Balonmano

María González, el descanso de la guerrera

La central, la tinerfeña que atesora un mejor palmarés a nivel de clubes, deja la práctica activa tras casi dos décadas en la élite

Hace apenas una semana arrancaba la División de Honor femenina, y lo hacía con algo menos de garra y energía. Aquellas que exhibía por bandera la tinerfeña María González, seña de identidad y protagonista de los mejores años de un Rocasa Gran Canaria que reinó a nivel nacional e internacional. A sus 36 años ha decidido dejarlo.

Por primera vez en 17 años María González ha vivido un verano un tanto diferente. Sin exigencias, sin limitaciones, sin condicionantes. En definitiva, sin buena parte de todo aquello que la acompañó en cada pretemporada que afrontó para jugar en la élite del balonmano femenino español. Primero en el Perdoma de La Orotava, y luego, durante más de tres lustros, en el Rocasa Remudas Gran Canaria.

Esta tejinera de nacimiento (4 de febrero de 1986), pero ya casi canariona de adopción -por mucho que en Gran Canaria se la conozca como chicha- ha decidido dejarlo. Su cuerpo, pero "sobre todo" su "mente" le pedían parar y no dar más vueltas de tuerca en un deporte que siempre le apasionará, pero con el que ya le costaba convivir en su más alto nivel. Ese paso al costado llega con la conciencia tranquila y sin reproche alguno. Ni de los que la han rodeado, ni suyo mismo, por mucho que ella lamente no haber sido, por momentos, "más exigente" consigo misma.

Se marcha María González con el honor de ser la tinerfeña que mejor palmarés atesora en el balonmano de clubes, tras conquistar, entre otros, tres títulos europeos, dos ligas y una Copa de la Reina. La mayoría de ellos en la capitanía de las teldenses, una labor extra que, casi sin darse cuenta, la ha acabado desgastando.

El de María es de esos casos muy poco habituales en el deporte profesional. Lo que vendría a ser One Club Woman tras haber hecho del Remudas su casa. Aquella a la que llegó tras un periplo "tan duro como maravilloso" vivido en el Perdoma. Otro equipo de barrio y familiar donde tuvo que lidiar con la "repentina muerte de Celestino Hernández" para apenas unas semanas después saborear la alegría de subir a la élite nacional.

Tras un descenso prematuro, González tenía decidido regresar a Tejina, pero un día, casi sin imaginárselo, le llegó la oferta del Rocasa. "Le pedí perdón a Juanín [Castro, el alma máter del club lagunero], porque ya me había comprometido con él, pero era una oportunidad que no podía desaprovechar", recuerda de aquel mes de agosto de 2007 en el que María decidió irse "a la aventura". Lo hizo "con ficha del filial, y en principio solo para una temporada"; aunque muy pronto se ganó un hueco, para otros 15 años más, en la primera plantilla del club teldense. Aquella en la que acabaría siendo capitana general.

Ahora, 16 cursos después, González echa la vista atrás y no termina de asimilar la cantidad de logros colectivos de los que fue partícipe. "Nunca me imaginé lo de los títulos, porque éramos un club que luchaba para no bajar", comenta la tinerfeña sobre un equipo en el que cree fue clave "apostar por la gente de casa para empezar a crecer".

Temporadas en la cresta de la ola con el Rocasa que dejaron atrás algún que otro curso en el que a María se le pasó por la cabeza irse "a Francia para poder vivir una experiencia distinta". "Estar cerca de la familia tiró mucho, y me quedé con lo que había aquí", reconoce. Un cierto conformismo, en según qué aspectos, del que la tejinera se lamenta. "Estaba cómoda y en una zona de confort, y quizá no hice demasiados sacrificios. Pero ahora me arrepiento de no haber sido más exigente en cosas como la alimentación y la preparación física; te acomodas a cumplir... y más aún cuando logras títulos. En eso sí he sentido cierto fracaso", relata la tinerfeña sobre lo que en realidad es una minúscula mancha en su carrera.

El paso al costado de María ha llegado, quizá, algo más tarde de lo previsto por ella misma, ya casi convencida de dejarlo al término de la 21/22. "Pero renové por lo que se estaba generando de cara a la siguiente temporada, con una buena mezcla entre juventud, veteranía y mucha calidad... pero los resultados no se dieron", puntualiza. "A lo mejor me equivoqué, pero no me arrepiento, porque de estas cosas también se aprende", apunta con naturalidad la ya exjugadora.

Le quedaron dos retos pendientes

Internacional en casi 20 ocasiones con la selección española júnior, María González no logró nunca debutar con el combinado absoluto. Un escalón que le quedó por subir pero que no deja marcas en la tinerfeña, pese a que ella misma insiste en la importancia que pudo haber tenido no haberse "exigido más; solo salir a ganar cada partido". "Entre que aparecieron muchas centrales de gran nivel y que yo no tenía minutos en ataque en ese momento, fue imposible", relata María, que de su carrera sí le han quedado dentro dos espinas. Una, que aquel "Perdoma no hubiera mantenido la categoría, porque tiene una afición y un ambiente increíbles", y la segunda aún más íntima. "No me arrepiento de haber terminado la carrera en Gran Canaria, pero sí me habría gustado que mi abuela, antes de fallecer, me hubiese visto jugar en Tejina", descubre sobre uno de sus grandes pilares personales.

Una campaña final -alejada de aquellos títulos a los que prácticamente se había acostumbrado- que seguramente no haya sido el mejor punto final para González. "Este último año quizá me sobró. Me di cuenta de que era el momento de dejarlo; mentalmente lo necesitaba", afirma sin ambages la lagunera. Como igual de tajante es cuando se le cuestiona sobre si dejó de pasárselo bien sobre la cancha. "Sí, deje de disfrutar. Rotundo. E incluso hubo momentos en los que no me apetecía ni ir", reconoce, antes de revelar que "los últimos tres meses fueron muy duros". "Si me hubieran ofrecido la renovación se me habría creado un problema conmigo misma", dice dibujando una sonrisa.

Pero sabedora de que no podía abandonar el barco en medio del trayecto, González tiró de "positividad" y decidió "disfrutar de cada momento", básicamente "porque sabía que eran los últimos", pero también porque se seguía sintiendo "una privilegiada". Una sensaciones, tanto positivas como negativas, en las que mucho tuvo que ver su papel de capitana. "Tuve un rol bastante importante en el vestuario, pero es verdad que en los tres últimos años esta labor me quemó bastante ya que estaba más pendiente de otras cosas que de jugar", expresa la ex del Rocasa.

Reconfortada por el "enorme cariño" recibido en cada una de las despedidas de las que ha sido objeto en estos meses -pese a "haber llorado en todas ellas"-, a María le toca ahora acostumbrarse a ver los toros desde la barrera. Un proceso complicado que la excentral sabe no será "sencillo de cerrar". "Hablando de balonmano me emociono bastante, me cuesta y hasta he tratado de evitarlo", reconoce la tinerfeña, que eso sí, no dejará de ver a las suyas en el Antonio Moreno. "Aunque quizá en un partido o más adelante me dé un bajón. No sé si será dependencia u otra cosa, pero seguro que algo aparecerá", expresa. Será cuestión de tiempo que la herida se cierre. Quedará todo lo que María González le ha dado al balonmano, y todo lo que el balonmano le ha dado a ella.

Torbellino en defensa y calma en ataque

Torbellino en defensa y calma en ataque

Eminente jugadora de corte defensivo con especial incidencia como avanzada en el puesto de central, María también se queda con otra faceta en la parcela ofensiva. "Antes de dejarlo tuve muchos minutos en ataque de los que no había disfrutado. Carlos [Herrera, el entrenador] me pidió mandar, dirigir, dar calma..", comenta sobre una parte del juego "bonita y que había perdido desde" su llegada al club teldense. Es por ello que González se autodefine de una manera algo más global. "Me gustaría que me recordaran como buena defensora; adoraba defender, y me divertía mucho sacando faltas en ataque y provocando errores de las rivales. Que se acuerden de mi pelea y lucha en cada jugada, pero también que lo hagan por esa calma e intención de organizar en ataque", relata la tinerfeña sobre su juego.