Pedos de arenque: un conflicto internacional

Desde Quinto Cicerón, en el año 60 del siglo I (a.e.c.) al Twitter de Elon Musk, las vueltas de la Tierra dejan para la historia anécdotas de la res-pública que suponen auténticas lecciones para copiar, repetir, olvidar o aprender. Queda a la elección de los candidatos y del márketing político trascender como charlatanes o dejar huella. La literatura, la música, el cine y la televisión ofrecen ejemplos, reales o no, de ello

Pedos de arenque: un conflicto internacional

Pedos de arenque: un conflicto internacional / ED

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Durante los últimos años de la Guerra Fría, las relaciones internacionales seguían siendo frágiles. En la década de 1980, los militares suecos detectaron submarinos extranjeros en sus aguas gracias al uso de ultrasonidos. No tardaron en llegar a la conclusión de que eran los soviéticos los que se habían atrevido a llevar a cabo la incursión. En 1981, un comandante ebrio llevó a la deriva el submarino ruso U137, que terminó varado en aguas suecas. El Gobierno decidió tomar medidas para que la marina nacional pudiese detectar la presencia enemiga bajo el mar. Gracias a tecnología especializada pudieron pasar miles de horas escuchando sonidos a la espera de encontrar alguno que pudiera parecer el ruido de un submarino enemigo.

Los soldados suecos no dejaban de escuchar diferentes sonidos que señalaban presencia soviética en sus aguas y no dudaron en enviar quejas a los líderes rusos durante años sin obtener respuesta. Incluso después de acabar la Guerra Fría, en 1994, el primer ministro sueco envió una queja formal al presidente ruso Boris Yeltsin para que cesara las actividades submarinas en aguas suecas.

Todo hubiese pasado a la historia como una mera riña de no ser porque en 2003 se publicó un estudio titulado Sounds produced by herring bubble release, de los biólogos Hakan Westerberg y Magnus Wahlberg, que explicaba que los arenques se comunican mediante el sonido que surge de sus flatulencias. Se conoce como fast repetitive tick (chasquido rápido repetitivo).

El estudio examinó las miles de horas de grabaciones que había recopilado el Gobierno sueco para concluir que lo que los militares habían identificado como presencia soviética en sus aguas habían sido, en realidad, pedos de arenques. Estas ventosidades costaron una tensa relación entre ambos países y un gasto desmesurado en tecnología.

Los autores del estudio explicaban que el sonido se parecía al que hace el tocino al freírse. Para los técnicos militares, en cambio, ese ruido debía estar asociado a mecanismos secretos de propulsión, ya que poco tenía que ver con el sonido que emitían las hélices de los submarinos.

Otro dato que despertó la curiosidad de los investigadores al comienzo de sus pesquisas fue que el sonido siempre aparecía de día y mar adentro, o afuera dependiendo de la temporada. Esto les llevó a asociar la cadencia del misterioso sonido con la del recorrido que hacían los arenques. Más que pedos, los arenques utilizan esta apertura en el ano para expulsar aire y así poder regular su capacidad de flote.

Los investigadores, para cotejar el sonido de las grabaciones con el de los peces, pusieron un arenque en un tanque y lo ‘desinflaron’ apretándolo para poder grabar el ruido del gas al salir. Se dieron cuenta de que el sonido no coincidía al cien por cien con el de las grabaciones, pero, repitieron al experimento en el mar, consiguiendo, esa vez sí, un sonido exacto al que buscaban.

La Armada sueca nunca reconoció públicamente que había desperdiciado diez valiosos años del servicio de numerosos soldados persiguiendo pedos de peces, pero de repente dejaron de reportarse incursiones rusas en aguas suecas. Los investigadores ganaron el Premio Nobel de Biología en 2004. Al fin y al cabo identificar pedos impidió nuevos conflictos internacionales.