Crisis sin precedentes

Israel ya sufre el impacto económico y social de la reforma judicial

En el 75º aniversario de su creación, el Gobierno conservador de Binyamín Netanyahu ha llevado al Estado hebreo a lo desconocido tras la aprobación de la primera de las leyes de una polémica reforma judicial que pone en riesgo los pesos y contrapesos de la democracia israelí

Israel ya sufre el impacto económico y social de la reforma judicial.

Israel ya sufre el impacto económico y social de la reforma judicial.

Andrea López-Tomàs

Israel sufre ya las consecuencias de la peor crisis interna que ha vivido en sus 75 años de existencia. Muchas parecen irreversibles. La sociedad está más dividida que nunca, el Ejército, en bajísima forma, la economía trata de surfear este revés y Washington observa con preocupación y temor a su aliado más fiel. En el 75º aniversario de su creación, el Gobierno conservador de Binyamín Netanyahu ha llevado al Estado hebreo a lo desconocido tras la aprobación de la primera de las leyes de una polémica reforma judicial que pone en riesgo los pesos y contrapesos de la democracia israelí. Las pérdidas ya se cuentan en lo económico y lo social. 

Tan solo unas horas después de la ratificación del primer proyecto legislativo, los mercados financieros israelís se desplomaron. Este lunes, el shekel ha alcanzado el mínimo de las últimas dos semanas frente al dólar. Tras la votación, los índices bursátiles de Tel Aviv cayeron y cerraron con una baja del 2,3 %, mientras que el shekel perdió un 1,4% para llegar a 3,68 frente al dólar, su nivel más bajo desde el 12 de julio. Los precios de los bonos del Tesoro cayeron hasta un 1,8%. Estas son solo las primeras consecuencias de un viaje que ya parece de no retorno para la economía israelí. 

Desde el primer momento, la joya de la corona, las empresas tecnológicas, expresaron su oposición a la reforma judicial. El martes los diarios israelís amanecieron con una portada en negro, de luto por la democracía israelí. “La locomotora de Israel nunca se rendirá”, firmaban en el reverso las grandes empresas de la alta tecnología del país, que financiaron la publicidad. Este sector aporta más del 10% del empleo, un 15% del PIB, más del 50% de las exportaciones y el 25% de los ingresos fiscales. Pero saben que, para poder mantener esta confianza, es necesario un sistema legal garantista que proteja la propiedad intelectual.

¿Nación start-up?

Aunque, a medida que el país se empapa de las políticas del Gobierno más derechista de su historia, la “nación start up” va desapareciendo. Casi el 70% de las nuevas empresas israelíes han tomado medidas para reubicar partes de sus negocios fuera de Israel, según demuestra una encuesta publicada por una organización israelí sin fines de lucro. “Las tendencias para registrar empresas en el extranjero o lanzar nuevas empresas fuera de Israel serán difíciles de revertir”, constató el director general de Start-Up Nation Central, Avi Hasson. Además, la encuesta muestra que el 22% de las empresas han diversificado las reservas de efectivo fuera de Israel y el 37% de los inversores afirman que las empresas en sus carteras han retirado parte de sus reservas de efectivo y las han trasladado al extranjero.

Varias agencias de calificación crediticia han expresado la alarma ante la institución. El lunes Moody's afirmó que las tensiones políticas probablemente tendrán consecuencias negativas para la economía y la situación de seguridad de Israel. Los analistas dicen que, si bien puede haber un impacto a corto plazo en la economía, especialmente si hay una huelga en el sector público como ha amenazado el principal sindicato del país, el crecimiento sufrirá más a largo plazo por la disminución de la inversión y una inminente fuga de cerebros. El 28% de los israelís están considerando abandonar el país, de acuerdo a una cuesta del Canal 13 realizada el día después de la votación.

Miedo a una guerra civil

Pero tal vez lo más alarmante sea que más de la mitad de la población, el 56%, está preocupado por el posible desarrollo de una guerra civil. Un escenario improbable, pero que llega con un ejército soliviantado con la reforma. Miles de reservistas militares han amenazado con dejar de presentarse al servicio tras la aprobación de la primera ley. “Si no tenemos una fuerza de defensa fuerte y unida, si los mejores de Israel no sirven en las Fuerzas de Defensa de Israel [el Ejército], ya no podremos existir como país en la región”, ha advertido el teniente general Herzi Halevi, jefe del personal.

Mientras la situación de seguridad se deteriora, los enemigos de Israel, como Irán, la milicia libanesa Hizbulá y la palestina Hamás, se reúnen para debatir cómo capitalizar esta fragilidad. A su vez, la ciudadanía palestina de la Franja de Gaza y la ocupada Cisjordania es consciente de su delicado contexto, ya que no sería la primera vez que Netanyahu creara un conflicto en estos territorios para unificar al pueblo israelí bajo la amenaza y el odio al enemigo. Desde Washington, la administración del presidente estadounidense Joe Biden ya ha alertado al primer ministro israelí de los riesgos que está tomando. La impopularidad salpica a Netanyahu en casa, donde las encuestas muestran que, en caso de elecciones, su coalición conservadora pasaría de 64 a 52 o 53 escaños y el Likud podría perder entre cuatro y siete diputados.

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