Opinión | El recorte

Buscando culpables

Ione Belarra en un vídeo presentando la Ley de Familias.

Ione Belarra en un vídeo presentando la Ley de Familias. / TWITTER

Nuestro país de ahora, de grumetes y petimetres, navega con vientos racheados que nos van haciendo cambiar de rumbo, de criterio y de oremus. Hace solo unas semanas, el ala comunista pijiprogre del Gobierno de España, Ione Belarra mismamente, afirmaba que el dueño de Mercadona, Juan Roig, era un explotador de las clases obreras y que desangraba el bolsillo de los consumidores subiendo los precios de los productos de Mercadona. O sea, una sicóloga que no conoce otro trabajo que la política descalificaba a un empresario que ha creado más de noventa mil puestos de trabajo en una de las empresas de alimentación más importantes de Europa.

El belarrido no es un error. Ni una salida de tono excepcional. Es una estrategia. Para el sector que hoy gobierna Podemos, los empresarios y las empresas son el enemigo a batir. El obstáculo que se interpone en el camino de implantar un modelo donde el Estado sea el dueño de todos los medios de producción y de todos los ciudadanos. Un obsoleto, caduco y casposo estatalismo que donde quiera que se ha ensayado ha terminado generando miseria y sufrimiento.

Como quiera que las empresas de la alimentación hicieron públicos sus márgenes comerciales y demostraron que no estaban subiendo los precios por encima de la repercusión de la inflación, el Gobierno ha dirigido ahora la escopeta hacia otros responsables. Porque a los consumidores, cabreados por el aumento del precio de la cesta de la compra, hay que ofrecerles un culpable para que desahoguen su mala leche.

La vicepresidenta Nadia Calviño, ha recordado los casi setecientos millones que el Gobierno –o sea, usted que paga impuestos– le ha dado al sector primario para cubrir el aumento en los costes de producción, especialmente el incremento de precio de los fertilizantes. Y les ha dicho a ganaderos y agricultores que trasladen esas ayudas a los precios de sus productos en origen, que han subido un 60% mientras que el IPC a los alimentos se ha situado en un 16,7% desde hace un año.

Ahora resulta que los malos de la película ya no son las grandes empresas de alimentación. El viento ha cambiado. Ahora se sugiere que las garrapatas que desangran a los consumidores son los productores agrarios. ¡Hay que tener cuajo! El año pasado Hacienda recaudó más de treinta mil millones extra gracias a la inflación. Te quito en el mostrador por aquí y te doy ayuditas por allá. Y de paso aumento la pasta que dedico a sostener el orondo tinglado público. Un negocio redondo. Los culpables de que los precios se hayan disparado están en Bruselas y en Madrid. En el gigantesco pufo de dinero extraordinario que ya estamos pagando con sangre, sudor y muchas lágrimas.

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