Opinión

El bombardeo de Guernica y la memoria democrática

Me manda el periodista Gorka Angulo (exiliado –perseguido por ETA– hace unos años en Tenerife) un artículo del Diario de Navarra sobre los asaltos a cárceles y barcos de detención y finalmente asesinatos de gente de derechas y religiosos en Vizcaya. El artículo es de Víctor Manuel Arbeloa, historiador, socialista navarro refundador del PSOE en aquella región. Se titula Un caso olvidado por la memoria democrática.

El 26 de abril de 1967, adolescente aún, acudí a una concentración conmemorativa del bombardeo de Guernica aquel día de 1937. Al estar tomada por la Guardia Civil no se produjo ningún salto. Algunos mayores de Mundaka, donde veraneaba, me habían contado cómo la aviación alemana entraba por la desembocadura de la ría para seguir hasta Guernica. Mi madre me había hablado del bombardeo de Durango que presenció de niña desde lejos, en el caserío de su familia donde pasó parte de la guerra. Decía que fue peor que el de Guernica y parece que sí. Pero Durango no tuvo a Picasso.

Intenté manifestarme por sus víctimas y escuché a fuentes directas de aquellos episodios y con el tiempo algo tenía oído de las matanzas de gente de derechas a cargo de ugetistas, comunistas y cenetistas, pero como todos no le di ninguna importancia.

Según Arbeloa, presumiblemente las mayores matanzas habidas nunca en Bilbao ocurrieron 4 meses antes del bombardeo de Guernica, que ya parecen perfilados todos los muertos en 120. La historiografía con el tiempo aquilata los datos, que pule.

«Hasta 239 personas de toda condición, ricos y pobres, viejos y jóvenes, clérigos y laicos, analfabetos e ilustrados fueron asesinados en las cárceles de Bilbao, por los llamados a protegerles del populacho», escribe Arbeloa. A raíz del derribo de un Junker alemán. No sabía yo que la comarca de Bilbao hubiera sufrido bombardeos aéreos. En Guipúzcoa fue peor, porque desde el avance de carlistas e italianos siguiendo el Bidasoa hasta la toma de San Sebastián transcurrieron tres meses, tiempo para asesinar a casi 500 paisanos.

El PNV y en concreto a Telesforo Monzón, de viejo, líder de Herri Batasuna, consejero de interior, le correspondía la custodia de las cárceles. Aunque hicieron todo por ocultar los hechos, el lehendakari Aguirre llegó a avergonzarse posteriormente. Un PNV hoy de actualidad –empero su aureola de rectitud y ejemplaridad– por la corrupción certificada por el Tribunal Supremo. El estadista Zapatero y el doctor Sánchez con sus leyes de belicoso sectarismo han propiciado la revisión histórica más indeseada que, mira por dónde, como lógica reacción a la manipulación moralista divinizando un bando, ha entrado a saco en la criminalidad republicana tan competitiva con Franco.

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