Moción de censura

La moción de censura de Vox sirve al Gobierno para tomar impulso ante el ciclo electoral

Sánchez se sincroniza con Díaz y juntos reafirman su apuesta por la coalición, unen al bloque de investidura y se vuelcan en retratar a Feijóo como un rehén de Abascal

Ilustración sobre la Moción de censura de de Vox.

Ilustración sobre la Moción de censura de de Vox. / Fernando Montecruz

Juan Ruiz Sierra

Muchos escaños vacíos. Sobre todo, del PP. Por su rareza y trascendencia, las mociones de censura suelen ser citas parlamentarias que levantan un enorme interés, pero este martes una parte de los asientos en el hemiciclo carecían de ocupante. Sus inquilinos debieron pensar que había mejores cosas que hacer. Toda la jornada tuvo un aire desganado, como de dejà vu de la primera moción que presentó Vox hace dos años y medio, con Santiago Abascal como candidato. La única novedad, a sus 89 años, era Ramón Tamamesnuevo aspirante de la formación de ultraderecha. Pero ni siquiera durante su primera intervención hubo lleno. “Voy terminando que están ustedes un tanto cansados. Todos tenemos algo de cansancio”, reconoció Tamames. “Tenemos que ser más breves. No repetir tanto los argumentos”, añadió.

La frase parecía destinada tanto a Abascal como a Pedro Sánchez, que habían protagonizado el verdadero debate justo antes, atacándose sin pausa durante dos horas y media, tomando la palabra una y otra vez, mientras el economista y antiguo dirigente del PCE atendía con actitud ausente, sacando diversos papeles de una ajada carpeta de cartón azul. 

Fue un poco lo mismo de siempre, pero para el presidente del Gobierno representó una pasarela para exhibir sus medidas sociales (ayudas frente a la guerra de Ucrania, subida del SMI, ingreso mínimo vital, reforma laboral, revalorización de las pensiones), colocar al PP en el mismo saco que Vox y volver a unir a la coalición, con las relaciones entre el PSOE y Unidas Podemos en su peor momento de toda la legislatura, en contra de la derecha y ultraderecha. Como acto de precampaña ante las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, y a menos de nueve meses de las generales, pocas citas, probablemente ninguna, resultan más enjundiosas para los socialistas.   

Día largo en el Congreso para el candidato Tamames

Agencia ATLAS / Foto: José Luis Roca

El porqué de todo esto

“¿Qué estamos haciendo hoy aquí?”, se preguntó Sánchez pasado el mediodía. La pregunta era pertinente. Todos los asistentes, en algún momento u otro de la larguísima sesión, se la terminaron haciendo. La moción fracasará el miércoles, segundo día de debate, al contar solo con los 52 votos a favor de los diputados de Vox. Tamames no quiere ser presidente: solo busca adelantar los comicios generales para que se celebren también en mayo. Las líneas generales de su discurso ya se conocían, al haber sido publicado un borrador días antes. Y el verdadero líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóoprofundamente incómodo ante una convocatoria en la que el PP se colocará de perfil con su abstención, optó por ausentarse (no es diputado, pero podría haber acudido como oyente a la Cámara baja) y asistir por la mañana a una reunión con diplomáticos en la Embajada de Suecia. La broma se hace sola. 

El presidente del Gobierno no dejó colgando en el aire la pregunta sobre el porqué de todo esto. “Si algo une a su candidato interpuesto, a su grupo y al que se va a abstener, es frenar la acción el Gobierno de coalición progresista”, le dijo a Abascal. Entonces cogió impulso: “Ya le digo que durante muchos meses, y durante muchos años, aquí va a haber una mayoría progresista que va a hacer avanzar a nuestro país”. Todos los diputados del PSOE y Unidas Podemos aplaudieron, en una escena que no es muy habitual durante los últimos tiempos. También lo hicieron cuando intervino Yolanda Díazvicepresidenta segunda y líder de Unidas Podemos, en un nuevo ejemplo de la apuesta de los dos socios de la coalición por seguir unidos, pese a las discrepancias por la ley del ‘solo sí es sí’, la guerra en Ucrania o la ley de vivienda. Díaz ensalzó la labor de varios ministros, de uno y otro partido, y acabó concluyendo: “Queda coalición para mucho tiempo”.

“La puesta en escena y los discursos de Sánchez y Díaz han estado muy sincronizados. Hemos buscado trasladar que enfrente no hay nada”, señalan en la Moncloa

“La puesta en escena y los discursos [de Sánchez y Díaz] han estado muy sincronizados. Hemos buscado trasladar que esto es un Gobierno de coalición y que enfrente no hay nada”, señalaron fuentes de la Moncloa. La apuesta salió bien. Aun así, algunos de los socios tradicionales del Ejecutivo no compartieron del todo el enfoque. Por ejemplo, EH Bildu. “No es suficiente con decir que viene la derecha. No es suficiente con ser lo menos malo”, advirtió la portavoz parlamentaria de los abertzales, Mertxe Aizpurua.  O ERC. "Comiencen a pensar en la gente a la que están decepcionado", dijo Gabriel Rufián.

La única alternativa

Como venían anticipando sus colaboradores, Sánchez empleó la moción para plasmar qué ocurriría si el PP y Vox acaban sumando mayoría absoluta en diciembre, un escenario que muchas encuestas consideran ahora mismo probable, porque esa, y no otra, es la única alternativa a la coalición de socialistas y morados. En este esquema, Tamames, que llevó a cabo un discurso con puntos de conexión con Vox (la inmigración, la okupación de viviendas, la inmersión lingüística o los acuerdos con el independentismo), pero alejado del tono apocalíptico de la ultraderecha, tenía poca cabida. El rol del propio candidato fue casi el de simple invitado. Ni siquiera se esforzó en replicar al Gobierno y los grupos parlamentarios.

Así que el presidente del Gobierno le contestó con educación, durante una hora y media que el candidato calificó de “tocho”. Pero lo importante había tenido lugar antes, durante las primeras intervenciones de Sánchez, dirigiéndose a Abascal y al gran ausente: Feijóo. Para el líder socialista, uno y otro son la misma cosa. 

La abstención del PP

“Vox y el PP se parecen como dos gotas de agua -dijo el jefe del Ejecutivo-. Las mismas políticas regresivas en políticas sociales y económicas. Lo único que ustedes aportan diferente respecto al PP es un plus de brutalidad (...). Vox es a la política española como la comida ultraprocesada a la dieta mediterránea. Lo mismo. Vox es el glutamato de la derecha. Un simple potenciador del sabor extremo. Y aquí llegamos a la verdadera cuestión. Vox por sí solo no va a ganar las elecciones. Lo que puede conseguir es que sus ideas acaben impregnando a toda la derecha”.

Prueba de ello, continuó, es la abstención de Feijóo, que contrasta con el voto en contra del PP a la moción ultra en octubre de 2020, cuando Pablo Casado lideraba a los conservadores. “Pasito a pasito. Ya están más cerca del sí”, dijo Sánchez en su primera réplica a Abascal, después de que el presidente de Vox presentara a Tamames con su habitual retórica incendiaria. El líder de Vox cargó contra el virus chino y el estado de alarma, las leyes de igualdad, el ‘caso Mediador’ y sus “noches crapulosas”, los medios de comunicación e incluso, en uno de sus tradicionales obsesiones, la vestimenta desenfadada de los diputados de izquierda. 

Y Feijóo, cuyo partido intervendrá el miércoles, en medio. “Al final de este debate, solo existirán dos opciones: consentir con este Gobierno, votando en contra y abteniéndose, o acabar con este disparate”, concluyó el líder ultra, empujando al líder del PP al bando socialista. Sánchez hizo lo mismo, pero en sentido inverso. “Al señor Feijóo todo este delirio no le da ni frío ni calor, le deja indiferente -dijo el jefe del Ejecutivo-. Lo que va a hacer el PP con esta abstención es un pago en diferido, como se lleva en casa. Pero señorías del PP, tengan cuidado. Más pronto que tarde la derecha vendrá a exigirles un segundo pago para saldar las deudas. Cuando llegue ese momento, acuérdense de este debate”. Sánchez acabó animando a Vox a que en septiembre, durante el nuevo periodo de sesiones, a solo tres meses de las generales, presente una tercera moción.  

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