OPINIÓN

Deportistas y su patrimonio

Seamos conscientes de que nuestra carrera deportiva es corta. Por tanto, igual que profesionalizamos nuestra actividad, profesionalicemos el fruto de ésta

Lionel Messi.

Lionel Messi.

Francisco J. Concepción

Boris Becker, Mike Tyson, Marion Jones, Iván Zamorano… Deportistas conocidos por su extraordinaria carrera en sus distintas disciplinas y que lograron amasar importantes fortunas a lo largo de éstas, aparte de su éxito deportivo, tienen algo más en común: lo acabaron perdiendo todo.

Las estadísticas al respecto arrojan resultados en la misma dirección: se calcula que el 60% de los jugadores retirados de la liga inglesa de fútbol entran en bancarrota apenas cinco años después de colgar la botas. La liga americana de baloncesto NBA arroja cifras casi calcadas. La revista Sport Illustrated declara que el 80% de los deportistas de élite acaba en la ruina poco tiempo después de finalizar su carrera.

Naturalmente esta circunstancia no es exclusiva de los deportistas de élite (una minoría entre los miles de deportistas que hacen de su carrera profesional su modo y medio de vida). Al fin y al cabo, Lionel Messi y otras personalidades comparables son la excepción. Como tampoco son exclusivos los motivos que llevan a que esto suceda, puesto que el perfil de los deportistas profesionales, en términos generales, es muy parecido. En lo que se refiere estrictamente al ámbito financiero, se caracterizan por tener un bajo nivel de educación formal (habitualmente abandonan los estudios en edades tempranas para dedicarse íntegramente a su carrera deportiva); comienzan a ganar importantes cantidades de dinero desde edades tempranas (o al menos, cantidades muy superiores a las que obtendrían por trabajos basados en su cualificación y edad); asumen la responsabilidad de mantener económicamente a su familia, e incluso a terceros; y no planifican su futuro más allá de su carrera profesional, que suelen sobrestimar como duradera y exitosa.

Además, en ellos concurren dos circunstancias críticas en lo que afecta a su supervivencia económica: generan una parte muy importante de su riqueza durante su carrera profesional (que podemos considerar un periodo muy corto en relación a la carrera profesional promedio en cualquier otra actividad), y cuando ésta acaba, ven caer sus ingresos de manera drástica. O incluso esos ingresos, sencillamente, desaparecen.

Un deportista debe tener siempre presente que si no quiere tener una actividad profesional o empresarial más allá de su carrera deportiva, ha de procurar que todo lo que genere mientras esté en activo sea suficiente para proveerle de los recursos financieros y patrimoniales para mantenerle el resto de su vida.

Así que el margen de maniobra para tomar buenas decisiones, combinando lo comentado más arriba, resulta estrecho. Hay que procurar no ‘equivocarse’, o al menos poner los medios para cometer los menos errores posibles, fallos que pueden resultar fatales para su futuro. Porque como reflejan los datos y estadísticas mencionadas al comienzo de este artículo, son una minoría quienes se toman la planificación financiera como una pata más de su carrera deportiva, como pudiera resultar su salud o su entrenamiento.

La mayoría opta por lo sencillo, que es gastar. Adquieren bienes caros que se deprecian rápidamente (coches deportivos de alta gama, por ejemplo) o activos que requieren importantes desembolsos para su mantenimiento (desde casas más allá de sus posibilidades o necesidades personales y familiares, a bienes de lujo totalmente prescindibles).

Otros se embarcan en proyectos de inversión o actividades para las que no tienen tiempo para su adecuado seguimiento o gestión, o para los que carecen de los conocimientos técnicos necesarios para una adecuada valoración del plan de negocio o sobre su potencial viabilidad. Inversiones inmobiliarias, energías renovables o, entre otros, restaurantes estarían entre las más habituales. Igual que un futbolista es probable que no alcance grandes logros en el tenis ¿por qué los iba a alcanzar en actividades de restauración? Es importante ser consciente de las habilidades propias y mantenerse dentro del círculo de competencia. O en su defecto, buscar asesoramiento especializado. He visto muchas operaciones planteadas como «grandes oportunidades», con planes de negocios que devuelven rentabilidades «extraordinarias» que «apenas tienen riesgo», y donde el único que acaba poniendo el dinero es el deportista y no quienes les proponen tan «fantásticos negocios». Al final, quien pone y pierde el dinero es la misma persona.

En lo hasta aquí comentado se encuentra implícito lo que sí debemos hacer para una adecuada gestión patrimonial cuando hablamos de un deportista. Empecemos por un simple ejercicio: si mi carrera va razonablemente bien, soy consciente de mi nivel competitivo (y de mis ingresos potenciales derivados), mantengo una adecuada preparación física, etcétera... ¿Cuántos años puede durar mi carrera? ¿Y cuánto dinero me generará durante esos años? ¿Es suficiente para mantenerme –y a mi familia– los años sucesivos desde el fin de mi carrera deportiva?

Seamos conscientes de que nuestra carrera deportiva es corta y hasta cierto punto impredecible, y que se desarrolla en un entorno competitivo máximo. Por tanto, igual que profesionalizamos nuestra actividad, profesionalicemos el fruto de ésta.

De manera análoga a un entrenador en la faceta deportiva, fichemos buenos entrenadores en los ámbitos patrimoniales, especialmente las referidas al ámbito legal (civil y mercantil), ámbito fiscal (estructuración) y ámbito financiero (gestión). Es imperativo que sean profesionales especializados en sus respectivas áreas, no personas escogidas por un criterio de cercanía (incluso familiar) pero que carezcan de las habilidades, experiencias o conocimientos técnicos requeridos en áreas tan especializadas. Y es deseable, asimismo, que carezcan de conflictos de intereses con el deportista.

Analicemos con cautela cada oportunidad de inversión, dentro de nuestro círculo de competencia y arropados por nuestro equipo de profesionales, quiénes nos ayudarán a tomar la decisión idónea. Huyamos de cantos de sirena y de grandes oportunidades.

Aunque la carrera deportiva pueda ser limitada en el tiempo, no significa que corramos para invertir el dinero en la primera operación que se nos plantee. En el mundo real las buenas oportunidades hay que buscarlas; encontrarlas. Que concurran las circunstancias idóneas de financiación, precio, rentabilidad… Y no abundan. Tampoco se van ofreciendo. Cualquier inversión requiere de un trabajo. Cuanta más información, más investigación, comparación de alternativas, análisis de riesgo y rentabilidad menos probabilidad habrá de equivocarnos. Aquí podemos citar, de nuevo, las inversiones inmobiliarias, industriales y financieras. Es clave diversificar el patrimonio en términos de activos: lograr una cartera de activos (nuestro patrimonio) que cuente con inversiones que ofrezcan distintos comportamientos en distintos momentos del ciclo económico, con diferentes niveles de riesgo y liquidez. Y darles una asignación en nuestro patrimonio coherente con nuestra planificación y objetivos.

Como ejemplo, quedarnos sin liquidez puede convertirnos en vendedores forzosos de activos valiosos a un precio muy inferior al de su valor real por haber hecho una mala planificación de nuestra tesorería.

Mantengamos una orientación a largo plazo. He tenido la oportunidad de trabajar con deportistas que al tiempo que desempeñaban su carrera profesional, íbamos construyendo un patrimonio para el futuro. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Buscando la generación de «ingresos pasivos» (que nuestra cartera de activos trabaje para nosotros, no al revés) o trabajando en la búsqueda de activos, haciendo una adecuada gestión de su cartera financiera, priorizando la inversión y el ahorro frente al gasto corriente y suntuario. Me gusta mostrarles su patrimonio como un legado; como algo que va a permanecer y que hay que cuidar para que siga generando frutos, también para las siguientes generaciones.

Planifiquemos nuestro retiro, proceso que me atrevería a decir que comienza cuando empieza nuestra carrera deportiva. Esto va más allá de lo comentado hasta aquí. Implica una adecuada disposición psicológica, de madurez si se me permite expresarlo de esta manera. Y aquí interviene el propio deportista (por ejemplo, que decide seguir con su formación o incluso comienza estudios especializados en distintas áreas pensando más allá del deporte) como su entorno más cercano.

Permítanme que no me extienda en las áreas fiscales o legales, ambas de máxima importancia también. Como áreas técnicas requieren de conocimiento especializado. La adecuada gestión patrimonial se enfoca de manera holística desde la planificación fiscal (por ejemplo estructuras holding) y la cartera de inversión (patrimonio inmobiliario, cartera financiera u otros activos) a cuestiones civiles (como por ejemplo el régimen económico del matrimonio).

Cuando hablamos de lograr un patrimonio, muchos piensan que la variable clave es la rentabilidad. Sin duda es importante, pero hay otro factor que juega un papel aún más importante: el tiempo. Ese es nuestro mayor aliado. Los deportistas o artistas que logran situaciones económicas fabulosas desde edades muy tempranas tienen grandes posibilidades de gozar de una vida desahogada más allá de su carrera profesional con una adecuada planificación y comportamiento.

Conozco muchas historias de éxito (no como las citadas al comienzo de este artículo).

En todas hicieron la tarea. Todos reconocen que les costó mucho hacerlo (al fin y al cabo, ser joven, tener dinero, ser reconocido y popular, y resistirse a determinados caprichos exige cierto sacrificio) pero todos, sin excepción, sostienen que les ha compensado y les ha valido la pena.

Algunos siguen vinculados al deporte que desarrollaban como profesionales pero el grueso de sus ingresos viene ahora de la generación de rentas y crecimiento del patrimonio que construyeron entonces.

*Francisco J. Concepción: nº65 registro esi de la cnmv www.franciscoconcepcion.com.

Suscríbete para seguir leyendo