Salud mental | Volcán de La Palma

Las secuelas del volcán en la juventud

La Asociación de Salud Mental de La Palma detecta situaciones llamativas y también preocupantes de inestabilidad psicoemocional entre la población de 5 a 18 años

Un padre con sus dos hijos en el municipio palmero de El Paso durante la erupción del volcán de La Palma.

Un padre con sus dos hijos en el municipio palmero de El Paso durante la erupción del volcán de La Palma. / E. D.

Iván Alejandro Hernández

Ya han pasado más de dos años desde que la tierra se abriera en Cumbre Vieja. Del 19 de septiembre al 25 de diciembre, la lava que escupió el volcán asoló el 1,6% de la superficie de La Palma -taparía casi entera la ciudad autónoma de Melilla- y emitió entre 14 y 42 millones de toneladas de dióxido de carbono, el equivalente a lo que genera toda la actividad humana en las islas durante un año. A su paso, las coladas destruyeron viviendas, terrenos agrícolas, negocios, trabajos o formas de vida.

Además de las pérdidas materiales, las consecuencias psicológicas tras vivir como todo cambia de la noche a la mañana han tenido su poso entre la población menor de edad, que ha sufrido por primera vez una catástrofe que no se daba en La Palma desde 1971. «Hemos detectado que entre los 5 y los 18 años hay mayor vulnerabilidad a nivel psicológico y psicoemocional», explica Anselmo Acosta, psicólogo sanitario de la Asociación Salud Mental La Palma.

Esta asociación actúa desde 1998 y durante la erupción desarrolló distintos trabajos de campo en colaboración con otros colectivos. Desde diciembre de este año ha puesto en marcha un nuevo servicio financiado por el Gobierno regional para atender a la población de entre 5 y 18 años, precisamente, al constatar situaciones «llamativas y preocupantes» de inestabilidad psicoemocional en esa franja de edad, tanto en los centros escolares como en el ámbito familiar.

«Todo surge del trabajo de campo que realizamos. Hemos detectado en el ámbito familiar, en los colegios o en los institutos que existe una enorme problemática que es necesario afrontar desde un punto de vista psicosocial y psicoemocional», añade Acosta, «motivada, sobre todo, porque los padres han vivido toda la afectación psicológica en La Palma como consecuencia del volcán», que se suma, agrega, a las consecuencias de la pandemia de coronavirus.

En concreto, Acosta establece dos clasificaciones: afectados directa e indirectamente por el volcán de La Palma. En las familias «que son los que han tenido algún tipo de pérdida material -desalojos, evacuación, de terrenos o de vivienda-, encontramos muchos más casos de problemas psicosomáticos, psicosociales y psicoemocionales», especifica Acosta.

En este sentido, el psicólogo detalla que entre los más jóvenes, de la franja de entre 5 y 12 años, la asociación detecta «problemas de alteraciones conductuales, por ejemplo, a la hora de compartir, convivir y jugar con otros compañeros de su edad; también tienen problemas de hiperactividad en el seno familiar». Entre los 12 y 14 años, el colectivo ha constatado problemas en los estudios, con las familias y también entre compañeros, incluso, en algunos casos, un inicio en el consumo de drogas. «Ya comienzan, de alguna manera, a tantear y consumir alguna sustancia», señala Acosta. Y en el grupo de mayor edad, la asociación detecta «problemas psicoemocionales, problemas de desarrollo y de gestión de las emociones, así como de convivencia o de hábitos de estudio», subraya Acosta.

En este grupo de edad, el psicólogo comenta que «los jóvenes, como no tienen la ayuda psicológica necesaria, buscan recursos que no son los apropiados. Hablamos de palabras mayores: adicciones al alcohol, a la marihuana o a la cocaína. Es necesaria la intervención para prevenir que los jóvenes caigan en ese mundo a través de la intervención en este proyecto».

Esto, según Acosta, también agrava el sostenimiento de la población joven en la isla. En un informe-dictamen sobre los efectos demográficos, sociales y económicos de la erupción, publicado en 2021, el profesor de Geografía Humana en la Universidad de La Laguna José León García Rodríguez reflejaba que desde inicio del siglo XXI ya se observaba que las oportunidades laborales que ofrece el modelo productivo de la Isla no coincide con las cualificaciones o necesidades profesionales de la juventud, que mostraba cierta tendencia a buscar sus oportunidades fuera de la isla.

«Vemos cómo los jóvenes se van a otras islas porque ven que aquí no hay oportunidades en el ámbito laboral», apunta Acosta, quien también recalca el problema de la vivienda en La Palma «debido al encarecimiento de los alquileres y propiedades como consecuencia directa de la erupción volcánica. Estamos hablando de una isla en la que los sueldos son pequeños en comparación a los alquileres».

Recursos públicos

Además, desde la Asociación de Salud Mental de La Palma, Acosta considera que las ayudas a la población en este sentido han disminuido. «Hemos visto que se ha hablado a bombo y platillo de ayudas a la salud mental, pero luego hemos visto que no hay recursos para poner en acción todos esos planes de prevención que son necesarios para paliar esta problemática propiciada por la erupción volcánica», critica.

El psicólogo reivindica la necesidad de contar con recursos económicos «para poder seguir trabajando con personas que necesitan ayuda y eso implica la contratación de pedagogos, de trabajadores sociales, de auxiliares o psicólogos». Ya desde inicios de este año, la Asociación Salud Mental La Palma activó el proyecto Reflejo, financiado por el Cabildo de La Palma, para ofrecer asistencia psicológica y acompañamiento a las personas afectadas por el volcán. Además de atender los aspectos de índole psicológico y emocional, también se ofrecieron actividades de ocio y entretenimiento, así como asistencia en trámites burocráticos.

En total, según el Gobierno central, se han movilizado 670 millones de euros de ayudas públicas del ámbito estatal, regional e insular para los afectados por el volcán y en políticas de reconstrucción. Entre las medidas que se han aplicado para atender el aspecto psicológico en el ámbito sanitario, según recopila el informe-dictamen de García Rodríguez, está el refuerzo de la asistencia en el área de Salud Mental en Atención Primaria, ampliando el número de profesionales.

También se puso en marcha desde el Servicio Canario de Salud un dispositivo de servicio a domicilio específicamente destinado a atender la salud mental, el establecimiento de una unidad de asistencia a la población infantil, además de oficinas para los propios colectivos sanitarios que pudieran verse afectados.

A todo ello se suma la investigación sobre la incidencia del volcán en la salud mental de la población iniciada por el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife. Entre los síntomas que presentaban quienes fueron atendidos durante la erupción destacan la ansiedad, la depresión, la evitación de estímulos asociados al fenómeno, la hiperactivación, la alteración del sueño, la despersonalización o la desrealización. Según los datos que constan en el Registro de Casos Psiquiátricos de Canarias (RECAP), durante el pasado año 2022 en la isla de La Palma se atendió en este sentido a 3.630 personas, el 64% mujeres.

En los presupuestos generales del Estado de 2023 se incluyó una partida específica de 1,5 millones de euros destinada a la atención a la salud mental en la isla como consecuencia del volcán. A esta partida se sumó un millón de euros que donó el Senado en marzo de este año para financiar la asistencia psicológica.

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