados oportunistas del progresismo patrio del último medio siglo. Después de la catástrofe electoral de la izquierda no psocialista del pasado mayo en Canarias, después del hundimiento absoluto de la lista que encabezaba al ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, este sujeto se las ha arreglado para ser elegido (de nuevo) coordinador general de Izquierda Unida, si es que todavía existe Izquierda Unida o Izquierda Unida necesitara un coordinador y no un oncólogo. Es portentoso.

Trujillo lleva veinte años, veinte años nada menos, cuidando de que la izquierda en Tenerife, y particularmente en su capital, Santa Cruz, no deje de ser insignificante, y en ese propósito ha puesto todo su empeño, toda su campanuda y exhausta inutilidad, toda su mediocridad política e intelectual. Su momento de gloria llegó en las elecciones locales de 2019, cuando su plancha consiguió tres concejales. Esa candidatura fue el resultado de un apaño vergonzoso: Trujillo se negó a concurrir con Alternativa Sí se Puede si no era el número uno. No fue así y, por tanto, apañó un acuerdito de fin de semana entre Podemos, IU y Equo. Fue Trujillo el que al negarse a negociar seriamente con SSP –que había ejercido como verdadera oposición a Coalición Canaria en el consistorio durante los ocho años anteriores– desnucó a la izquierda en el municipio. Cabe recordar que Sí se Puede había obtenido cuatro ediles en las elecciones de 2016. La conjunción urdida por Trujillo obtuvo tres en 2019 y SSP se quedó fuera. La brillantez estratégica y táctica del truchimán quedó demostrada con motivo de la moción de censura que durante un año, aproximadamente, mantuvo a la socialista Patricia Hernández como alcaldesa de Santa Cruz. Los tres concejales de izquierda la apoyaron sin reclamar nada. Trujillo y adláteres dispusieron de una oportunidad de oro para demostrar que la izquierda podría gestionar los intereses generales del municipio y no solo convocar manifas insignificantes o corear eslóganes cansinos. Pero le temblaron las piernas. Mejor quedarse en casita a verlas venir. Un genio el nota.

Cuando uno insiste por enésima vez en encabezar una lista electoral y no consigue ni un concejal, culminando así una trayectoria inequívocamente calamitosa, lo que tiene que hacer, si le queda un átomo de dignidad, es meterse en el sótano de casa y no salir durante algunos años. No es el caso de Trujillo, que ha pretendido y conseguido que lo invistan con un título que ya significa menos que el de mejor disfraz del concurso de murgas de 1989. Como su cinismo es inabordable, ahora achaca a Drago, el proyecto político de Alberto Rodríguez, la responsabilidad de la debacle de la izquierda no psocialista del pasado mayo. Esa responsabilidad es discutida y discutible en varios espacios pero no, desde luego, en Santa Cruz de Tenerife. El brutal fracaso de la izquierda en la capital tinerfeña resulta exclusivamente responsabilidad de ella misma: una izquierda sordomuda y complaciente con sus errores históricos, sin verdadero proyecto alternativo, sin anclaje en la sociedad civil, sin flexibilidad organizativa, sin lenguaje ni sensibilidad para dirigirse a mujeres, jóvenes y desempleados, sin una visión realista del entorno ideológico y cultural actual. La responsabilidad es de Ramón Trujillo y de los trujillos, cuya última militancia es esa jerola que se gastan hace lustros. Ya se inventarán algo para seguir salmodiando su autocompasión, su sacrificio salvaje, la persecución neroniana a la que son sometidos. Los periodistas, por ejemplo. La culpa es de los medios, de los periodistas, de la derecha mediática. Si no fuera por esas fuerzas demoniacas Trujillo llevaría de alcalde media vida.

Suscríbete para seguir leyendo