Ganar sin merecerlo forma parte del crecimiento de los equipos. Si el viento sopla en contra, como sucedió ayer para el Tenerife hasta mediada la segunda parte, hay que aprender a sobrevivir y esperar a que la dirección cambie y lleguen las oportunidades. Eso hicieron los blanquiazules ante un Alcorcón que mereció más en el Heliodoro, pero que encajó tres goles en la recta final. Efectividad pura de los insulares, que crecieron a partir de los cambios para acabar logrando una victoria que permite “mirar hacia arriba”, como pedía Luis Miguel Ramis en la previa.

Y eso que la tarde había empezado torcida. No pudo contar el cuadro local con Nikola Sipcic, ausente de las últimas sesiones de entrenamiento por unas molestias musculares, ni Aitor Sanz por precaución. Entró Alberto, último recurso en el centro de la zaga, y mantuvo el técnico su confianza en la pareja Folch-Alonso para el eje del centro del campo. Arriba, eso sí, jugó de inicio Manu Apeh en detrimento de Bermejo. También fue novedad Álex Muñoz, que recuperó su plaza en el lateral izquierdo en lugar de Pomares.

El 5-3-2 de Juan Antonio Anquela se le atragantó a los locales desde el principio. Aun con la idea de presionar alto, nunca robó en campo contrario. Salió liberado con el despliegue de Laure y Bellvís, además de los activos Nwakali y Juanma. Eso le permitió pisar campo blanquiazul con cierta frecuencia y vivir tranquilo, con Dani Jiménez de espectador en posiciones alejadas del balón. Y eso que las ocasiones tardaron en llegar. Dani Ojeda fue el primero en probar fortuna, con un cabezazo a centro de Juanma que no encontró portería (21’).

El choque se perdía en zonas intermedias, sin profundidad. Plano el Tenerife, con Folch y Javi Alonso muy estáticos, lo intentaron por dentro Nono y Vada. Pero ninguno de los dos tuvieron su día a la hora de circular. Como quiera que el balón largo hacia Apeh parecía el único recurso, los de Ramis fueron demasiado previsibles y ni siquiera tiraron a portería.

El Alcorcón, por su parte, casi acierta en su segundo intento: un chut de Kelechi Nwakali al larguero de la portería de Dani Hernández (38’). Camino al vestuario, los insulares debieron pensar que el 0-0 no era mal asunto. Siempre que lograran cambiar el rumbo de la contienda en la reanudación.

Costó. Porque, por alguna extraña razón, sale el Tenerife siempre medio dormido en las segundas partes. Pasan los años, cambian jugadores y técnicos, pero ese letargo se respeta como si fuera una tradición. Juanma se coló hasta la cocina en el arranque, pero no encontró rematador (49’). Luego, José León envió un cabezazo al poste izquierdo a la salida de un córner (50’). Los blanquiazules se pusieron el mono de trabajo, dispuestos a sufrir hasta que amainara el temporada o el capitán del barco virara hacia mejor dirección. Y fue eso justamente lo que sucedió.

Ramis empezó a hacer cambios a la hora de juego. Entraron Sergio González, que dio otro aire al centro del campo, y Germán Valera. El del Atlético se sumaba a Shashoua, en el campo desde el inicio de la segunda mitad, para convertirse en las pesadillas del conjunto alfarero. Más tarde se sumó Álex Bermejo, en lo que suponía un relevo completo de la segunda línea.

Solo como una isla hasta ese momento, Fran Sol empezó a tener compañía. A la primera que pudo hizo una pared con Shashoua, que este remató demasiado cruzado cuando ya estaba delante de Dani Jiménez (70’). El Alcorcón perdía aire y Anquela buscó refresco con un triple cambio. Ingresaron Arribas, Castro y Hugo Fraile. Pero el oleaje chocaba ahora contra la rocosa zaga amarilla a la espera de colarse por una rendija.

La encontró Álex Bermejo, que recibió en largo y disparó abajo. La respuesta de Dani Jiménez no fue lo suficientemente buena porque dejó el rechace en las botas de Fran Sol, que no perdonó (76’). El partido entraba en la recta final con el Tenerife por delante, algo impensable en la primera mitad del mismo. Pero todavía iba a ser peor para los intereses madrileños, puesto que Shashoua aumentó la renta local a ocho minutos para el final. Recibió una asistencia de Sergio González para culminar una contra lanzada por Germán Valera, recortó a David Fernández y batió el inglés por bajo a Dani Jiménez (82’).

El pescado parecía vendido a esas alturas. Pero Tenerife y Alcorcón se habían empeñado en aglutinar todo con reseñable del choque en esa recta final. Por eso, todavía quedaban dos goles y una expulsión. por contar. Primero, el miedo. Recortaron los madrileños con suspense, en una acción a balón parado, que remató José León a la red. El asistente levantó el balderín, pero Ocón Arráiz tiró la línea en el VAR para dar validez al dos a uno. Por si fuera poco, Sergio González vería dos tarjetas amarillas en cinco minutos (89’ y 94’).

En eso estaba el partido, con el Alcorcón volcado y el Tenerife en inferioridad numérica, cuando Zarfino lanzó a Germán Valera en velocidad a campo abierto. La joven joya atlética, con una velocidad exhuberante y una tranquilidad pasmosa a la hora de definir, puso el broche de oro al duelo (95’). Y son estas victorias, las que llegan con más acierto que juego, las que te permiten soñar.