Puerto antes que ciudad

225 años de Arrecife como municipio: una historia que se mece al bramido del mar

Arrecife celebra sus 225 años como municipio, hito que la capital de la Isla ostenta tras el fin de los ataques piratas, la disgregación de la población de Teguise, el traslado a la costa de quienes habitaban los núcleos agrícolas conejeros y el aumento de la actividad portuaria de la ciudad

Vista de Arrecife , con el Puente de Las Bolas al fondo, tomada a mediados del siglo XIX

Vista de Arrecife , con el Puente de Las Bolas al fondo, tomada a mediados del siglo XIX / Memoria Histórica de Lanzarote/Archivo de Fotografía Histórica de Gran Canaria (FEDAC)

Nadie lo escribió hace 225 años ni tampoco hace 450 cuando, en 1574, se fundó en el Puerto del Arrecife la primera ermita en honor a San Ginés, pero quién sabe si por designio divino o porque el destino, caprichoso, jugó a favor de que a lo largo del tiempo y de manera casual entre las áridas explanadas y los arenales, los charcones y los arrecifes de la actual capital de Lanzarote se edificasen una serie de inmuebles e infraestructuras militares, religiosas y comerciales básicas que propiciarían que dicha localidad fuese distinguida como municipio independiente hace 225 años, coincidiendo con la designación de Arrecife en 1798 como parroquia, y permitiendo que la urbe comenzara a redactar las primeras páginas de su historia moderna.

Arrecife ha dibujado así, bajo sus diurnos cielos de azul radiante y las noches estrelladas, su mayoría de edad; una emancipación identitaria a lo largo de más de 82.000 días pasando de tener apenas una veintena de viviendas hasta convertirse en la tercera capital más poblada del Archipiélago donde en la actualidad residen cerca de 64.000 personas frente a los 78 vecinos con los cuales contaba en 1776, cifra que tampoco variaría demasiado dos décadas después cuando, a raíz de, entre otros factores, del fin de los ataques piratas, la disgregación poblacional de Teguise, la migración hacia zonas del litoral de quienes habitaban los núcleos agrícolas de la Isla y la creciente actividad portuaria vivida en dicha franja costera del Este de Lanzarote, convierten dentro de la geografía canaria en histórico punto de referencia la ciudad conejera.

Tras las erupciones volcánicas de la primera mitad de siglo XVIII en Lanzarote se produce una reorganización de los asentamientos y los espacios agropecuarios. Los pobladores de las zonas sepultadas se redistribuyen y, poco a poco, surgen asentamientos mientras otros se consolidan. Arrecife, sin embargo, no se beneficia de esta corriente durante los primeros cincuenta años del XVIII y es a finales de ese siglo cuando logra atraer a nuevos colonos. A principios del XIX, Arrecife ya superaba los mil habitantes y a mitad de siglo se alcanzan los 2.000, número que crece con mil habitantes más al final de la misma centuria. A poco de iniciarse el XX, la población alcanza 5.000 habitantes y es a mitad de siglo cuando los moradores se duplican, cuadruplicándose ya a finales.

La designación de Arrecife como parroquia en 1798 da cierta independencia a la ciudad aunque continuaba siendo administrada desde Teguise

Asimismo y en ese periodo, importantes comerciantes de otras islas, especialmente de Tenerife y Gran Canaria, comienzan a residir en El Puerto pero, aunque la atracción de pobladores del interior siempre fue mayor, los foráneos de la Isla suponen el afianzamiento de la idoneidad de Arrecife como enclave de referencia.

El volumen del comercio de la barrilla —conjunto de plantas que viven en terrenos próximos al mar de donde se extrae el álcali, mineral necesario para fabricar jabón, cristales, tintes y sobre todo en compuestos químicos y productos de farmacia— nunca fue mayor al de cereales, pues éste representa siempre algo más del 50%, sin embargo, la rentabilidad económica era incomparable ya que supone una importante expansión económica que señalaría una etapa clave para el lugar.

Agricultores descargan sus productos en el Muelle de Las Cebollas de la capital lanzaroteña

Agricultores descargan sus productos en el Muelle de Las Cebollas de la capital lanzaroteña / Memoria Histórica de Lanzarote/Archivo de Fotografía Histórica de Gran Canaria (FEDAC)

Arrecife generará el menor volumen de materias primas que sustentan las exportaciones insulares pero concentrará el mayor porcentaje de lo producido en el resto de municipios, para embarcarlo por sus puertos. Desde entonces, el despegue económico implicará el poblacional, y éste, el administrativo y político. Así, desde su inicio como un asentamiento improvisado a la sombra de un puerto se mantiene muchos años con la ya mencionada escasa cifra de pobladores.

En la segunda mitad del XVIII Arrecife cuenta con una infraestructura portuaria notable. La inauguración del histórico Muelle de Las Cebollas data del año 1792 y el primer cementerio se localizó en la trasera de la actual iglesia, aunque es con la construcción del Puerto de Naos cuando la actual ciudad realmente despega apoyada por una nueva clase burguesa que se aleja del poder que en la Isla ostentan los terratenientes de Teguise.

Arrecife pasa de tener apenas una veintena de viviendas a principios del siglo XVIII hasta los 78 vecinos con los cuales contaba en 1776

La creación en Arrecife de la administración de correos y el traslado del juzgado militar, en detrimento de la Villa de Teguise, figuran también como hitos que consolidaron la importancia de la ciudad en el nuevo escenario territorial de la Isla y el resto del Archipiélago.

La capitalidad de Lanzarote la lograría, finalmente, en la segunda mitad del pasado siglo XIX aunque nada habría sido posible sin esa primera ermita que acoge el primitivo poblado [ver en las páginas siguientes la entrevista al investigador lanzaroteño Zebensui Rodríguez], las fortalezas militares existentes y la capacidad que como cobijo seguro y natural ofrecía la propia Charca de San Ginés, en cuyas orillas se comienza a escribir la etapa de mayor prosperidad en la historia conejera.

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