Opinión | Crónicas de la Revo-ilusión

Harry y la venganza

El príncipe Harry y Meghan Markle.

El príncipe Harry y Meghan Markle.

El mundo está lleno de segundones. Y hay que tener mucho cuidado con ellos (y ellas). No hay nada más peligroso que el odio acumulado por aquel que se ha sentido menos querido, catalogado como un simple repuesto del original, el sucedáneo del mayor, del que tiene los mejores números, del ganador que nunca tendrá que demostrar su valía, porque siempre se le da por supuesta. La historia ofrece ejemplos insignes de personas de baja estatura, o de lisiados con rasgos poco atractivos, de seres que sufrieron burlas y maltratos en infancias pobladas de traumas. Acomplejados en el poder, gente acostumbrada a los golpes de la vida, que se crece ante la teórica superioridad de los llamados a la gloria por un mero azar cronológico. Tarde o temprano, esa olla a presión acaba por explotar, traducida en forma de venganza ejercida en cualquier ámbito. Y de ahí surgen dictadores, jueces, capos mafiosos, reyezuelos o empresarios de fortuna, políticos taimados y vecinos de tu edificio que refinan la manera de devolverle al mundo con fría paciencia y tesón, todo el daño que han padecido. Por ese íntimo deseo de reivindicarse ante el espejo del ojo público, sucede que la vida democrática se ve alterada por la ira de los actores secundarios que, de forma virulenta, toman por asalto el plató de la realidad y, como en Brasil, intentan derrocar por la fuerza a un gobierno legítimo. A su modo, el príncipe Harry se despacha a gusto y no deja títere con cabeza en sus bien asesoradas memorias. El síndrome del que tomaron por el tonto útil, la olvidable cara b del primogénito Guillermo. Harry le da la vuelta al calcetín y desnuda sin tapujos la hipocresía de una familia real y la de un país entero. Ahora, ya saben lo que les espera. Cuidado.

dorta@brandwithme.com

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