La tradición de las cruces y los mayos enrama los 530 años desde la conquista

El arte efímero engalana durante la jornada las esquinas de la Isla conmemorando

la fundación de la capital insular y aborda con sátira la actualidad de esta zona

Panorámica de una de las calles de la capital palmera.

Panorámica de una de las calles de la capital palmera. / E.D.

La celebración del 3 de mayo y del Día de la Cruz está asociado en La Palma a la conmemoración de aniversario de la conquista de la Isla por parte de la Corona de Castilla, alcanzando en esta edición los 530 años. Pero para celebrarlo, la tradición hace que el enrame de las cruces y la colocación de unos simpáticos personajes denominados mayos hagan que sea una fiesta que bordea entre lo religioso y lo civil para convertirse en una conmemoración cercana a vecinos y visitantes sin ningún otro tipo de connotación.

Por esta efeméride, la tradición dicta que las cruces de cada plaza, encrucijada de caminos, capillas e incluso en domicilios reciban el homenaje de quienes se encargan de adornarlas y enramarlas para la ocasión y las miles de persona que se encargan de recorrerlas y admirarlas. De este modo, desde la víspera, los vecinos de cada zona se afanan en decorar las cruces con los más variados motivos ornamentales, desde flores hasta lujosas joyas, haciendo gala de originalidad y buen gusto.

Tras dos años distintos en esta celebración con motivo de la pandemia, a la calle ayer retornó la procesión cívico religiosa y, sobre todo, los mayos, muñecos de tela y armazón de madera vestidos para la ocasión que vigilan cruces enramadas en los municipios palmeros. Desde las primeras horas de la madrugada del 3 de mayo comenzaron los últimos preparativos de colocación de mayos y cruces, pero que tan solo son los últimos retoques a meses de trabajo de un auténtico movimiento social que se produce cada año en la Isla, y en el que cientos de vecinos participan en los distintos municipios.

Además, este Día de la Cruz sirvió para conmemorar el 530 aniversario de la fundación de Santa Cruz de La Palma, y dar comienzo así a las Fiestas de Mayo en la capital insular. Lo de menos, en esta jornada, es quién se llevará el premio a la mejor cruz o al mejor motivo alegórico. Por eso, lo importante ayer fue dar continuidad a esta tradición más que centenaria.

El investigador y técnico de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, Víctor Hernández Correa, recuerda que la cruz tiene un significado de evangelización, «que también llegó a Canarias y se convirtió en un instrumento de transmisión de una serie de valores». Ahora, señala que «se celebrar la fundación e incorporación de la ciudad a la Corona Castellana», y también su simbología.

Así, rememora que el enrame de las cruces surgió a mediados del siglo XVI con un carácter más popular «y como lo conocemos en la actualidad gracias a la fundación de la Cofradía de la Vera Cruz, en el convento de San Francisco». Allí se impulsó esa tradición de enramar las cruces, «comenzando precisamente por las que bordeaban el recinto conventual».

Un espacio para el humor

Sobre los mayos, recuerda que «en realidad no tiene nada que ver con la cruz». El mayo se celebra el 1 de mayo y están asociados al dicho de que «el que no madruga el Primero de Mayo se queda gandul todo el año». Luego, por la cercanía de fechas, se asoció a la celebración del Día de la Cruz.

Correa señala que el humor es un elemento característico de estos personajes, pero «con el tiempo se ha ido ultra mega desarrollando gracias precisamente a ese carácter también humorístico, burlesco que tiene el palmero y que es una cosa por consustancial a nosotros».

En esa misma línea se pronuncia el también investigador José Guillermo Rodríguez Escudero, quien recuerda que antiguamente se enramaban las cruces de las casas de las personas más adineradas y con un estatus social más alto. «Ponían la cruz dentro de las viviendas, en un lugar privilegiado, y la adornaban con todas las joyas y prendas», señala.

Allí se reunían las familias por las noches e iban a visitar otras cruces. «Éstas pujaban por ser las más originales y más bien decoradas y suntuosas», indica Rodríguez Escudero, añadiendo que «en los grandes salones se hacían bailes y fiestas muy animadas, con familiares, vecinos y amigos». Ahora, esta celebración se ha democratizado y son los barrios y asociaciones de vecinos los que la impulsan.

Rodríguez Escudero señala que la belleza ornamental se consigue mediante combinaciones de vegetales, telas, alhajas y otros objetos de gran valor. Recuerda que también es frecuente la escenificación en algunas de las cruces parodiando temáticas de cualquier índole. 

Junto a ellos, se exponían «unos muñecos grotescos de tamaño natural», denominados mayos, y que define como «simpáticas figuras hechas de trapo que adornan la escena». El investigador destaca que representan distintos temas y actitudes, colocadas en diferentes lugares, como formando pasillos hacia la cruz, o en varios rincones de sus alrededores, custodiándola, como en balcones, ventanas, muros, azoteas, bancos o tapias.

Destaca el investigador que antiguamente era más común que los mayos fueran rellenos de paja o pinillo, pero con la evolución de los tiempos y de los materiales, esta tradición ha ido perdiéndose, rellenándose ahora con guatas, periódicos, trapos, muselina o papel. También son calzados con zapatos viejos, «y antes se teñían el pelo de soga con cochinilla o con pastillas que venían para colorear la ropa, pero ahora se hace de hilo». Por otra parte, Rodríguez Escudero destaca que «esta costumbre se pierde en el recuerdo, aunque es muy frecuente en lugares de la Península y Portugal donde también se realizan muñecos».

Para el investigador, esta costumbre forma ya parte de la decoración festiva «muy nuestra» de algunas calles de la capital insular, significando la importancia de que «se copiase en el resto de lugares de nuestra bellísima ciudad». Esta es una tradición que se celebra en toda la Isla, aunque con mayor fervor en la capital y en los municipios de Breña Baja, Breña Alta y Villa de Mazo, donde es una jornada festiva. Su celebración ha venido marcada por los últimos años de pandemia, siendo en algunos puntos el momento de recuperar el enrame generalizado de cruces tras tres años de paralización en la celebración de esta fiesta.

Este es el caso de Breña Alta y la ruta de cruces por sus barrios de la zona alta. Un camino que se puede hacer a pie desde la Cruz de la Pavona hasta San Pedro por el que se pueden disfrutar de una treintena de bellas cruces, ataviadas con las mejores galas, para el disfrute de quienes hacen esa peregrinación.

En todos los casos, el objetivo de quienes se afanan por recuperar y mantener esta tradición es que la pervivencia de la misma se logre consiguiendo incorporar a nuevas generaciones al enrame y embellecimiento de cada una de las cruces situadas en los caminos, cruces, asociaciones y casas particulares.