Patrimonio

Medalla de Oro a la recuperación del legado documental de La Palma

El Ministerio de Cultura distingue este año al Centro de Conservación y Restauración de Documentos Gráficos, que opera en la isla bonita desde el año 2001

Manuel Cubero y Verónica Ojeda trabajan en el centro de conservación palmero.

Manuel Cubero y Verónica Ojeda trabajan en el centro de conservación palmero. / El Día

El arte de desempolvar los nombres, redibujar los paisajes, recomponer los mapas, las cartas, los libros y los rostros de otro tiempo, como quien reconstruye el camino roto de la memoria para traer las raíces al presente, es el trabajo silencioso que desempeña día a día el Centro de Conservación y Restauración de Documentos Gráficos de La Palma. Este nombre largo para un trabajo inmenso corona una antigua casa palmera radicada en el corazón de Santa Cruz de La Palma, rehabilitada en 1999 para abrir sus puertas de madera al mundo dos años después.

En el interior de este laboratorio del tiempo, Verónica Ojeda y Manuel Cubero, los dos técnicos especializados del centro, remojan pinceles y algodones mientras afinan el bisturí y la mirada para recuperar ese patrimonio documental que conforma la historia inédita de la isla bonita, pero también de Canarias y de sus múltiples puentes con el resto del mundo, cuyo espejo nos devuelve los pasos que hoy desembocan en lo que somos.

La gran acuarela Novilísima Cívitas Palmaria, uno de los trabajos de restauración más espectaculares del centro de La Palma, que data del último cuarto del siglo XVIII. | | E.D.

La gran acuarela Novilísima Cívitas Palmaria, uno de los trabajos de restauración más espectaculares del centro de La Palma, que data del último cuarto del siglo XVIII. | | E.D. / Nora Navarro

Este año, el Ministerio de Cultura del Gobierno de España ha distinguido al centro palmero con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2023, que condecora cada año a «las personas y entidades que hayan destacado en el campo de la creación artística y cultural o hayan prestado notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico». Junto a personalidades o instituciones tan diversas como Pablo Berger, Antonio Najarro, Estopa, la Fundación Museo Sorolla o Itziar Castro a título póstumo, el Centro de Conservación y Restauración de Documentos Gráficos de La Palma se distingue en esta nómina por la singularidad que brinda un espacio único en el panorama nacional.

Medalla de Oro a la recuperación del legado documental de La Palma  | E.D.

Medalla de Oro a la recuperación del legado documental de La Palma | E.D. / Nora Navarro

«Creo que una de las razones por las que se ha ejecutado este premio es que somos un centro especializado en toda esta rama del patrimonio cultural gráfico y no existe uno igual en todo el territorio español», explica Manuel Cubero. «Sí que existen centros o departamentos similares, pero siempre dentro de una institución mayor. Por ejemplo, en la Junta de Castilla y León existe un centro de restauración en todas las especialidades, pero un centro de este formato, exento de otras dependencias, es muy difícil de encontrar». Por su parte, Verónica Ojeda confiesa que la concesión de la Medalla de Oro «nos pilló totalmente por sorpresa». «Me siento muy emocionada y muy feliz, y al mismo tiempo, siento una responsabilidad aún más grande porque es una de las pocas veces que se ha entregado esta medalla a un espacio que trabaja con el patrimonio gráfico. Además, que este reconocimiento sea para un centro de la isla de La Palma, que trabaja desde esa ultraperiferia, me parece importante», declara la especialista.

Impulsado en 2001 desde la consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma y timoneado por este tándem de expertos, este espacio de resistencia vela por el cuidado del patrimonio documental gráfico a través de un trabajo continuado de preservación, conservación y restauración, pero también de investigación, difusión y educación. Su inventario de tesoros patrimoniales en papel asciende a más de 350 piezas intervenidas que datan del siglo XVI al XIX, entre las que desfilan documentos de índole tan diversa como cartografías, grabados, dibujos y libros originales, así como cartas navales, protocolos notariales o cartelería de teatros decimonónicos, cuyos procesos de recuperación pueden prolongarse durante meses.

Medalla de Oro a la recuperación del legado documental de La Palma  | E.D.

Medalla de Oro a la recuperación del legado documental de La Palma | E.D. / Nora Navarro

Procesos de intervención

Desde el primer libro de matrimonios de la Parroquia de San Andrés y Sauces del siglo XVII a los antiguos patrones de bordados de la Escuela de Artesanía de Mazo, ambos en la isla bonita, pasando por la reconstrucción de encuadernaciones, hojas y costuras de clásicos de Galdós y Cervantes; litografías de César Manrique o estampaciones serigrafiadas de los Mutilados de Paz de Manolo Millares, cada grieta y herida en el papel requiere un tratamiento distinto.

«Lo primero que recibe siempre el centro es una llamada, que suele ser bastante tardía, porque la restauración y conservación del patrimonio documental no se conoce mucho, así que cuando nos llegan las obras lo hacen en procesos de deterioro bastante avanzados», advierte Ojeda. Una vez que el equipo toma contacto con la pieza, despliega un protocolo de actuación para el diagnóstico íntegro de la obra, que engloba desde un análisis técnico a un estudio intelectual de su «significancia completa». «Somos muy multidisciplinares porque nuestro objetivo es restaurar la pieza, pero tenemos que restaurar sabiendo lo que está en nuestras manos», señala la especialista.

«Primero estudiamos de quién es, cómo está escrita o grabada, qué materiales han utilizado; y luego investigamos por qué medios se produjo, quién pudo encargarla, para qué se utilizaba», explica. A partir del registro de esta documentación con la ayuda de investigadoras, paleógrafas o fotógrafas, el equipo pone en común los problemas que aloja la pieza antes de intervenirla, como roturas, descosidos, manchas, quemaduras o afecciones por insectos xilófagos. Solo cuando alcanzan un consenso sobre el proceso de intervención comienza, en palabras de la especialista, «el trabajo con la manos».

Este estricto procedimiento físico, casi quirúrgico, puede ser mecánico o acuoso, pero siempre «neutro, inocuo y reversible», anotando una diferencia entre la parte restaurada y la parte original, si bien Ojeda subraya que «la restauración debe ser el último recurso, porque antes prima el trabajo de preservación y conservación, tanto del propio patrimonio documental como del ambiente». En esta línea, la especialista destaca la importancia de que «las obras queden estabilizadas para su futuro», en unas condiciones ambientales adecuadas de luz, humedad o almacenamiento. «La restauración no garantiza al 100% su conservación a futuro: hay que tener muy presente la preservación», indica. Por esta razón, desde el centro palmero reivindican que el patrimonio en papel se digitalice en su totalidad, «para que los originales queden conservados y se pueda utilizar la copia digital sin manipular en exceso las originales».

Trabajos destacados

La miscelánea de obras recuperadas reviste distintos soportes, tamaños, tipologías formatos, técnicas y procedencias, y aunque cada una atesora una relevancia propia dentro de su contexto histórico, algunos trabajos destacan por la complejidad del proceso o sus peculiaridades concretas.

Este es el caso de la pintura Nobilisima Civitas Palmaria, una de las intervenciones más espectaculares del centro: se trata de un plano alzado que brinda una vista panorámica de Santa Cruz de la Palma desde el mar, realizado en acuarela sobre papel verjurado en el último cuarto del siglo XVIII y testimonio único de la ciudad en tiempos en que la fotografía aún no existía. Sus dimensiones son de 38,5 por 182,5 centímetros y, debido a su estado de conversación, el Palmaria conllevó un dilatado proceso de recuperación de 18 meses, uno de los más extensos en la trayectoria del centro, que el equipo cristalizó en la edición de un monográfico.

Pero Cubero también destaca un enorme grabado calcográfico del árbol genealógico de la Orden Franciscana, elaborado por los máximos exponentes del arte editorial de Amberes. «Aquel fue un proceso de restauración complicado porque venía en un formato de papel montado en pintura, con unas dimensiones grandísimas y alrededor de 800 personajes», explica el técnico. Y es que su estado de conservación presentaba una marcada degradación a la sombra de 400 años de trasiego, que exigió un proceso de restauración integral. «Pero fue un reto interesante, porque en esta obra se ejecutan grabadores de primer orden, discípulos de Durero, impreso en Amberes cuando este era referente cultural en toda Europa», explica. También emociona entre sus hitos el proyecto de conservación de los fondos de patrones de bordados de la Escuela Insular de Artesanía de la Villa de Mazo, emplazada en este pueblo del sureste palmero que mantiene vivo el legado de esta antigua tradición artesanal, donde el centro ha desempeñado un papel fundamental en cuanto a su registro, investigación y continuación.

Volcán de La Palma

Muchas de estas joyas patrimoniales que salvaguarda el centro palmero han visto la luz en el marco de distintas exposiciones con el objetivo de mostrarlas al público y divulgar su importante valor identitario. Así sucedió con la gran muestra organizada con motivo del 20º aniversario del centro el pasado 2021, que coincidió con la erupción del volcán de La Palma que arrasó y sepultó tantas páginas de la historia y el patrimonio de la isla bonita.

En el lento camino de reconstrucción de una isla que renace de sus cenizas, el Centro de Conservación y Restauración de Documentos Gráficos de La Palma participa en el plan especial de emergencias impulsado por el Gobierno nacional «para elaborar y mejorar los protocolos de actuación a la hora de salvaguardar el patrimonio histórico y cultural en situaciones de emergencia», precisa Cubero. «Aunque afortunadamente no hubo una pérdida grande en cuanto a fondos documentales como consecuencia de la erupción, es remarcable que ha habido grandes amenazas y evacuaciones, por lo que creemos que, a raíz de esta tragedia, debemos trabajar ese margen de mejora con respecto a a la protección de todos los bienes culturales, porque tenemos capacidad para ello», reflexiona.

En esta línea, Cubero incide en que «La Palma tiene una historia muy particular porque hay un patrimonio importantísimo vinculado al transcurso de la historia del siglo XVIII desde la conquista, donde esta isla fue todo un asentamiento fundamental y un punto estratégico geográfico en toda esta ruta hacia las Américas. Y todo esto se traduce en diferentes signos e influencias, desde invasiones piratas a muchas relaciones con Amberes y el norte de Europa, lo cual enriquece un legado y acervo cultural». A su lado, Ojeda suscribe que «La Palma tiene un patrimonio documental inmenso y, en el fondo, todos somos agentes de conservación y preservación del patrimonio, y debemos ponerlo en valor, tanto para que se entienda como para que, sobre todo, se disfrute».

A tenor de la nueva reliquia que recala en el centro, el equipo se compromete a la luz de su Medalla a seguir navegando los mares olvidados para traer sus baúles de recuerdos a la orilla del presente. «Este es el momento de poner encima de la mesa qué es el patrimonio documental, qué hacemos los profesionales de la restauración desde la conservación y por qué es importante poner en valor el patrimonio gráfico que hay en la isla, que es un patrimonio tuyo y mío, que es de todas y de todos, y tenemos que cuidarlo», concluye Ojeda.

En la imagen, un trabajo de limpieza en mesa de luz durante el proceso de intervención en una obra en papel. |

Detalle de limpieza de encuadernación de los técnicos del Centro de Conservación y Restauración de Documentos Gráficos de La Palma. |

El centro participa en la conservación, preservación y restauración de los fondos de patrones de bordados contenidos en la Escuela de Artesanía de la Villa de Mazo. |