Opinión | El recorte
El cohete de Yolanda
Yolanda Díaz y la izquierda verdadera en España están cabreados porque el Gobierno de Grecia estableció una jornada laboral de trece horas. No es verdad. La jornada laboral griega será de ocho horas. Lo que se ha aprobado es que un trabajador con dos empleos solo podrá currar trece horas como máximo. ¿Saben cuál es el máximo en España? No hay. Puedes trabajar veinticuatro horas diarias. Si lo de Grecia es esclavitud entonces ¿qué es lo nuestro?
El nivel de demagogia nacional roza la estratosfera. Y para ahí está mirando Yolanda Díaz, que ha descubierto, vía Douglas Rushkoff, un compló de los supermillonarios para salir por patas de un planeta a punto de reventar montados en cohetes espaciales. No es el guión de una serie de Netflix, es una declaración de la vicepresidenta del Gobierno de España. Ha descubierto que los ricos piensan que «nos vamos al carajo» y que están diseñando un plan para huir del mundo pero solo unos pocos.
No sé si durante su visita a Puigdemont, en Bélgica, el equipo del político catalán, aficionado a la tocata y fuga de Bach, le puso en el café alguna sustancia altamente tóxica. ¿Huir en un cohete? ¿Hacia dónde? ¿A una base secreta construida en la luna con la suficiente provisión de oxígeno, agua y alimentos para sobrevivir un par de meses? ¿A un planeta habitable descubierto –en secreto– en una galaxia cercana, como Andrómeda, a la que podrían llegar en solo unos dos millones y medios de de años si se viajara a la velocidad de la luz? ¿O es que tal vez los marcianos han montado un Uber galáctico y han llegado a un acuerdo con Gates, Bezos, Musk y resto de la cuchipanda para llevarles en sus platillos voladores al otro lado del universo?
Yolanda Díaz no anda fina con el futuro. Hace algunos años hacía un ruego público para la rápida curación del comandante Hugo Rafael Cháves Frías, «el más digno libertador» de ese pueblo venezolano que vive hoy en la miseria o ha salido huyendo. Su admirado Hugo no le duró ni un telediario. Así que sus predicciones no parecen muy de fiar. Ningún ricachón se marchará en cohete, básicamente porque por ahora no tienen ningún sitio donde ir.
Pero comparto plenamente esa parte de sus declaraciones en la que afirma que «esto se va al carajo». Solo que «esto» es España. Y se va al carajo precisamente por las grandes corporaciones y los políticos como ella. Capitalistas y comunistas, unidos hoy en el propósito de convertir a los ciudadanos-consumidores en tornillos de una gran máquina totalitaria. Borregos sometidos a las instrucciones de una autoridad superior que les dirige, les encierra o les deja pastar para ordeñarles después. Ya se lo decía Lenin a Bujarín: la democracia no es indispensable; la industria sí. Si yo pudiera también cogería un cohete, aunque fuera rabonado, para mandarme a mudar de aquí.
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