Entrevista | Mariola Rodríguez Machín Árbitra internacional de voleibol

Mariola Rodríguez, una tinerfeña en la élite: "Pitar en la Champions es la guinda de mi carrera"

En solo dos temporadas en la CEV Champions League, la máxima competición de voleibol de clubes continental, Mariola Rodríguez ya ha pitado una final y una semifinal. La segunda hace apenas unos días

La colegiada, que debutó en Superliga hace más de 20 años, repasa su trayectoria profesional en el que posiblemente sea su mejor momento

Mariola Rodríguez Machín

Mariola Rodríguez Machín / E.D.

Enhorabuena, imagino que será un momento de gran satisfacción personal.

Es que no me lo esperaba. Este es mi segundo año en la Champions y, aunque las cosas están saliendo bien, hay compañeros muy buenos y una no espera tener un premio así. Generalmente designan a árbitros con más experiencia. Se trata de un premio, pero también una oportunidad. No lo voy a negar. Es toda una semifinal de Champions. Estoy muy contenta.

Ahora habrá que pensar en la final, ¿no?

Todavía no hay designación para la final, sí que hay muchas elucubraciones, pero no hay nada oficial. Ahora toca esperar. No he recibido ninguna pista ni ninguna llamada, pero tampoco pienso en ello. Estoy centrada en el corto plazo. Lo importante es que salió todo bien y saqué una buena valoración.

Turquía es un país que tiene fama de vivir el deporte con gran intensidad, ¿es así?

Son muy pasionales. En los dos partidos estuvo lleno el pabellón y la gente estaba a tope con sus equipos. La final se jugaba en Turquía y tenían la opción de meter a dos equipos nacionales en la final, pero finalmente la juegan dos italianos. El ambiente fue impresionante. Para que te hagas una idea, allí el voleibol es un deporte que tiene mucho seguimiento, casi como el fútbol en España. Son una potencia. He viajado por todo el mundo y he visto mucho vóley, no solo el europeo. Es completamente diferente a lo que se vive en la mayoría de países europeos. En Turquía pasa eso, se nota que lo viven de una manera muy intensa.

Lleva usted muchos años en la élite nacional.

Sí. Yo fui la primera persona que debutó en un playoff. Desgraciadamente, un compañero falleció justo antes del final de temporada y me tocó a mí acompañar a José María Padrón. Empecé en 2003, pero mi primer año oficial fue el 2004. Padrón ha sido mi gran maestro. Aunque haya gente que me haya enseñado, él siempre ha estado ahí.

Hablando de Padrón, ¿le parece que se le tiene la consideración suficiente?

En el mundo del voleibol la gente sabe quién es José María. Es verdad que aquí nuestro deporte es minoritario, pero también que no se le da el reconocimiento que merece alguien con su trayectoria. Estar tantos años a ese nivel, acudir a cuatro Juegos... tiene mucho mérito.

Volviendo a su historia, es curioso que el debut en Champions llegara tan tarde.

El problema, en este caso, es que en España tenemos grandes árbitros. Estamos recuperando nuestro mejor momento. En España y en Canarias. La cuestión es que hay muchos árbitros internacionales porque el nivel es altísimo. Yo hice el Curso Internacional en 2011. Cada país tiene unas plazas asignadas y, habiendo compañeros tan buenos, era imposible. No es que sea tarde, simplemente es el momento en el que me ha tocado.

Sin embargo, en solo dos temporadas ya ha pitado una semifinal y una final. ¿Cómo es posible?

Cuando tienes tanta experiencia, eso te ayuda mucho. Llevo 30 años pitando y 20 de ellos han sido en Superliga. Se dice pronto. Mi trayectoria nacional es muy grande, por eso el proceso ha sido tan corto. Pitar en Champions es la guinda de mi carrera.

Mariola Rodríguez en la previa del partido de semifinales de Champions entre Eczacibasi y Conegliano

Mariola Rodríguez en la previa del partido de semifinales de Champions entre Eczacibasi y Conegliano / E.D.

Aprovechando su experiencia, ¿goza el voleibol canario de buena salud?

Lo vemos todos los días. Los compañeros de fuera se sorprenden por la cantidad de equipos que tenemos en la élite. Es verdad que para ellos es muy costoso desplazarse, pero en Canarias se está viviendo el vóley. En la base, por ejemplo, ves los pabellones llenos de niños y niñas. Es bueno que ellos encuentren referentes.

Usted llegó a la élite antes de que la igualdad estuviese en la agenda del deporte. ¿Cómo ha vivido esta revolución feminista?

El debate no existía porque solo éramos dos [se ríe]. Susana Rodríguez y yo. Yo no he vivido el rechazo ni el desprecio por ser mujer. Jamás me han insultado. También porque he trabajado desde abajo, todo el mundo me iba conociendo y me respetaba. Nosotras no tuvimos ninguna ventaja. Susana sí allanó el camino. Ella tuvo que lidiar con ser la primera, a nivel nacional e internacional. Las demás fuimos pisando el camino que ella había creado y yo se lo agradezco mucho. La mujer está haciendo muy buen trabajo y se nos está apoyando. Se está haciendo.

Y fuera, ¿alguna vez ha notado diferencias con respecto a sus compañeros hombres?

Yo estuve en Brasil en 2012. No hace tanto. Allí, en la máxima categoría solo pitaban hombres y solo conocí a una árbitra internacional. Sí que me llamó la atención porque es un país potencia en voleibol. Se distinguía, por ejemplo, a los árbitros que pitaban en categoría masculina y femenina. Te preguntaban en dónde pitabas tú y les sorprendía que lo hicieras en las dos.

Llegados a este punto, será toda una referencia para las más jóvenes. ¿Cómo se lo toma?

Son dos cosas: orgullo y responsabilidad. No quiero ni puedo compararme con Susana, pero sí que me di cuenta, tras su marcha, de la importancia que era mi figura. Hubo chicas, y chicos, que pedían al Comité que su primer partido en Superliga fuera conmigo. Que fuera yo quien les diera la alternativa. No solo hay compañeras, sino que también hay chicos que se fijan.

¿Qué cualidades considera que la hacen tan buena árbitra?

El árbitro de voleibol tiene que tener un profundo conocimiento de las reglas. Este es un deporte muy complejo. Ahí está la base. Luego viene la forma, tu manera de pitar. Saber no significa aplicar bien los conocimientos. Lo que me sucede a mí es que he vivido todas las facetas: fui jugadora, entrenadora y, ahora, árbitra. Te pones en el lugar de los demás y entiendes mejor las cosas.

A todo esto, ¿cómo empezó su historia en el voleibol?

Recuerdo que era muy jovencita cuando leí que el Cisneros había ganado el Campeonato de Europa Cadete, eso me llamó la atención. Casualmente, fui a un instituto en el que Rafa López Navajas, presidente de la Federación Tinerfeña de Voleibol, daba clase de Educación Física. Allí empezamos a jugar y allí nos pidió echar una mano arbitrando. Esa fue la semillita. Lo veías como un hobby y, además, te pagaban. Lo divertido era que te lo pagaban todo a final de año, cuando recibían la subvención del Cabildo. Te daban un cheque. Lo recuerdo con mucho cariño.

Por el camino habrá muchos recuerdos felices, pero también hay letra pequeña, ¿cómo compagina el arbitraje con su trabajo?

Por supuesto, hay que sacrificar mucho. Muchas situaciones familiares, muchas vacaciones. Mi familia, mis hermanos, mis tíos y, por supuesto, mi pareja me ayudan mucho. Soy funcionaria en Justicia. La cuestión es que tengo dos trabajos. Es verdad que alguien podría pensar que pitar es un hobby, pero de eso nada, yo me lo tomo como muy en serio. Hay gente, los que verdaderamente importan, los jugadores, que se juegan mucho. Hay que acertar. Hay que hacerlo bien. Tengo unas compañeras que me respaldan en todo. Eso es muy importante, no en todos los lugares vas a encontrar el apoyo de tus jefes y de tu equipo de trabajo. Eso lo valoro mucho.

¿Ha valido la pena siempre? ¿Nunca se ha planteado dar un paso a un lado?

He sacrificado otras partes de mi vida por arbitrar, muchas. Y lo hago con gusto, porque esto me gusta. Soy de las que piensa que el árbitro lo que porque arbitra. No concibo quedarme en casa seis meses y luego volver a sentarme en una silla. Si no tengo Superliga, pito Superliga 2 y, si no, me voy a la base. Es mi forma de entender esta profesión.