Opinión | El recorte

Y otra vez las carreteras

Inversiones y los proyectos de carreteras del Gobierno de Canarias en Tenerife

Inversiones y los proyectos de carreteras del Gobierno de Canarias en Tenerife / María Pisaca

Es difícil encontrar en la historia de la propaganda política una noticia que haya dado tanto de sí como el convenio de carreteras entre Canarias y Madrid. Más de una docena de veces se ha publicado la noticia de que “por fin” se han arreglado los desacuerdos financieros entre el Estado y las islas. Y en cada una de las ocasiones, el dinero que se pactaba era distinto. O los plazos. O yo qué sé. El problema es que cuando una cosa no se puede explicar fácilmente, es que huele a calcetines sucios.

Esta semana, una vez más, el Gobierno guanche ha anunciado el feliz nacimiento. En el portal del Belén, el dinero para carreteras nos sale por las orejas. Una vez más anuncian la buena nueva de que las perras que nos robaron desde el Estado han sido devueltas en su integridad y con buen rollo, sin ponernos chulos y sin llamarlos godos. Aunque está el pequeño detalle de que el Gobierno canario denunció al de España en los tribunales de justicia y la pasta nos la han devuelto obligados por una condena. Pero eso son fruslerías.

El misterio, porque digo yo que es misterioso, es que teniendo tantísimo dinero las carreteras de estas islas sigan siendo un pudridero. Lo inexplicable es que los gobiernos pasen, las obras se hagan eternas, los planes se cambien y aún estemos en que si una variante, una vía exterior o un túnel subterráneo. Y mientras la propaganda dice una cosa, la triste realidad es que cada día miles y miles de conductores echan pestes en las colas eternas de unas autovías de cabras que no dan abasto.

Se ha dicho una y mil veces que es imposible seguir poniendo piche sobre piche, ampliando unas vías que cuando se terminan ya son claramente insuficientes para el volumen de vehículos que circula por la Macarronesia atascada. Que la única solución para tanto coche es ofrecer alternativas de transporte público eficiente, moderno y barato. Y en esa estamos desde tiempo inmemorial. Con la promesa de un carril exclusivo para las guaguas, que no verán nuestros nietos. Y con los proyectos de un tren que es como la carta a los Reyes Magos Eméritos. Porque aquí, entre escarabajos y viborinas, no hay dios que planifique y ejecute con sentido y perspectiva de futuro.

Las autoridades sobreviven en una ensoñación de cartón piedra. Hablan de transformar la flota de vehículos de combustión en coches eléctricos —un pastón increíble— limpios y no contaminantes, que se cargarán en una red de suministro que no existe y que de existir se abastecería de energía producida por unas centrales eléctricas que consumen el combustible más sucio y contaminante de todos los derivados del petróleo. Y es así porque esas mismas autoridades se negaron en redondo a utilizar el gas natural.

Me alegro que por penúltima vez se celebre que llegue otra purriada de millones para las carreteras canarias. Ya me quedo tranquilo. Y mañana, cuando haga la cola de todos los días, seguro que me embargará la tranquila felicidad de pensar que en realidad no estoy parado. Que es un mal sueño del fantasma de las Navidades pasadas, presentes y futuras.

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