Patrimonio pendiente

Pese a que en patrimonio arquitectónico sólo el casco histórico de La Laguna está catalogado por la Unesco, Canarias cuenta con rincones dignos de recibir la mayor protección

Patrimonio pendiente

Patrimonio pendiente / ED

El patrimonio cultural, del que Canarias posee importantes ejemplos en materia arquitectónica además de otros valores intangibles como el medioambiental, tiene en las Islas sus mayores expresiones en el casco histórico de la ciudad de La laguna, en Tenerife, y el Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria, designadas patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Pero más allá de estos dos lugares y en lo que a legado arquitectónico o urbanístico se refiere, el Archipiélago cuenta con, al menos, siete rincones más que poco o nada tienen que envidiar a la ciudad lagunera.

Los cascos históricos de Santa María de Guía (Gran Canaria); La Orotava (Tenerife); Villa de Teguise (Lanzarote), o San Sebastián de la Gomera (La Gomera) mantienen aún intacto buena parte de su patrimonio arquitectónico que, como memoria de piedra, recuerda la esencia del lugar además de su belleza, como es el caso de La Orotava o la Villa lanzaroteña, respetadas incluso por las autoridades locales, que no siempre son cómplices de quienes tratan de sensibilizar sobre el cuidado del patrimonio arquitectónico o, simplemente, porque el olvido las mantuvo como criogenizadas hasta que en el siglo XX, por su cuidada y respetada singularidad, empezaron a destacar por encima de otros que sucumbieron al ladrillo y el cemento.

En los casos de Betancuria (Fuerteventura) y Sabinosa (El Hierro) su valor radica en el conjunto.

La localidad majorera destaca por el lujo que en aquella época se podía permitir como primera capital de Canarias, además de regalar a la vista el mejor catálogo de la evolución de la arquitectura típica majorera. En la isla del Hierro la protección y el mérito de Sabinosa radica, precisamente, en todo lo contrario: su valor está en ser el mejor ejemplo de pequeño pueblo con menos de 20 casas alrededor de la plaza y la iglesia, con suelo empedrado además de estar localizada en el rincón más remoto de la isla europea más alejada del continente.

Todos esos recursos son una «riqueza frágil», según explica en su web la Unesco y, como tal, requieren políticas y modelos de desarrollo que preserven y respeten su diversidad y su singularidad, ya que una vez perdidos no son recuperables.

La noción de patrimonio es, por lo tanto, importante para la cultura y el desarrollo en cuanto constituye el «capital cultural» de las sociedades contemporáneas porque, además, sirven de inamovibles piezas del pasado. Contribuye a la revalorización continua de las culturas y de las identidades, y es un vehículo importante para la transmisión de experiencias, aptitudes y conocimientos entre las generaciones. El patrimonio cultural ha adquirido una gran importancia económica para el sector del turismo en muchos países, al mismo tiempo que se generaban nuevos retos para su conservación, otro factor positivo porque su buen uso puede derivar en beneficios de desarrollo sostenible.

Una gestión correcta del potencial de desarrollo del patrimonio cultural exige un enfoque que haga hincapié en la sostenibilidad y, a su vez, la sostenibilidad requiere encontrar el justo equilibrio entre sacar provecho del patrimonio cultural hoy y preservar su riqueza «frágil», dice la Unesco, para las generaciones futuras.

«La combinación acertada de patrimonio y desarrollo requiere no sólo protección frente a las condiciones ambientales adversas o los daños intencionados, sino también cuidados constantes y renovación permanente», añaden en la web los expertos que valoran a los aspirantes a convertirse en patrimonio de la humanidad para lo cual, como saben Gran Canaria y Tenerife, hay detrás una dura tarea que el patrimonio histórico arquitectónico de varios lugares de Canarias se merece.

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