La Orotava | Historia de un superviviente

El preso 5.037 de Mauthausen

Ángel Mejías Zamorano, hijo de José Mejías Rosa y Nieva Zamorano Villar, nació en la calle Viera hace 131 años

Las tropas norteamericanas liberan Mauthausen.

Las tropas norteamericanas liberan Mauthausen. / E. D.

Nacido en La Orotava en 1892, Ángel ‘el Gringo’ tuvo una vida de película: fue sindicalista, emigrante a Argentina, deportado a España y preso por huelguista; detenido tras el golpe de 1936, pasó por la prisión franquista de Fyffes y los campos nazis de Stalag IX-A y Mauthausen-Gusen. Murió exiliado en Francia.

Ángel Mejías Zamorano nació en la mañana del 29 de marzo de 1892 en la calle Viera, en el municipio de La Orotava. Hijo de José Mejías Rosa y Nieva Zamorano Villar, tuvo siete hermanos y una vida de película. Un drama político, social, humano y bélico que transcurrió entre finales del siglo XIX y mediados de los 60 del siglo XX. Ángel fue emigrante y deportado, el Gringo y el Canario, un dirigente obrero y un anarcosindicalista, el prisionero 5.037 del campo nazi de Mauthausen y un miembro más del comando Tenberg, un liberado por las tropas norteamericanas y un pintor español en Francia, un militante de la CNT en la distancia y un exiliado que murió en un hospital de Toulouse.

Pronto se cumplirán 131 años del nacimiento de Mejías en La Orotava, de donde se marchó siendo muy joven para establecerse con su familia en Santa Cruz de Tenerife, en la calle San Juan Bautista, donde su padre trabajó como comerciante. Su historia fue rescatada del olvido, tras años de investigación, por Pedro Medina y Fabián Hernández Romero, autor del blog Deportados Canarios, principal fuente de este texto.

La vida de Ángel da un vuelco cuando tenía apenas 18 años. El 28 de octubre de 1910, cuando fallece su padre. Deja viuda y ocho hijos, que deben labrarse un camino sin apoyo paterno. Su penúltimo hijo emigra a Argentina en una fecha no conocida, «pero todo indica que se marchó muy joven», relata Hernández Romero.

Se establece en Buenos Aires y allí entra en contacto con el movimiento obrero y la militancia política. Se une a la Federación Obrera Bonaerense y pasa buena parte de su juventud en años de democracia en Argentina, «que se truncaron el 6 de septiembre de 1930, cuando José Félix Uriburu encabeza un golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen y estableció una dictadura y un régimen represivo». A los 38 años, la vida de Ángel vuelve a ponerse patas arriba.

El orotavense Ángel Mejías Zamorano. | | EL DÍA

El orotavense Ángel Mejías Zamorano. | | EL DÍA / Raúl Sánchez R.S.

Dictadura argentina

Hernández Romero detalla que «con la dictadura militar de Uriburu se decretó la ley marcial y se ejecutó clandestinamente a muchos militantes anarquistas. Se encarceló a dirigentes políticos, se impuso la censura y se intervinieron las universidades. La represión también recayó sobre los anarquistas criollos y contra militantes europeos, utilizando las deportaciones a sus países de origen» como la manera de eliminar a posibles opositores. Ángel fue detenido y deportado a Europa junto a otros militantes de fuera.

Se cree que Mejías regresó a Tenerife en 1930 y, tras tantos años en Argentina, se le empieza a conocer entre sus amistades con el apodo del Gringo. Trabajó en la industria del tabaco, «muy probablemente como torcedor o tabaquero, actividad laboral y económica muy relevante en Canarias durante el primer tercio del siglo XX», explica Hernández. La militancia también vino de vuelta con él a su Tenerife natal y pronto se hizo dirigente del Sindicato de Obreros Tabaqueros de Ambos Sexos (Sotas) de Santa Cruz de Tenerife. En septiembre de 1935 los trabajadores tabaqueros de la capital se declaran en huelga. El día 28 de ese mes se produjo un paro de la actividad en las fábricas de tabaco, lo que provocó una reacción policial, cumpliendo órdenes del Gobierno Civil, que incluyó la detención de ocho dirigentes tabaqueros tinerfeños, entre los que se encontraba el Gringo. Junto a él también fue detenido el presidente del sindicato Sotas, Eduardo Sanjuán Castro y otros dirigentes sindicales tabaqueros.

El preso 5.037 de Mauthausen

El preso 5.037 de Mauthausen / Raúl Sánchez R.S.

La Gaceta de Tenerife publicó el 29 de septiembre de 1935 una noticia sobre esta huelga en la que señalaba que «por parte del delegado provincial de Trabajo, y de acuerdo con el Gobernador civil, se ha declarado ilegal el movimiento huelguístico planteado». Y por orden de «la primera autoridad civil», la policía «procedió a la clausura del sindicato».

Al no considerar al Sotas una asociación profesional, se consideraba que no tenía derecho a ejecutar representación sindical, por lo que se pidió al juez que decretara su disolución. A los dirigentes obreros detenidos se les impuso una multa de 2.000 pesetas, una cantidad muy elevada para la época y que correspondía a un muy buen sueldo mensual. En noviembre de 1935, Franco cobró una nómina de la Pagaduría de Haberes del Ejército de 2.429 pesetas, como jefe del Estado Mayor Central.

Aquella detención fue un primer aviso y apenas diez meses después, el 17 de julio de 1936, Franco parte de Santa Cruz de Tenerife rumbo a Gran Canaria. El día 18, el ejército se subleva contra el Gobierno de la República en varios puntos de la Península y Franco sale ese día de Gran Canaria en el Dragón Rapide rumbo a Marruecos para ponerse el mando de las tropas de África.

Otro golpe de estado sacude la vida de Ángel que, dado su historial como sindicalista, es detenido. Según cuenta Hernández, «es probable que pasara por la prisión flotante, si fue detenido en los primeros momentos, pero con certeza se sabe que fue encarcelado en la prisión de Fyffes. No hay constancia de que fuera sometido a juicio alguno, por lo que engrosaría la ingente cantidad de detenidos gubernativos que atestaba aquellos salones de Fyffes».

Canjeo de presos

En agosto de 1938, el Gringo forma parte del canjeo de un centenar de presos realizado desde Fyffes con el bando republicano. El grupo de canjeados llega a Barcelona en el mes de septiembre. Ángel Mejías en aquel momento tenía 46 años, «por lo que es poco probable que fuera enviado al frente de guerra». En 1939 termina la Guerra Civil y Ángel pasa a Francia, donde «posiblemente ingresa en algún campo de refugiados del sureste». En un mundo inmerso en la II Guerra Mundial, la tranquilidad y la libertad vuelven a durar muy poco para el Gringo: los nazis invaden Francia en junio de 1940. La fecha exacta de su detención se desconoce, pero «si se tiene constancia que en 1941 ya se encuentra encarcelado en el campo de prisioneros de guerra Stalag IX-A de Ziegenhain, en Alemania». Ese campo albergó presos en su mayoría eran polacos, italianos, soviéticos y franceses, entre los que estuvo François Mitterrand, quien posteriormente se convertiría en presidente de Francia.

«Hasta allí llegaron pocos españoles y Ángel es el único canario que se conoce que pasara por Stalag IX-A», explica Fabián Hernández. Desde allí fue trasladado al temido campo de concentración de Mauthausen, en Austria, el 27 de abril de 1941. Formaba parte de un contingente de 28 españoles. Tenía 49 años y era el deportado de más edad del grupo. En Mauthausen le asignaron el número 5037.

El memorial de Mauthausen recuerda en su web que desde la apertura del campo en agosto de 1938 y su liberación, albergó a unos 190.000 prisioneros. Allí murieron más de 90.000 personas a golpes, a tiros, asesinados mediante inyecciones, congelados, gaseados (unos 10.200), enfermos, desnutridos o agotados a causa de «su explotación como mano de obra, sin ningún escrúpulo y acompañada de malos tratos, así como de raciones alimentarias insuficientes, una vestimenta inadecuada y una total carencia de atención médica».

El 25 de enero de 1943, al sur de la ciudad austríaca de Linz, se crea el comando Ternberg de prisioneros, que debe su nombre a la pequeña localidad donde se ubicó. El objetivo de este destacamento de trabajadores era construir una presa hidroeléctrica en el río Enns, para abastecer de energía a las fábricas nazis. Mejías trabajó un tiempo con ese comando antes de ingresar otra vez en Mauthausen y, más tarde, en Gusen.

Pese a las dificilísimas condiciones de vida, los malos tratos y las ejecuciones arbitrarias, Ángel Mejías logró sobrevivir al horror nazi y asistió, el 5 de mayo de 1945, a la liberación de Mauthausen por parte de las tropas de Estados Unidos. A los 53 años, el Gringo recuperó la libertad tras casi cuatro años en campos nazis. De los 28 deportados junto a Mejías desde el Stalag IX-A en 1941, «14 fueron asesinados, 11 lograrían sobrevivir, y de 3 de ellos no se conoce su situación». El Gringo se marcha a Francia, país en el que permanece hasta su muerte. Nunca regresó a España. Se estableció en Tolouse, donde existía una importante comunidad del exilio republicano español, y allí le conocían como Ángel, el Canario. Se ganó la vida como pintor y tampoco abandonó la militancia, pues colaboró con la Federación Española de Deportados e Internados Políticos.

Murió el 20 de enero de 1965 a los 72 años de edad, en el hospital Purpan de Tolouse. En marzo de ese año, en el número 169 del periódico Espoir, el Boletín de la VI Unión Regional de la CNT de Francia, editado en su ciudad de acogida, se publicó una necrológica, en la que puede leerse: «Devuelto a Francia al final de la guerra, con la salud quebrantada, soportó estoicamente las calamidades de aquel largo periodo de postguerra, en franco restablecimiento moral y físico. Últimamente había conseguido una relativa estabilidad que permitiérale abandonar el trabajo con cierto sosiego. Era la justa recompensa a su larga vida de vicisitudes. Pero las secuelas del zarpazo nazista no tardarían en convertir en vana ilusión tanta dicha. De repente, veloz como un rayo, se produjo la terrible sacudida. Una parálisis fulminante le tendría más de un mes en estado semincomatoso, seguido todo de las consiguientes complicaciones, una de las cuales acabaría con el último reducto de sus energías. Sirva esta de comunicación a tantos de sus amigos de esta y la otra orilla del océano Atlántico».

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Fabián Hernández Romero, médico de atención primaria de Tenerife, lleva más de una década dedicando buena parte de su tiempo a rescatar la memoria de las víctimas del franquismo y del nazismo en su blog Deportados Canarios. La mayoría de las historias de los canarios que pasaron por los campos de concentración nazis habrían caído en el olvido de no ser por la impagable y desinteresada labor de Hernández Romero, que con su tesón, implicación y trabajo serio y riguroso ha logrado rescatar todos los pormenores de historias de vida como las de Ángel Mejías Zamorano. Para lograrlo ha tenido que realizar una profunda investigación en prensa histórica y archivos de España, Alemania o Francia. Pedro Medina Sanabria es otro garante de la memoria histórica que, junto al Ateneu Llibertari Estel Negre o la Federación Anarquista, también han compartido la irrepetible historia del Gringo.

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