Mundial de fútbol

La esperanza de un país hundido: Haití disputa el Mundial de su historia

Sin patrocinadores, con sus entrenamientos previos a la cita mundialista parados por culpa de la violencia de las pandillas y sin que muchos seguidores del equipo las pueda seguir por no poder costearse una televisión

Una acción del partido entre Inglaterra y Haití del Mundial.

Una acción del partido entre Inglaterra y Haití del Mundial. / EFE

Laia Bonals

El fútbol tiene un poder mágico. Durante 90 minutos, solo existe eso. Los pases, los remates y las asistencias. Te traslada a otro lugar, donde lo único que importa es si tu equipo consigue estar por delante en el marcador cuando pite el árbitro. Un oasis en medio del desierto. Un paréntesis de la realidad, que a veces es demasiado cruel. Hay veces, sin embargo, en las que el choque cuando sales de la ensoñación futbolística es demasiado duro. Haití vive realidades paralelas dentro y fuera del campo. Mientras sus jugadoras están disputando su primer Mundial, en las calles del país la pobreza lo arrolla todo.

Sin patrocinadores, con sus entrenamientos previos a la cita mundialista parados por culpa de la violencia de las pandillas y sin que muchos seguidores del equipo las pueda seguir por no poder costearse una televisión. Pese a las dificultades sociopolíticas que han asolado el país en las últimas décadas, ellas representan la sonrisa de todo un estado. La esperanza de que lo bueno está por llegar.

La clasificación de la selección haitiana para el Mundial fue heroica, eliminando a Chile y dejando fuera del Mundial a la mejor portera del mundo, Christiane Endler. Tras la victoria, el sueño cada vez se volvió más real. Las futbolistas de la selección se erigieron como la esperanza del país, inmerso en un profundo ciclo de pobreza, violencia e inestabilidad política. Desde que se convirtieron en la primera república negra tras rebelarse contra Francia a finales del siglo XVIII, su pobreza siempre ha sido extrema, su tiranía siempre ha sido mucho más brutal; sus desastres, más destructivos; sus epidemias, más mortíferas.

Vivir el momento

Ahora, a través del fútbol, aunque sea durante 90 minutos y con un balón como protagonistas, los ciudadanos haitianos tienen acceso a una realidad diferente. Una en la que no sean siempre los malditos de la película, donde puedan luchar de tú a tú contra las grandes potencias del mundo occidental. El estreno en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda les dio aún más esperanzas. Ante la todopoderosa Inglaterra, vigente campeona de Europa y una de las favoritas para levantar el título, aguantaron el tipo como pocas.

El debut, el momento ni tan siquiera soñado por muchas de las futbolistas de la selección que dirige Nicolas Delépine, fue regio y sorprendente. Ante las jugadoras de Sarina Weigmann, la que es considerada la mejor entrenadora del mundo, solo cedieron un gol, en una derrota por la mínima que tiene poco sabor a fracaso.

Este viernes se veran las cara con China (13h, FIFA+), en teoria el rival más asequible de un grupo en el que también tendrán que verse las caras con Dinamarca. Pero, pese a que el objetivo de competir está presente en el vestuario haitiano, las ganas de disfrutar de un momento único para el país está por encima. Esos 90 minutos, con sus goles, centros y asistencias darán vida a un pueblo demasiado castigado y altamente triste.