Opinión | A babor

Presunción de ignorancia

Román Rodríguez habla por teléfono en las escaleras del Parlamento.

Román Rodríguez habla por teléfono en las escaleras del Parlamento. / Efe

Una hipoteca multidivisa es un producto financiero creado en el cambio de siglo, y que se puso de moda en España con la crisis económica y financiera en 2007, cuando los bancos ya tenían la certeza de bajadas del euríbor y del euro. Con el señuelo de cuotas más bajas gracias a los menores tipos de interés de otras divisas, los bancos colocaron masivamente las hipotecas multidivisas. Y hubo quien las suscribió y le fue muy bien, y otros que tuvieron mala suerte, porque el valor de las divisas –como sabe cualquiera– fluctúa en relación al euro, apreciándose o depreciándose frente a nuestra moneda. Si la divisa en la que está suscrita la hipoteca baja de forma constante frente al euro, la hipoteca saldrá más cara.

Y eso exactamente es lo que le pasó a la hipoteca de Román Rodríguez y su mujer, una multidivisa suscrita en 2007 en yenes japoneses y que –con su desplome entre julio de 2008 y julio de 2012 el yen perdió un cuarenta por ciento de su valor– puso la hipoteca del chalet de la familia Rodríguez en Ciudad Jardín mismamente por las nubes. Habían pedido 283.000 euros a La Caixa, y las cuotas no paraban de subir, pero en aquellos años Román era vicepresidente del Cabildo grancanario y responsable del área de Desarrollo Económico, y su situación financiera era bastante saneada. Además, después de 2012, el yen volvió a subir y a finales de 2014 se había recuperado. Román no denunció entonces. Fue a partir de 2017 con la economía japonesa nuevamente en picado, y en agosto de 2019, con el yen en mínimos otra vez, cuando Román denunció a La Caixa, y pidió declarar nulo el contrato multidivisa, alegando haber sido engañado con condiciones hipotecarias abusivas. La demanda dice que el banco privó al matrimonio Rodríguez de información al contratar la hipoteca y eso pudiera ser cierto. Pero también asegura la demanda –¡ay!– que el pobre Román carecía de conocimientos financieros que le permitieran entender lo que firmaba y que por eso se comió el marrón.

Esa es la fórmula utilizada por los consumidores que demandan a los bancos, y que –en la mayoría de los casos– convence a los jueces. En esta ocasión también ocurrió así. Con Román ya vicepresidente y consejero de Hacienda del Gobierno de Torres, el número 6 de instrucción de Las Palmas aceptó su argumento y le dio la razón respaldando su ignorancia financiera: «no admite discusión alguna que don Román y doña Myriam (su señora) no tienen conocimientos financieros suficientes para entender el producto», sentenció el juez.

No sé si pasó algo entonces con los depósitos del Gobierno en La Caixa, pero sí que en La Caixa hubo un rebote monumental y recurrieron a la Audiencia Provincial, que volvió a fallar a favor de los denunciantes, insistiendo en la ignorancia financiera de Román. El banco acudió en casación al Supremo, considerando «irracional» e «ilógico» que alguien que ha sido presidente del Gobierno de Canarias, consejero de Desarrollo Económico en el Cabildo y es ahora consejero de Hacienda en el Gobierno carezca de preparación financiera. Parece bastante razonable el argumento de La Caixa, pero doctores tiene la Justicia.

El asunto puede despacharse de tres maneras. La tesis del compló: resulta que al vicepresidente del Gobierno le ha pasado como cuando lo de Amurga, que todo fue cosa de otros y él ni sabía ni tuvo nada que ver con el asunto, algo que niega categóricamente La Caixa, que cuenta sobre una petición específica de contrato multidivisa y hasta siete meses de reuniones para que las cosas quedaran claras. O resulta que Román es un pillo: quiso sacar provecho de una legislación que se hizo para proteger de abusos a quienes efectivamente no tienen conocimientos financieros. O la presunción de ignorancia: quizá sea verdad lo que creen los tribunales, que el hombre –a pesar de lo mucho que alardea de sapiencia económica– en realidad no tiene ni repajolera idea de lo que se trae entre manos. A lo peor por eso necesita gastar en asesores, fermines y corifeos más de lo que nadie gastó jamás en ningún otro departamento del Gobierno.

De momento, lo que sabemos es que Román se negó a acudir a declarar sobre sus conocimientos financieros cuando fue citado por el juzgado. Quizá porque ser consejero de Hacienda y tener que reconocer en sede judicial que uno es tan lerdo en la materia que no sabe ni leer su hipoteca, debe doler lo suyo. Total, que Román no declaró, pero aun así, ganó el pleito. En esta Canarias nuestra pasan cosas muy pero que muy tropicales.

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